LOS CUADROS DE CLARA
Cuento de STELLA COSCIA DE MARTINO
Clara pintaba con frenesí. Manchaba las telas con entusiasmo, no le preocupaban las teorías, ni los dibujos; solo disfrutaba con la explosión del color.
Era inquieta, alegre, creativa, aún más cuando se encontraba ante su caballete de pintura.
Había visto una vez en los diarios un aviso así: "¿Quiere Ud. pintar como los grandes en 2 meses?". Allá fue y aprendió. Ahora ese gran pintor (que había publicado el aviso) preparaba su primera exposición que debía ser su presentación ante el público.
Como el tiempo se le acortaba, y ella tenía ya fijada la fecha en la galería, y también listos los catálogos e invitaciones a repartir; se esmeraba y abocaba cada día más.
Clara era viuda, maestra parvularia de un colegio privado de Asunción donde enseñaba por las mañanas; ahora pensaba en los padres de sus alumnos como los potenciales compradores de sus obras.
Todos los días a la salida del colegio, en el quincho de su casa, con su perro Káiser su gran compañero, esperaba a sus hijos y mientras éstos realizaban sus tareas escolares, ella pintaba un poco.
A la noche, cuando todos dormían, Clara creaba sus cuadros, varios a la vez.
Una semana antes de su exposición, ya muy tarde en la noche quiso evaluar su trabajo; y, extendidos cuán grande era el piso, decidió poner sus pinturas a secar, cubriendo todo el suelo de su quincho. Clara, semidormida y somnolienta los contempló y quedó extasiada y satisfecha.
Fue cuando un llamado a gritos de un hijo lo sobresaltó; a oscuras dejó todo y corriendo acudió.
Su perro Káiser, que también despertó, oyó los gritos y dando zancadas salió al patio.
Más tarde en su quincho, Clara desfalleció.
Vio las grandes patas de su perro como manchas marrones en los límpidos cielos celestes de sus paisajes. Vio unos grises pisoteos que aparecían en las inmensas praderas verdes de algunos de sus ranchitos.
Vio manchones informes en sus magníficos jarrones con flores.
Esa noche no durmió; lloró desconsoladamente. Pero ante su desesperación al amanecer reaccionó. Convirtió enseguida en espléndidas obras aquellas manchas: unas con enormes nubes blancas, a espátula, como copos de algodón: otras, con cautivantes cielos nublados, y algunas más se convirtieron en atractivos atardeceres.
Sus verdes praderas manchadas se tornaron en imponentes estanques de agua, que reflejaban las sombras de sus follajes.
Y sus jarrones se llenaron de exuberantes crisantemos con mucho movimiento, a la espátula.
Todo gracias al ingenio de Clara.
En la noche de su exposición, éstos fueron los cuadros favoritos, por su espontaneidad y soltura, y resultaron los primeros en venderse, al más alto precio.
Fue cuando Clara, con una pícara sonrisa, recordó aquel famoso cuadro con las patas del mono de Picasso.
STELLA MARIS COSCIA DE MARTINO
Es licenciada en Servicio Social y en 1991 se graduó en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Desde entonces expone periódicamente sus obras en galerías de nuestro medio. Es Profesora Elemental de Piano y miembro de la Fundación Amigos del Arte. Como artista plástica ha realizado el diseño de tapa de obras literarias tales como: Mi pariente el cocotero de José María Rivarola Matto, y Savia Bruta de María Irma Betrel.
Formó parte, en la época del colegio, de la Academia Literaria del Internacional. Gracias al impulso de sus profesores Carlos Villagra Marsal, Rubén Bareiro Saguier y en especial Manuel Argüello, se dispuso a escribir en 1994, año en que ingresó al Taller Literario Cuento Breve, dirigido por el Dr. Hugo Rodríguez Alcalá. Es miembro de la Asociación de Amigos de la Academia de la Lengua Española. Tiene publicados cuentos en libros colectivos: El séptimo libro, Peldaños de papel, Sin rencor y Por siempre cuentos.
Obtuvo un Primer Premio en uno de los concursos anuales del Club Centenario en el año 1995.
En 2007 apareció su primer libro de cuentos, Vidas cotidianas.
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Y SIGUEN LOS CUENTOS, 2012
HOMENAJE A SU FUNDADOR
Profesor Dr. HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ
TALLER CUENTO BREVE
Coordinación: DIRMA PARDO CARUGATI y STELLA BLANCO DE SAGUIER
Editorial Arandurã
Asunción – Paraguay. Noviembre 2012 (132 páginas)
