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MARÍA TERESA E. DE MIRANDA

  ANIKE REKE! (Cuento de MARÍA TERESA E. DE MIRANDA)


ANIKE REKE! (Cuento de MARÍA TERESA E. DE MIRANDA)

ANIKE REKE!

Cuento de MARÍA TERESA E. DE MIRANDA

 

ANIKE REKE!

-Naíno, Naíno! Adentro! ... Ya sabes que no me gusta que andes vagando solo por el patio, y menos en horas de la siesta, dijo la madre disgustada.

Naíno era un niño travieso, imaginativo. Se pasaba el día inventando travesuras e historias en las que él era siempre el personaje principal. Su cabecita estaba llena de cuentos y leyendas contadas por Secundina, la gorda cocinera, maga en la elaboración de las más deliciosas golosinas y docta en historias truculentas.

Era frecuente ver al niño, mientras jugaba en el patio entre las plantas, conversando con los árboles y las plantas. Era un niño solitario, no tenía hermanitos ni otros niños con quien compartir los juegos propios de la infancia. Imaginativo, sus amigos eran los seres que poblaban el patio, los sapos y las ranas del estanque, las cigarras, mariposas y luciérnagas. Su mundo era el de la magia, los sueños.

"¡Naíno, Naíno!...". Con cuánta frecuencia se escuchaba ese llamado. Pero el niño, escurridizo como una lagartija, sabía hallar refugio en los lugares más insospechados.

La lucha para mantenerlo dentro de la casa durante la siesta, era cruenta. Al menor descuido de su madre, corría raudamente para perderse en alguno de sus escondites favoritos.

Secundina, queriendo colaborar en los intentos de la madre por imponer disciplina, le contaba fantásticas leyendas. Le hablaba de aquel personaje misterioso, el rey de la siesta que con suave silbido atraía a los niños qué, por seguirlo, se perdían en la espesura del bosque y nunca más volvían a sus casas o, si lo hacían, regresaban con la mente en blanco, mudos, enajenados.

-¡Anga rehechata, Naíno! Ya vas a ver… -decía Secundina. Ese es el castigo de los desobedientes... No vengas a llorar después a la cocina. Tarde serán los clamores... -Pero a Naíno esas advertencias le pasaban por alto. El seguía feliz con sus correrías.

Una siesta, Naíno, no precisamente por obediente sino porque no tuvo más remedio, tuvo que someterse a las órdenes de su madre y entrar con ella al dormitorio para el obligado descanso de la siesta. El prefirió acostarse sobre las frescas baldosas de aquel amplio cuarto. Se mantuvo atento a la respiración de su madre, esperando que se quedara dormida. Cuando creyó llegado el momento oportuno, se deslizó con suavidad felina hacia el corredor. De allí al patio fue un solo paso.

Al internarse entre los árboles, vio de pronto un hermoso pajarito que yacía piando lastimeramente. Naíno se acercó y 1o recogió, viendo que se había lastimado una patita. Era casi un pichoncito. Pensando en cómo solucionar el problema, optó por hacer una especie de tarabilla con una ramita. Luego buscó un lugar apropiado junto a un arbusto y a su sombra lo colocó a fin de que pudiera ser recogido por su mamá.

De pronto, escuchó un suave silbido que parecía provenir de entre los arbustos. Al repetirse el silbido, vio a un niño de rubios y ensortijados cabellos que le hacía amistosas señales con la mano, invitándolo a acercarse. El imprudente acudió, sin más. Entablaron una cordial invitación y pronto se hicieron amigos. El extraño personaje lo invitó a llegar hasta un lugar que solo él conocía, donde abundaban exóticas flores y panales de la miel más exquisita que pudiera uno imaginar. Y así, Naíno se decidió a acompañar a su ocasional compañero.

Allá fueron, saltando y brincando como dos alegres cervatillos. Naíno no se daba cuenta de que se estaban alejando cada vez más de la casa, adentrándose en la espesura. Aquello ya no era el predio de la quinta en que vivía. Ya estaba en pleno bosque. De pronto, reaccionó, pero ya era tarde. Entusiasmado se había olvidado del tiempo, de la hora. Ya empezaba a obscurecer y sus piernas comenzaban a dejar sentir las señales del cansancio, tras tan largo recorrido. Todas las advertencias e historias de Secundina se habían borrado de su mente.

-"Debo regresar, ya quiero volver... Mamá debe estar esperándome muy enojada -dijo Naíno-. Ya es tarde... "entonces el nuevo amigo, con una extraña sonrisa en el rostro, le contestó:

"¿Volver? ¿Es que todavía no te has dado cuenta de quién soy yo? ¡Yo soy el Jasyjatere!... Soy el Rey del Bosque, y tú eres mi prisionero! Ahora ya no puedes volver!".

Entonces Naíno, desesperado, recordó de golpe las palabras de Secundina. ¿Qué hacer? El corazón le latía frenéticamente y sentía las manos húmedas. ¿Qué hacer, Dios mío?... Comenzó a llorar, implorando clemencia. En un momento, Jasyjatere pareció apiadarse y entonces ofreció una solución:

-"Pasarás la noche aquí, en el bosque y si logras permanecer despierto hasta la salida del sol, quedarás en libertad". Dicho esto, desapareció en la espesura.

Iban pasando las horas y la oscuridad iba en aumento. De golpe, todo el cansancio de aquella larga caminata se hacía sentir. Los párpados le pesaban y sentía que en poco tiempo iba a ser vencido por el sueño. Luchaba denodadamente por permanecer despierto y cuando ya sus esfuerzos parecían vanos, vio aparecer saltando un sapo gordo, con un grupo de compañeros, y todos juntos comenzaron a croar: "Anike reke, anikereke, anikereke (No duermas, no duermas, no duermas...)". Súbitamente apareció Jasyjatere, con su clásico bastoncito dorado en la mano, y lanzándose sobre los sapos los espantó, indignado, arrojándolos del lugar.

-"Es inútil, Naíno. Resígnate qué la noche es larga y no podrás resistir".

Naíno, somnoliento, por momentos creía escuchar el lejano croar de los sapos amigos: "¡Anikereke, anike reke!"

Al cabo de un rato, un coro de cigarras comenzó a cantar frenéticamente: "Anike reke, anike reke, anike reke!". Jasyjatere apareció nuevamente y comenzó a arrojar hacia los árboles cuanto encontraba a mano, para espantarlas, pero ellas seguían cantando: "Anike reke, anike reke...". Jasyjatere desconcertado, no sabía qué hacer. No pensó que el niño pudiera ser ayudado en esa forma, y no podía localizar a las cigarras.

De pronto, una ronda de luciérnagas irrumpió rodeando a Naino, mientras que con sus lucecitas titilantes, como en un extraño código, parecía decirle: "Anike reke, anike reke...... Nuevamente el geniecillo cada vez más desesperado, intentó dispersarlas. Hasta la luna parecía unirse al intento del rescate, aumentando la intensidad de su luz dirigida hacia el rostro de Naíno. También ella parecía decir: "Anike reke, anike reke......

Los grillos, de entre las plantas más bajas, dejaban escuchar su musiquita monocorde: "Aníke reke, anike reke..,"

Jasyjatere, enloquecido, corría de un lado a otro tratando de coartar la ayuda que ofrecían los amigos de Naíno. Todo era inútil. De pronto, todo el bosque se convirtió en un fantástico concierto de sonidos. Los grillos, las cigarras, los sapos, las luciérnagas que danzaban locamente y hasta las ramas de los árboles susurraban- "Anike reke, anike reke, anike reke...".

Rápidamente la noche se iba: Faltaba poco para el amanecer. Y el concierto del bosque seguía: "Anike reke, anike reke...... De pronto, el niño sintió sobre el rostro una tibia caricia. Aquello ya no era un beso de la luna, ¡era el primer rayo del sol!,,. Una bandada de mariposas irrumpió en el lugar, bailando en fantásticos giros alrededor de Naíno, celebrando el nacimiento del nuevo día que, con sus primeras luces devolvía la libertad al cautivo. También los ruiseñores comenzaron a festejar la victoria, cantando alegremente: "Jahaque, Naíno ... A casa Naíno!".

Naíno se incorporó y entonces Jasyjatere se le acercó, tendiéndole la mano: "Triunfaste, Naíno... Cuánto lamento que nos separemos, pero Jasyjatere cumple su palabra". Con lágrimas en los ojos lo abrazó, dejándole partir.

Naíno emprendió el regreso escoltado por sus amigos, sapos, ranas, cigarras, mariposas y ruiseñores.

De pronto, escuchó la voz de su madre: "¡Esto ya es el colmo, Naíno! Otra vez te escapaste. Y para más... ¿qué es eso de quedarse dormido bajo el sol?"... Y Naíno, de golpe, despertó.

-"Mamita, mamita... no te enojes. Déjame que te cuente,... fue un sueño Maravilloso...".

 

 
Fuente:
(CUENTOS Y POEMAS
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(Enlace a datos y obras publicadas
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
Editado con el auspicio del
FONDEC
QR Producciones Gráficas S.R.L.,
Diciembre, 2002 (210 páginas).
 
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