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JUAN FRANCISCO PÉREZ ACOSTA (+)

  EL ALGODÓN (DURANTE LA GUERRA) - Por JUAN FRANCISCO PÉREZ ACOSTA


EL ALGODÓN (DURANTE LA GUERRA) - Por  JUAN FRANCISCO PÉREZ ACOSTA

DEFENSA NACIONAL  - CAPITULO I - INDUSTRIAS VARIAS

Por  JUAN FRANCISCO PÉREZ ACOSTA

 

 

 

18. CULTIVO DEL ALGODÓN (DURANTE LA GUERRA).

La importancia que ha tenido el cultivo del algodón en nuestro país en los pasados tiempos y que vuelve a asumir en el presente, nos induce a seguir dedicando al asunto algunos datos complementarios que contribuirán a arraigar en el ánimo de nuestros compatriotas el real y verdadero significado de las labores agrícolas en el porvenir de la economía nacional. Con este fin, damos a continuación los párrafos salientes de un extenso artículo que vio la luz en esta ciudad a comienzos del año 1867 a propósito de este punto y con motivo de los premios que el gobierno de la época acordó para fomentar el cultivo del algodón.

Basta fijarse en la fecha en que fue publicado, intensificada ya la guerra contra la triple alianza, para comprender cómo en medio de sus apremios no se habían descuidado prestar la más alta atención e importancia a este rubro de la producción nacional a cuyo favor, para estimularlo, se ha dictado según queda expuesto, verdaderas medidas de privilegio, durante la guerra y también después de ella.

Y explicado así el objeto de estas líneas, van a continuación los párrafos de la referencia.

Es reconocido que la agricultura es una de las más poderosas arterias de la riqueza pública. Una larga experiencia nos ha confirmado tan importante verdad, porque bien podemos asegurar que la labor de la tierra es la que ha traído en el hogar paraguayo la subsistencia y el bienestar; la que en los tiempos de aislamiento nos ha preservado de las calamidades públicas, y mostrándonos que la tierra de nuestro nacimiento, cortejada por la mano de sus hijos, es madre que cariñosamente responde a todas nuestras necesidades.

No podía ocultarse a la vista inteligente y previsora de la actual administración que en todas las cosas consulta la prosperidad pública, el manantial inagotable de la agricultura, cuando desde su instalación ha puesto los más vivos conatos y los esfuerzos más reales para un fomento seguro y un progreso rápido en ramo de tanto interés.

El decreto de 28 de agosto de 1863, fuera de otras muchas medidas conducentes, ha traído en poco tiempo los resultados progresivos y rápidos que se habían calculado, formando las estadísticas agrícolas de cifras muy considerables y ascendentes, alimentando cada vez un comercio más vivo y aumentando por consiguiente la riqueza particular al formar la riqueza pública.

Nuestro país iba convirtiéndose así en un vasto jardín, y cada labrador encontrando estímulo en el gobierno y en los precios de su producción, se empleaba con verdadera afición a cultivar la tierra.

Después de mencionar la participación principal que cupo a las mujeres al empuñar el arado cuando los hombres tuvieron que empuñar todas las armas, el artículo aludido sigue en los siguientes términos:

Hemos visto, pues, que merced a la dedicación del pueblo y a los auxilios y estímulos del gobierno, la agricultura florece y la subsistencia del ejército y de la población están aseguradas. No bien el Gobierno, consultando el interés de los hombres del país, acababa de eximirles del pago de impuestos de la tierra, cuando por su decreto del 12 del corriente mes acuerda cuantiosos premios para los que especialmente se dediquen al cultivo de uno de los importantes ramos de la agricultura: el algodón.

El algodón es una de las producciones preciosas de nuestro país, destinado a dar un impulso inmenso al comercio y a la industria y a competir con ventaja con el tabaco. Europa había recibido bien las muestras de nuestro algodón, y grandes capitales estaban destinados a ingresar en el país para esa producción, y por la guerra los proyectos se aplazaron. Pero el fruto de la cosecha se ha empleado en lugar de las telas importadas del extranjero, y así vemos que la mayor parte de nuestra población ha vuelto a usar el precioso lienzo del país, cuya consistencia y duración es proverbial.

Es un orgullo para nosotros el que se tenga cómo suplir la producción extranjera, y la utilidad real de tan importante recurso se deja sentir muy especialmente en las circunstancias en que nos encontramos. Hablando luego de los premios para el cultivo del algodón decretados en esos días, se expresa como sigue, después de enumerarlos en detalle y recomendarlos a la consideración de los campesinos y de las autoridades:

Los premios no son solamente un provecho pecuniario, sino un honor real por cuanto que es la retribución de la laboriosidad, y aquel que lo hubiese merecido, secunda los deseos y las intenciones del gobierno, que trata de aumentar los recursos del país y de enriquecer a sus hijos.

El labrador que gana un premio lleva la doble recompensa del dinero y del mérito, pues debe ser orgulloso en descollar en su aplicación y laboriosidad.

Los párrafos transcritos son apenas una muestra de cómo se impulsaba el trabajo rural y los cultivos de utilidad pública en momentos verdaderamente azarosos, con los eficaces resultados que ya han quedado expuestos al consignar las altas cifras de los cultivos que no decayeron mientras el territorio patrio estuvo en poder de sus hijos.

 

19. LOS PREMIOS AL ALGODÓN (DURANTE LA GUERRA).

Prosiguiendo la documentación histórica respecto del cultivo del algodón en nuestro país, el que llegó a tener gran importancia al extremo de haber sido objeto de especiales medidas a su favor para estimularlo, en lo más recio de la guerra y cuando no se usó igual liberalidad con los productos alimenticios, por ejemplo, ofrecemos hoy el texto del decreto que destinó numerosos premios en efectivo para el fomento de dicha plantación en los años 1867 y 1868.

Aún cuando las eventualidades de la campaña impidieron ya ponerlo en pleno cumplimiento, no por eso decayó el cultivo del apreciado textil, y siguiendo en cierto modo la suerte de las armas, sólo se lo abandonó materialmente cuando a su vez el ejército abandonó sus posiciones replegándose a los confines del territorio.

Mientras los hombres luchaban, las mujeres plantaban algodón y lo convertían en ropara

Hoy que se vuelve a prestar marcado interés a este noble ramo de la producción nacional en el que se cifra nuevamente las mejores esperanzas de inmediato resurgimiento de nuestra clase rural, no puede menos de ser interesante conocer en detalle las disposiciones que se le dedicara hasta en las horas más críticas de la contienda, circunstancia que presta al asunto excepcional relieve:

 

El mariscal Presidente de la Republica y general en Jefe de sus Ejércitos.

“Considerando la conveniencia de dar un estímulo especial al cultivo, producción y mejora del importante ramo de algodón,

 

“DECRETA:

“Artículo 1º. Acuérdase de los fondos del Tesoro nacional premios pecuniarios para los labradores que se hubiesen recomendado ventajosamente en el cultivo y producción del algodón.

“Artículo 2º. Se establecen premios para la mejor cantidad y la mejor calidad de las cosechas.

“Artículo 3º. Los premios para la cantidad se dividirán en 311 premios de clases, a saber:

Un gran premio de ocho mil pesos.

Dos de 2ª clase de a cinco mil pesos.

Cuatro de 3ª clase de a tres mil pesos.

Ocho de 4ª clase de a un mil pesos.

Diez y seis de 5ª clase de a quinientos pesos.

Treinta de 6ª clase de a doscientos cincuenta pesos.

Cuarenta de 7ª clase de a doscientos pesos.

Cincuenta de 8ª clase de a ciento cincuenta pesos.

Sesenta de 9ª clase de a cien pesos.

Cien de 10ª clase de a cincuenta pesos.

 

“Artículo 4º.- Les premios para la calidad se dividirán en once premios de dos clases a saber:

Un premio mayor de mil pesos.

Diez premios de a cien pesos.

 

“Artículo 5º.- El gran premio se adjudicará al cosechero que en concurrencia presente mayor cantidad de algodón de clase regular. Los dos premios de segunda clase a los que después del primero obtengan mayor cantidad de algodón de igual calidad y así los demás en orden sucesivo hasta el último de la 10ª clase.

“Artículo 6º.- El premio mayor para la mejor calidad, corresponderá al más aventajado de las primeras clases por cantidad hasta el 5º número y los diez segundos premios serán disputables por los cinco de 2ª clase de 6 a 10.

“Artículo 7º.- Los premios de calidad serán obtenidos por la cantidad total puesta en concurrencia en sus respectivas clases.

“Artículo 8º.- En caso de igualdad de calidad, la cantidad decidirá los premios y en caso de empate total los concurrentes apelarán a la suerte.

“Artículo 9º.- La concurrencia para el examen y clasificación de la cantidad y calidad, se abrirá en la Asunción el 31 de julio y durará hasta el 15 de agosto.

“Articulo 10º.. Ninguna porción de algodón será admitida a la concurrencia de los premios sin que tenga el certificado colectivo de las autoridades del distrito dando fe de que aquella cantidad es proveniente de la cosecha del concurrente con expresión de los liños que le hubieren producido.

“Artículo 11º.- Los premios acordados por este Decreto serán vigentes para las cosechas de algodón del año 1867 y 1868.

“Artículo 12º.- Una comisión especial será oportunamente creada en la Asunción para los efectos del Art. 8º y consiguiente distribución de los premios.

“Art. 13º.- Los Ministros Secretarios de Estado en los Departamentos de Gobierno y Hacienda quedan encargados de la ejecución del presente decreto.

“Cuartel general en Paso-Pucú, Febrero 12 de 1867.

FRANCISCO L. LÓPEZ.

“Por mandato de S. E.

Luis Caminos

“Oficial 1º del Ministerio de Hacienda.”

 

El espíritu de esta disposición, fue compartido siquiera en principio, por los leyes que después de la guerra se dictaron en diversas ocasiones acordando también premios en tierras, con más la exención del servicio militar y otras ventajas a los cultivadores del algodón, artículo que así ha seguido manteniendo un rango preeminente y hasta privilegiado sobre otras plantaciones y cultivos nacionales, sin que por eso haya logrado revivir aún su anterior expansión.

Hoy, felizmente, este cultivo se ha generalizado de nuevo y hasta servirá de escuela práctica del trabajo, sin otros estímulos ni más premios que el incentivo de sus buenos precios en el mercado mundial, y, al igual que en los pasados tiempos, nuestra población tiene plena y fundada confianza en las excelencias de su cosecha y en el rendimiento útil que le espera si nuevos factores negativos no vienen a malograr otra vez tan risueñas perspectivas.

De la extensa bibliografía respecto del algodón, son dignas de citarse por lo que evidencian la importancia que tiene el tema, las dos anotaciones siguientes: Marshall, The cottonfields of Paraguay and Corrientes y Manuel Domínguez, El algodón, Su producción en el Paraguay.

 

20. LA PRODUCCIÓN NACIONAL (1868)

Completando las informaciones históricas relacionadas con el cultivo del algodón en el Paraguay antes de la guerra, van a continuación los datos correspondientes al año 1863 en los diversos departamentos, los cuales demuestran lo difundido que estaba dicho cultivo en todo el territorio de la República, como consecuencia de eficaces medidas de estímulo y fomento que también se ha hecho conocer, unido a la natural excelencia de nuestras tierras y a los hábitos de laboriosidad que caracterizaban a la población.

Las cifras de la primera columna corresponden en liños a los cultivos del primer semestre y las de la segunda, a los del segundo semestre de dicho año.

Además de los datos del algodón, damos así mismo los totales correspondientes a las demás producciones cuyo conjunto es el mejor exponente del trabajo nacional.

 

*. CUADRO DEMOSTRATIVO DEL CULTIVO DEL ALGODÓN

*. CUADRO SOBRE LOS DEMÁS PRODUCTOS AGRÍCOLAS

(Pulse sobre los textos resaltados para ver los cuadros.)

 

 

Fuente:

CARLOS ANTONIO LÓPEZ.  OBRERO MÁXIMO.

LABOR ADMINISTRATIVAY CONSTRUCTIVA.

 

Obra de

JUAN FRANCISCO PÉREZ ACOSTA

Edición digital a cargo de BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY

sobre la base de la edición 1948 de EDITORIAL GUARANIA

ASUNCIÓN-PARAGUAY.






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