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GERÓNIMO ZUBIZARRETA (+)

  LOS ORÍGENES DE LA GUERRA DEL CHACO - PRIMERA PARTE, 1934 (Dr. GERÓNIMO ZUBIZARRETA y Dr. VICENTE RIVAROLA)


LOS ORÍGENES DE LA GUERRA DEL CHACO - PRIMERA PARTE, 1934 (Dr. GERÓNIMO ZUBIZARRETA y Dr. VICENTE RIVAROLA)

MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO

LOS ORÍGENES DE LA GUERRA DEL CHACO

Memorándum presentado el 8 de marzo de 1934,

por la Delegación del Paraguay

integrada por los señores

Dr. GERÓNIMO ZUBIZARRETA y Dr. VICENTE RIVAROLA,

 a la H. Comisión Especial

de la Sociedad de las Naciones

 

Imprenta Nacional

ASUNCION

1.934

 

La Delegación Paraguaya destacada, ante la H. Comisión Especial de la Sociedad de las Naciones, propuso el día 7 de Febrero las líneas generales de un Tratado de seguridad y de paz entre el Paraguay y, Bolivia.

El Gobierno de Bolivia, con fecha 12 de Febrero, rechazó el proyecto paraguayo. En el memorándum que a este propósito presentó su delegación, se emitían sobre el origen y responsabilidad de la guerra del Chaco; juicios desprovistos de todo fundamento.

Impuesta, el 23 de Febrero, la Delegación del Paraguay del contenido íntegro de la respuesta boliviana, creyó de su deber contestar las acusaciones que contenían, restableciendo la verdad histórica.

Tal es el origen del, Memorándum que la Delegación del Paraguay, integrada por los señores Dr. GERÓNIMO ZUBIZARRETA y Dr. VICENTE RIVAROLA, entregó a la H. Comisión Especial, el día 8 de Marzo de 1934, y qué se pública en este folleto.

El capítulo de pruebas de la responsabilidad boliviana no se ha agotado en el memorándum; no están citados sino los documentos más conocidos. Se reducía el objetivo de la presentación paraguaya a desvirtuar las injustas imputaciones bolivianas. No tenía por objeto sustanciar alegaciones del Paraguay, ya que la H. Comisión Especial de la Sociedad de las Naciones, no había considerado oportuno abrir el período de las investigaciones.

El Paraguay, que en todas las instancias pacificadoras desarrolladas hasta hoy, no ha cesado de reclamar esa investigación, confía en que, algún día, las instituciones internacionales se decidan a cumplir el deber de justicia y de moral, de buscar y señalar al culpable de tanta sangre y sacrificios materiales.


MEMORANDUM


De la Delegación del Paraguay


El principal objeto  de este documento es contestar las acusaciones, de todo punto infundadas, que el Gobierno de Bolivia ha hecho contra el Paraguay en su "Memorándum sobre las negociaciones de paz entre Bolivia y Paraguay"  presentado a la H. Comisión  Especial de la Sociedad de las Naciones, fechado en La Paz el 12 de febrero de 1934, y puesto en conocimiento de la Delegación del Paraguay el 23 del mismo mes.

Por esta razón no hemos de referirnos aquí sino muy sucintamente a las apreciaciones contenidas en el memorándum boliviano aludido, a propósito, de las líneas generales que para un tratado de seguridad y de paz, fueron propuestas por la Delegación del Paraguay, el día 7 de febrero de 1934.


I.-  EL PLAN PARAGUAYO Y EL PLAN BOLIVIANO


1.- LAS OBJECIONTES AL PLAN PARAGUAYO.

Entiende el Gobierno de Bolivia que "la seguridad Suprema y única es concluir la cuestión de fondo, ya que si persiste la causa, quedará en pie la guerra, que es el efecto", y que "un tratado que se limite a suspender las operaciones militares sin definir ni resolver las causas que las han ocasionado, no puede llamarse tratado de paz, sino de simple armisticio".

Hay en el criterio boliviano una verdadera confusión de conceptos. No son equivalentes los términos: "suspensión de operaciones militares" y "cesación definitiva de las hostilidades", 

Lo segundo significa la paz y lo primero solo un paréntesis abierto a la lucha. La fórmula presentada el 7 de febrero, aludida en el memorándum boliviano, se refiere a la cesación definitiva de las hostilidades, dentro de un conjunto de medidas de seguridad. En consecuencia, no preconiza un simple armisticio.

Además, se parte de la premisa falsa de que el conflicto bélico tiene su causa en el viejo litigio de límites. No es así, puesto que ni se trataba de una cuestión insoluble, ni se habían cerrado a Bolivia, que provocó la guerra, las puertas de un avenimiento amistoso. El diferendo de fronteras nunca presentó dificultades insuperables y el Paraguay puso toda su buena voluntad en el empeño de inducir a Bolivia a una solución de derecho. No en la cuestión de límites debe buscarse el origen de la contienda, si o en la decisión de Bolivia de recurrir a la guerra, en su penetración armada del territorio chaqueño y en el ataque a los puestos militares paraguayos. El plan paraguayo se dirige, precisamente, a hacer imposible la subsistencia de estas causas, o su repetición.

Contrariamente, pues, a lo que cree el Gobierno de Bolivia, el Paraguay no busca un armisticio, sino la eliminación de los factores que provocaron la guerra.

Bolivia, en cambio, al hacer del arreglo del problema de fondo una condición esencial para la paz, busca la prolongación indefinida de la guerra, ya que las circunstancias están mostrando cuán difícil se presenta ahora ese acuerdo. Con anterioridad a la agresión boliviana, el pleito era simplemente jurídico-histórico, y de fácil solución. Hoy, la fijación de las fronteras ya no resolvería sino una parte del problema. El compromiso arbitral, pues, no eliminaría por sí mismo las causas del conflicto.

Con plena conciencia de las dificultades entrañadas en el problema de fondo, el proyecto presentado por el Paraguay se inspiraba en el loable interés de una pronta paz, dejando las negociaciones relativas al compromiso arbitral para mejor oportunidad, como tarea propia de tiempos de tranquilidad, en cuya atmósfera propicia, podrían desenvolverse con mayor facilidad.

La admisión del principio del arbitraje en el proyecto paraguayo, para resolver la cuestión de límites, significaba un paso no despreciable. El arbitraje había sido aceptado, antes del conflicto, por los dos países, en simples acuerdos de Cancillerías, caducos hoy por la guerra. Lograda la paz, restablecido el sosiego material y espiritual, podrían iniciarse las negociaciones sobre los conceptos y modalidades del compromiso arbitral, por lo menos en un ambiente distinto al actual. Pero si la guerra prosigue, el cansino del entendimiento estará erizado de obstáculos.

Hay que señalar también que Bolivia, al exigir ahora la solución del litigio de fondo, como condición para el cese de la guerra, confiesa implícitamente que recurre a la fuerza como instrumento de política, lo cual contraría la letra y el espíritu del Pacto Kellog-Briand y de la declaración panamericana del 3 de agosto de 1932.

En cuanto a las condiciones de seguridad, que el Paraguay propone, son las únicas compatibles con la situación de hecho y de derecho existente Caduco por la guerra el "statu-quo" de 1907, lo menos que el Paraguay puede ahora exigir es el retroceso de las tropas de Bolivia al otro lado de sus fronteras, allí donde estaban antes de iniciado su avance clandestino e ilegal.


2.-EL PLAN BOLIVIANO ES INACEPTABLE.


Comprobada la inconsistencia de los reparos bolivianos, cabe señalar, siquiera sea en síntesis; las objeciones que hacen inaceptables las bases propuestas por el Gobierno de La Paz.

1ª. Limita los derechos del Paraguay, sin hacer lo mismo con las pretensiones de Bolivia;

2ª. Prejuzga la cuestión, en favor de la tesis de Bolivia, definiendo el litigio como una cuestión territorial;

3ª. No establece de una manera precisa el modo de llegar al compromiso arbitral;

4ª. Busca la prolongación de la guerra, durante la tramitación constitucional del Tratado de arbitraje;

5ª. Omite el punto de la cesación de las hostilidades;

6ª. Aparta fundamentalmente el aspecto capital de las seguridades;

7ª. Excluye la posibilidad de dilucidar las responsabilidades de la guerra, y el sancionamiento del país culpable;

8ª. Sienta desde ya, el principio de la igualdad de derechos de ambos países para la ocupación del Chaco, lo que no condice ni con la situación de hecho, ni con la posición jurídica de los beligerantes.

Bolivia pretende pasar una esponja sobre los dramáticos sucesos que se han desarrollado desde hace cerca de dos años en el Chaco Boreal. Para ella nada valen ni significan los sacrificios de todo género que importa para el Paraguay la agresión de que fue objeto. Haber Bolivia determinado tanto derramamiento de sangre y destrucción de riquezas para pedir, finalmente, fracasada su empresa conquistadora, el arbitraje que siempre repudió, es sin duda, una postura muy cómoda, pero injusta.

Además, Bolivia simula ignorar que, dentro de la tesis tradicional del Paraguay, no cabe la litigiosidad del Chaco, y sí sólo la discusión sobre sus límites en el interior. Si el criterio unilateral fuera suficiente para establecer esa litigiosidad, no habría territorio que no pudiese ser litigioso. Razones nacidas de la agresión boliviana, hacen que la posición del Paraguay se acentúe ahora. Aparte de las consideraciones jurídicas, existen hoy otras que abonan la resistencia paraguaya a admitir todo procedimiento que no lleve consigo la exclusión de la Zona Hayes y de todo el litoral.

Finalmente, no hay que olvidar que de acuerdo con los términos del artículo 13 del Pacto de la Sociedad de las Naciones, las diferencias susceptibles de solución arbitral son sólo aquéllas de carácter jurídico como "la interpretación de un tratado, todo punto de Derecho Internacional, la ruptura de un compromiso internacional y la extensión o naturaleza de la reparación debida por tal ruptura".


II- LA RESPONSABILIDAD DE LA GUERRA


Contiene el Memorándum boliviano algunas apreciaciones incidentales que, por respeto a la verdad histórica y a la misma Comisión Especial de la Sociedad de las Naciones, ante la cual fueron formuladas, no debemos pasar por alto.

Expresa dicho Memorándum que "la guerra que tan sinceramente quiso evitar Bolivia se produjo como una consecuencia de los avances y agresiones del Paraguay".

Una investigación, siquiera somera, realizada por la H. Comisión Especial de la Sociedad de las Naciones, hubiera establecido la responsabilidad que cabe a Bolivia por tanta sangre derramada. Ella es indispensable para no equiparar al agresor con el agredido. El Paraguay confía en que llegará la hora de esa dilucidación.

La agresión boliviana se comprueba por el solo hecho de la presencia de fuerzas de ese país en el territorio del Chaco. La penetración, iniciada en 1905, constituía, en sí, un "casus belli". Venía a turbar la situación jurídica que amparaba la posesión y soberanía del Paraguay.

Bolivia violó la posesión paraguaya ejercida pública, tranquila y exclusivamente desde el descubrimiento de esos países, en virtud de capitulaciones, cédulas y ordenanzas de la Corona de España, y reconocida después de la independencia, por todos los países limítrofes, incluso Bolivia.

Bolivia violó la sentencia arbitral pronunciada por el Presidente de los Estados Unidos de América, M. R. Hayes, que aunque no le obligase, como ella pretende sin razón, no le autorizaba a perturbar, por el ministerio de su exclusiva voluntad, la posesión que dicho laudo reconocía como legítima y justa.

Bolivia violó, finalmente, el pacto de "statu-quo", solemnemente convenido en 1907 y cinco veces prorrogado.

La simple enunciación, por Bolivia, de pretensiones a parte o a todo el Chaco, no podía fundar el atropello a la legítima posesión paraguaya. Si se admitiese tal conducta, se autorizaría a los países a invadir territorios ajenos, con solo declararlos litigiosos.

Y así como Bolivia se colocó en el plano del agresor, con mucha anterioridad a la guerra misma, por la violación del régimen jurídico que amparaba la posesión paraguaya, así también a ella le corresponde la responsabilidad exclusiva, en la preparación y desencadenamiento del actual conflicto que no es sino la coronación de una antigua y sostenida política.

Sea permitido a la Delegación del Paraguay, al efecto de desvirtuar la calumniosa imputación que contiene el Memorándum boliviano y de restablecer la verdad, hacer referencia a algunas de las numerosas piezas de convicción de que dispone.


I - ANTECEDENTES MEDIATOS


A- LA PREPARACIÓN PSICOLÓGICA.


La guerra fue preparada psicológicamente en Bolivia, antes de iniciada la preparación material. Los gobernantes, diplomáticos, publicistas y maestros bolivianos, se empeñaron durante más de un cuarto de siglo en crear el ambiente bélico. Su resultado fue la encarnación en el pueblo boliviano de la idea de una guerra contra el Paraguay, con el pretexto de la cuestión de límites, aún no resuelta, pero con objetivos distintos bien, determinados.


a) LA GUERRA ESTUVO EN LA INTENCIÓN DE TODOS LOS GOBERNANTES BOLIVIANOS.


Fracasadas las tentativas de despojar al Paraguay de inmensos territorios, por medio de leoninos proyectos de tratado arrancados al amparo de la debilidad en que se encontraba postrado después; de la, guerra de cinco años contra la Triple Alianza, los estadistas bolivianos se entregaron a la tarea de predicar el uso de la fuerza para solucionar la cuestión de límites.

Una de las primeras manifestaciones, formuladas en ese sentido, es la del doctor Santiago Vaca Guzmán, que siendo Ministro de Bolivia en Asunción, propuso a su Gobierno en 1888, un plan de guerra consistente en:

"avanzar sin estrépito ni ostentación algunas, fuerzas militares permanentes en las inmediaciones del cerro de San Miguel y avanzarlas paulatinamente hacia la costa situándolas en los territorios que hagan posible la ocupación estable. Avanzar sin demora desde la Colonia Creavux adelante, siguiendo las márgenes del Pilcomayo, si fuera posible hasta el paralelo 24° (donde desemboca en el río Paraguay, casi frente a Asunción). Adquirir dos cañoneras de bajo calado, capaces para remontar sin inconvenientes hasta la Bahía Negra y situarse en los puntos que convenga. Una vez adquiridos estos elementos y realizada la ocupación del interior del Chaco dictar una ley de venta de tierras desde el Pilcomayo hasta Bahía Negra, haciendo caso omiso de las enajenaciones verificadas por el Paraguay. Si la Nación tiene conciencia de su derecho, si estima su dignidad y si se considera, con fuerza y virilidad para defender lo que le corresponde contra las usurpaciones de un Estado débil, impotente y despoblado, le será forzoso adoptar las medidas que indico; si le falta ese valor moral, tendrá que resignarse a sancionar esas usurpaciones y verse burlada por la última de las naciones sudamericanas".

El pensamiento guerrero de los gobernantes bolivianos, fue desarrollándose con vigor. Acerca de ésta política, ilustra con claridad la correspondencia cambiada entre el Ministro de Relaciones Exteriores, D. Claudio Pinilla, y el Presidente D. Ismael Montes, con D. Emeterio Cano, en ocasión de ofrecerse a este hombre público la Plenipotencia en Asunción. Era en 1905, año en que Bolivia comenzó a poner en ejecución su plan de invasión armada.

El 11 de abril de ese año, D. Claudio Pinilla decía al señor Cano, que el Gobierno

"en su empeño de resguardar esos mismos intereses nacionales, creando y adelantando nuestros títulos de ocupación en los planicies del Chaco está preparando una expedición en Tarija a las órdenes del Prefecto de ese Departamento, destinada a remover las actuales colonias y fortines y situarlas en lugares más avanzados y convenientes, para amparar el esfuerzo de nuestros industriales que se han adelantado en la meritoria conquista del desierto. Posible que esas medidas despierten los celos del Gobierno de Asunción y lo decidan a avanzar también su ocupación hacia el interior del territorio disputado. La actitud de retraimiento que hemos guardado con ese Gobierno ha exagerado su natural suspicacia y desconfianza, haciéndole entrever un plan agresivo y belicoso de nuestra parte, plan que ha estado siempre en la mente de todos los estadistas bolivianos, pero cuya ejecución requiere elementos de vialidad y recursos que puedan hacerlo eficaz….."

El 25 de abril, el mismo Ministro Pinilla explicaba al Sr. Cano que las dificultades internacionales con Brasil y Chile y las de llegar al terrero de la contienda, habían impedido el desenvolvimiento del "programa del patriotismo herido", pero que,

"despejadas aquellas dificultades internacionales, el señor Presidente creía llegada la oportunidad de encarar el conflicto con la perseverancia y la energía que requieren los grandes intereses comprometidos. En ese concepto, el primer paso es la expedición al Chaco, de que le he hablado en mi anterior, el próximo será la apertura de un buen camino que desde Lagunillas vaya por Curumbay y el cerro S. Miguel en demanda de Puerto Pacheco".

Agregaba el Sr. Pinilla, que la obra,

"ha de requerir uno o dos años de trabajo, durante los cuales, a la par que el país vaya desenvolviéndose económica e industrialmente, el Gobierno espera adelantar su preparación militar para actuar con toda eficacia en el momento preciso".

El 6 de junio del mismo año, el propio Presidente de la República, Coronel D. Ismael Montes le confirmaba al Sr. Cano el programa enunciado por su Canciller. En carta de esa fecha, rubricada también por el Sr. Pinilla decía:

"El Gobierno de Bolivia tiene el propósito sincero de solucionar ese asunto, y a ese fin, como se ha dicho más arriba, se halla dispuesto a concurrir con toda clase de sacrificios, incluso el recurso supremo de las armas, si la obcecación y la injusticia paraguaya se obstinaran en desconocer nuestros legítimos derechos. No necesito recordar al Sr. Dr. Cano que la apelación al extremo doloroso de la fuerza en pro de los capitales intereses de la República, es un tema ya estudiado por la Cancillería nacional cuando ella estuvo bajo su ilustrada dirección y que las objeciones y reparos que entonces se opusieron a la idea, subsisten hasta hoy en parte, necesitándose de tiempo y perseverancia para eliminarlos. El Gobierno va a consagrar todo su esfuerzo para modificar esa desfavorable situación, empleando una labor sostenida, fiado en el patriotismo y decisión del pueblo y de sus representantes en el Congreso".


b) BOLIVIA: FIRMÓ EL PROTOCOLO SOLER-PINILLA PARA DISFRAZAR, SU PENETRACIÓN ARMADA.


 Decía el Canciller Pinilla a Cano, que su tarea,

"no ha de ser la de buscar a todo trance y a cualquier forma un nuevo Tratado de Límites; sino la de perseguir de un modo paciente y firme una solución que consulte el interés nacional; la de tranquilizar las suspicacias paraguayas y la de informarnos con todo el interés de su patriotismo, respecto de las fuerzas, propósitos y condiciones de aquel país..."

El Presidente Montes, por su parte, instruía a Cano,

"que el curso de las gestiones de nuestra Legación en el Paraguay no tiene por qué precipitarse" y que "en cuanto a las expediciones y trabajos de caminos que se van a emprender del lado de Tarija, así como desde Santa Cruz hacia los ríos Pilcomayo y Paraguay, el Plenipotenciario boliviano si fuese interpelado en cualquier ocasión procurará caracterizarlos como medidas administrativas, tendientes a satisfacer las inaplazables necesidades de los vecindarios bolivianos del Sud y del Oriente de nuestra República".

No se hacía sino desarrollar el consejo de Vaca Guzmán que insinuaba en 1888, "avanzar sin estrépito ni ostentación".

Dentro de ese propósito de ocultación de los planes bélicos bolivianos, para cuyo éxito era indispensable llegar al río Paraguay sin que el Paraguay se apercibiera, se firmó en 1907 el Protocolo Soler-Pinilla. Nada de extraño es que bajo la administración del mismo Presidente Montes, y con la firma del señor Pinilla, signatario también de las cartas al Señor Cano extractadas más arriba, Bolivia se hubiera comprometido a detener sus avances en el Chaco. Responda la suscripción del Pacto al plan, general esbozado por ambos estadistas, y es así cómo la historia del pacto Soler-Pinilla no es sino la historia de sus violaciones por parte de Bolivia, y de la sistemática ocultación de ellas.

El Paraguay, fiado en la palabra de Bolivia empeñada en tan solemne documento, muy tarde se dio cuenta de que ese país había traspasado no sólo las líneas fijadas para su ocupación, sino también la zona neutral y los límites de la ocupación paraguaya, ingresando en el territorio laudado por el Presidente Hayes.

La violación del Pacto Soler-Pinilla, que comportaba un verdadero tratado de no agresión y desmilitarización, constituía un "casus belli". Pero el Paraguay que, desde ese momento, podía ejercitar su derecho de legítima defensa, prefirió recurrir a los arbitrios de paz y conciliación. Propuso en las Conferencias de Buenos Aires el sometimiento del asunto al estudio y decisión de la Corte Suprema de la República Argentina. Bolivia que, en un principio se negó a considerar siquiera la situación creada por sus avances, rechazó de plano la proposición paraguaya.

Bolivia alego que e1 “statu-quo" era de posiciones y no de líneas. La excepción no la redime. En 1907 sus posiciones más avanzadas eran los fortines Guachalla y Ballivián, situados en la orilla izquierda del Pilcomayo, al oeste del Meridiano 62º. Ese mismo año, firmado ya el compromiso de no avanzar clavaba dos fortines más, Linares y Esteros. En 1913 decía don David Alvéstegui:

"El avance callado y lento, pero seguro, no ha cesado un sólo `instante; y si en el corto tiempo de dos años, de 1905 a 1907 hemos logrado asentar la soberanía real y efectiva desde los 21° hasta los 24°, se presume que será mucho más corto el tiempo necesario para llegar a los 25º y pocos minutos, es decir hasta la confluencia del Pilcomayo".


c) LOS POLITICOS Y PUBLICISTAS PREPARARON EL AMBIENTE POPULAR.


Como quiera que el plan gubernamental, desarrollado en medio de la mayor clandestinidad, requería el apoyo popular, los publicistas y políticos de mayor ascendiente se dedicaron a insuflar en el alma colectiva ideales de conquista.

D. Bautista Saavedra, que llegó a ocupar la Presidencia de la República y actual jefe del Partido Republicano Socialista, escribe en 1908

"El acceso a la margen occidental del Paraguay debe ser el resultado de un plan graduado, progresivo y seguro de apropiación del Chaco, de su incorporación al territorio boliviano.

La ruta natural y sencilla para dominar el Chaco es la del Pilcomayo. Háse iniciado con éxito la ocupación de la orilla izquierda de Este río, hasta el fortín Guachalla (22° 27’ Lat. Sud). Las últimas expediciones promovidas por el Presidente Montes antes de pactarse el statu-quo, llegaron a Tronquitos y el Paso de las Gallinas, este último situado a los 23° Lat. Sud.,     Y si sin estrépito hemos llegado a este paralelo, nada impedirá avanzar hasta los 24º. Estas posiciones y la ocupación de Puerto Pacheco con 1.000 hombres obligarán al Paraguay a concluir un Tratado, que nos sea ventajoso. Serán acaso necesarios muchos años y no pocos sacrificios para llegar a este resultado, pero las grandes soluciones no se saborean con el solo deseo y buenas intenciones. Las empresas heroicas realzan a los hombres y a los pueblos. No es probable que el Paraguay quiera disputarnos esas posiciones guerreando con nosotros. Sus condiciones financieras lejos están de llamarse prósperas y su situación económica no es nada favorable para lanzarse en aventuras bélicas o costosas expediciones militares. La acción ofensiva del Paraguay nunca podrá perjudicarnos mayormente”

El señor Saavedra, después de encarecer las ventajas de "este procedimiento de apropiación silenciosa de aquellos lejanos territorios", terminaba con estas palabras:

"Se objetará acaso, que este "plan de penetración pacífica" al Chaco traerá el choque con la República vecina.Ello no debe ser un temor que nos retraiga de nuestros empeños. En los instantes actuales, no obstante los himnos a la paz y al arbitraje obligatorio, la única situación inequívoca de las naciones es la fuerza. La fuerza es el exponente de la potencialidad de los pueblos. Solo los débiles creen en el derecho que en definitiva, no es sino la conveniencia de cada país".

El plan de apropiación del Chaco paraguayo continuó, pese a las protestas de fidelidad al pacto de "statu-quo", a cada rato reiteradas por el Gobierno boliviano. El señor Saavedra, consecuente con sus ideas, cuando desempeñó el Gobierno de Bolivia, dio gran impulso a esa penetración.

En 1913, D. David Alvéstegui, actual Ministro de Bolivia en el Brasil y ex-Delegado de su país en la VII Conferencia Panamericana y ante la H. Comisión Especial de la Sociedad de las Naciones, decía que "el avance, callado y lento, pero seguro, no ha cesado un sólo instante". Citaba los fortines y poblaciones que hasta ese año habían sido fundados, y terminaba:

"Tanto los fortines, como las poblaciones mencionadas, así como también las numerosas misiones franciscanas, se hallan "unidos entre sí por numerosos buenos caminos, que haciendo rápidas y fáciles las comunicaciones, las ponen también en la ventajosa situación de auxiliarse mutuamente en caso de cualquier agresión. Si a esto se añade el poderoso contingente militar que hace la guarnición en el Chaco, y que aumenta anualmente, podemos afirmar, sin temor de equivocarnos, que la soberanía boliviana en el territorio que pretende disputarnos el Paraguay, ha llegado, por fin, a ser una hermosa realidad. Es cuestión de tiempo, construyamos caminos en el Chaco, edifiquemos fortines dotados de suficiente guarnición, en suma bolivianicemos el Chaco, que el tiempo así aprovechado nos dará el resultado que buscamos, con éxito superior al de los manejos diplomáticos. El Chaco será así definitivamente nuestro".

Cabe señalar que en el pensamiento de estos dos hombres públicos se trataba de una obra de apropiación del Chaco, de su incorporación al territorio boliviano, en suma, de la bolivianización de un territorio que se sabía ajeno.


d) FORMACIÓN DEL ESPIRITU GUERRERISTA EN LAS ESCUELAS. 


El Ministro de Instrucción Pública y Agricultura de la República de Bolivia se refería, en su memoria del año 1924, a la "actual militarización escolar" y recalcaba su éxito que "sobrepasaba a toda previsión",

Para tener idea de la clase de enseñanza espiritual que se ofrecía a la niñez boliviana, basta reproducir algunos párrafos de los libros de lectura que están en uso en sus escuelas.

En "El Niño Boliviano", Silabario por Enrique y Abel Coronel se lee:

"Bolivia es un país grande y rico. Tiene minerales, vegetales y animales de mucho valor. Esto da envidia a nuestros vecinos y desean quitárnoslo. Ya nos han quitado algo; pero muy luego rescataremos. Este es mi deseo y por esto procuraré ser grande, fuerte e ilustrado". (Pág. 69).

En "Nuestra Tierra", Libro de Lectura para Tercer Grado de Instrucción Primaria, por Alfredo y Heriberto Guillén Pinto, se encuentra el siguiente capítulo sobre "El Puerto"

"Es el más caro para el alma boliviana. Hace falta consagrarle un culto ferviente, no sólo en las escuelas, sino en las instituciones superiores, en los cuarteles y asociaciones de todo género. El ideal del puerto ha sido hasta ayer una especie de numen de nuestras letras y una bandera de combate para nuestra política. Mas hoy, aunque continúa como una esperanza remota, el pensamiento nacional es ya uno solo y el alma nacional está impregnada de él. Y más tarde? Más tarde no podremos vivir de quimeras, porque la necesidad se hará inaplazable y nuestro apóstrofe a la civilización y a la concordia internacional tendrá que ser un gritó de borrasca que o nos agote para siempre o nos abre el camino del mundo. Es necesario que los hombres se preparen para esos nuevos hechos, cultivando dentro de cada uno este supremo ideal boliviano. Para entonces, y por siempre, nuestra armas estarán ennoblecidas por el Derecho". (Pág. 167)

En "Bolivia" Libro de Lectura para Segundo Grado, por Víctor Cabrera Lozada, se lee:   

"Mi Patria. Es Bolivia. Nación poderosa y grande, cuyo porvenir será más dichoso. No importa que algunos de sus vecinos, ansiosos de codicia, la hayan desgarrado en momentos de desgracia y de miseria. Ya habrá tiempo de vengar tanta vileza. Desde luego, contemplo los territorios perdidos que se hallan enlutados en este mapa, y juro, como niño boliviano, ser estudioso para honrarla; fuerte y valiente para procurar la reintegración de Bolivia; y cuando alguien o alguna Nación trate nuevamente de hollar mi patria estaré listo, siempre listo, para derramar la última gota de mi sangre por su integridad e independencia. Qué hermoso y que honor morir por la Patria: No olvidare jamás que Antofagasta, Mejillones, El Acre, El Chaco y otros territorios se hallan en poder de nuestros enemigos y que más tarde, cuando hagamos de nuestra Patria una Nación fuerte, castigaremos a los usurpadores de nuestra heredad…”

En la página 33 del Silabario “El Niño Boliviano", ya citado, debajo de un grabado que representa un aeroplano, los niños bolivianos leían lo que se reproduce a continuación:

"Este aeroplano es de Bolivia. Está volando sobre Viacha. El aviador puede aniquilar en un instante muchos enemigos. Bolivia tiene muchos enemigos; por esto, debe tener muchos aviadores. Yo soy boliviano y seré aviador. ¡Qué espléndido es ser aviador!”


 e) EL ESPÍRITU GUERRERÍSTA EN LAS UNIVERSIDADES.


No solamente, las escuelas primarias recibían la inspiración belicosa. En los colegios secundarios y en las universidades, la juventud boliviana aprendía a considerar la guerra como un mal necesario y aún deseable.     En unas Notas para los alumnos del Curso de Economía Política de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Paz, por el Profesor José E. Rivera, 1926, está escrito:

"Ya no es suficiente explicarse la génesis de los conflictos por simples vesanias de algunos dirigentes o las torpezas diplomáticas de este o aquel mal funcionario, sino que es preciso considerarlas como un fenómeno natural de las sociedades, “que buscan su centro de gravitación histórico y económico unas, y otras, la defensa del que ya tenían conquistado con iguales procedimientos que las primeras". Otro criterio sería superficial y conduce a las ilusiones más peligrosas. Una apreciación de las experiencias más recientes induce pues a concluir que el pacifismo es aún una doctrina inactual. En todos los escenarios continentales, por modestos y atrasados que fueren es innegable que hay naciones que luchan por hegemonías, y -lo que es más y nos incumbe, -qué hay naciones que tienen que defender su existencia y reintegrar derechos legítimos". (Pág. 2).

Esta enseñanza encontraba amplio eco en los órganos de la juventud y de la intelectualidad. Numerosas expresiones escritas de ese espíritu pueden reproducirse. Nos basta recordar lo que aparecía en "juventud", Órgano de la Juventud Católica Boliviana, en su edición del 2 de enero de 1928:

"El imperialismo y el derecho del más fuerte seguirá primando en el orbe, la historia nos confirma. La guerra es una calamidad necesaria, despierta a los pueblos de su letargo y existirá mientras el mundo sea mundo. La paz perpetua es un sueño, y ni siquiera un hermoso sueño. La guerra es un elemento del orden del mundo. En ella se desarrollan las más nobles virtudes del hombre: el valor y la abnegación; la fidelidad al deber y el espíritu de sacrificio. El soldado da la vida. Sin la guerra el mundo se corrompería y se perdería en el materialismo, al decir de Von Moltke".

Y en punto a la cuestión con el Paraguay, que motivaba esos comentarios, decía que el Gobierno boliviano debía tomar

"una actitud enérgica y decisiva para defender el patrimonio nacional; pues así lo determina su superioridad económica, política y militar".


f) OTRO FACTOR DE LA GUERRA.


Bolivia ponderó mal las dificultades de su empresa, y en ello reside otro de los factores de la guerra. No estimaba como obstáculos sino aquellos emergentes de la distancia. Le sabia poco menos que inerme al Paraguay, pero no comprendió que este país, agredido y con la perfecta conciencia de sus derechos, era capaz de tenderse en un gran esfuerzo, llamando a sí hasta los más recónditos valores de su ser.

"Un Estado débil, impotente y despoblado", decía Vaca Guzmán, al referirse al Paraguay.

"La acción ofensiva del Paraguay nunca podrá perjudicarnos", afirmaba Saavedra en 1908.

Don Daniel Salamanca hablaba en sus discursos del "pequeño país" y de "la más miserable de las republiquetas sudamericanas".

Y toda la soberbia boliviana trasuntada en las palabras de sus gobernantes, contribuyó a la guerra.


B- LA PREPARACIÓN MATERIAL DE LA GUERRA.


A hacer desaparecer los obstáculos materiales que se oponían a sus planes de conquista, se dirigieron los esfuerzos de los gobernantes bolivianos, durante más de veinticinco años.


a) LA ORGANIZACIÓN DEL EJÉRCITO.

Implantado el servicio militar obligatorio y contratadas varias misiones militares extranjeras, los recursos del país y los adquiridos en el exterior, se aplicaron en gran parte, a la obra del perfeccionamiento del ejército boliviano. La militarización boliviana fue un hecho innegable. Bolivia llegó a ufanarse de contar con "el mejor ejército de Sudamérica".

El Ejército proscribió el pacifismo de Bolivia, como doctrina peligrosa. En 1930, el Jefe del Estado Mayor General, señalaba al pacifismo entre "las potencias peligrosas que amenazan al país".

En esa misma ocasión hablaba el más alto jefe del ejército boliviano de “la nación más pequeña e insignificante de sudamérica” (Manifiesto dirigido al Ejercito el 13 de mayo de 1930)


b) LAS ADQUICISIONES MILITARES.


“Bolivia posee todo lo que existe en la actualidad de más moderno en cuanto se refiere a la maquinaria destructiva y bélica", señalaba en 1932 el ex Ministro de Estado de Gran Bretaña, Mr. Thomas Johnston, en la Revista “Forward” de Glasgow.

Efectivamente, ninguna nación sudamericana llego a poseer Jamás un "stock" de armamentos modernos, mayor o igual. "Lo suficiente para armar a todas las naciones sudamericanas", comentaba uno de los más importantes diarios de Chile.

Solamente el contrato de la Casa Vickers importo 3.000.000 ₤


c) LOS FORTINES Y LOS CAMINOS.


Negada, en un principio, la violación del "statu quo" pactado en 1907, llegó un momento en que el avance boliviano fue tan franco y ostensible; que se hizo imposible su ocultación. La fundación de fortines y construcción de caminos estratégicos, incrementaronse sobre todo, durante los disturbios civiles que ensangrentaron el Paraguay los años 1922 y 1923, y se volvieron más audaces cuando las adquisiciones militares bolivianas en el extranjero quedaron completadas. La ocupación clandestina no cesó ni siquiera cuando el desarrollo de las Conferencias de Buenos Aires de 1927 y 1928 y las de Washington de 1929 y 1932. Precisamente, mientras se discutía en la capital de los Estados Unidos un pacto de no agresión, Bolivia establecía catorce nuevos fortines, y, finalmente, atacaba y conquistaba el fortín paraguayo Carlos Antonio López, origen inmediato de la actual guerra.

El diario de guerra del Capitán boliviano Hoyós, es un documento que proporciona datos interesantes sobre la penetración armada de Bolivia en el Chaco paraguayo.


d) LOS EMPRÉSTITOS.


Bolivia, país de recursos limitados, pudo llevar a ejecución su plan militar, gracias, en gran parte, a los genero sos empréstitos contratados en el extranjero. Los préstamos, desde 1920 y 1929, acordados por Stifel Nicolau C, Spencer Trask C, Bank Cyn Mills C, Dillon Read y C; etc.:, sumaron a 60 millones de dólares, que fueron destinados, en buena parte, a la adquisición de armamentos y construcción de obras publicas estratégicas o de utilidad militar, Una investigación realizada por el Senado de los Estados Unidos de América comprobó que del Empréstito con la Casa Dillon Read, se destinaron 5 millones de dólares, al pago de una deuda anterior, por compra de armas, a la Casa Vickers.

Son conocidas las condiciones en que fueron estipulados los empréstitos. La república de Bolivia consintió la intervención por comisionados extranjeros, de sus aduanas y Bancos de Estado. El servicio de los intereses y amortización, embebía ya cerca del setenta por ciento de todas las entradas fiscales, cuando Bolivia se declaró en mora.

Pero la mora se produjo cuando el enorme material bélico adquirido, estaba ya dentro del territorio boliviano.


C- LA PREPARACIÓN DIPLOMÁTICA DE LA GUERRA.


Decidida a llevar la guerra al Paraguay, la República de Bolivia buscó la forma de cohonestar la situación en que su conducta le iba a colocar ante la conciencia del mundo.


a) BOLIVIA DESCONOCE SOLEMNES ACTOS JURÍDICOS INTERNACIONALES.


Había, sobre todo, dos grandes obstáculos para la libre acción boliviana, en el terreno jurídico: el Pacto Soler-Pinilla y el Fallo Hayes.

El primero impedía a Bolivia avanzar más allá del meridiano 62; el segundo sellaba la legalidad de la jurisdicción paraguaya en el Chaco.

De allí que el esfuerzo de la diplomacia boliviana se dirigiera, paralelamente con la preparación militar, al objeto de destruir esas dos defensas de la posesión paraguaya.

Negando la existencia legal del "statu-quo" Bolivia creía poder consolidar sus avances.

Mediante la negación de la eficacia del Fallo Hayes Bolivia buscaba impedir que su ocupación militar de parte del triángulo territorial situado entre los ríos Verde, Pilcomayo y Paraguay, tuviese los caracteres de gravedad que de otro modo asumía.

Pero como no bastaba la dialéctica boliviana para negar validez a la firma puesta varias veces debajo del mismo compromiso, ni para desnudar de valor jurídico a una sentencia solemne pronunciada, por una de las más altas autoridades del mundo, la violación de las líneas del "statu-quo", y la penetración en la Zona Hayes, constituyen por sí solas, las más patentes pruebas de la culpabilidad boliviana en la presente guerra.

Cualquiera sea la interpretación que se asigne al "statu-quo" de 1907, era notorio que los fortines bolivianos se establecieron en un territorio que el Laudo del Presidente Americano declaró de justa y legal pertenencia del Paraguay.

Dicho territorio se encontraba bajo la jurisdicción y soberanía del Paraguay, "ejercida tranquilamente en virtud de una sentencia internacional.

Sin necesidad de entrar a estudiar si el Fallo Hayes constituyó para Bolivia cosa juzgada, es evidente que este país no tenía derecho de turbar una posesión, que aparte de ser inmemorial y pública y de estar fundada en títulos irrefutables, había sido reconocida cómo legítima, por un fallo arbitral.

Ni aún cuando se considerara la posesión paraguaya reconocida por el Fallo Hayes, como un mero estado de hecho, Bolivia debía alterarla por ministerio de su exclusiva voluntad.

El hecho, en sí de la penetración de Bolivia en la Zona Hayes es la más patente comprobación de la culpabilidad de ese país. Su empeño en desconocer la eficacia del fallo, evidencia la conciencia de esa culpabilidad.


b) BOLIVIA SE OPONE AL RESTABLECIMIENTO O ESCLARECIMIENTO DEL "STATU-QUO".


La penetración boliviana en las zonas que le estaban vedadas dentro del pacto de "statu-quo" y la invasión de la zona Hayes equivalían a la guerra. El Paraguay, sin embargo, fió en que Bolivia confesaría, al fin, esas violaciones y su disposición de dejarlas sin efecto ulterior. En las Conferencias de Buenos Aires propuso que Bolivia procediese a levantar sus fortines o posiciones militares, cuya fundación o establecimiento fuera posterior a 1907, comprometiéndose el Paraguay, por su parte, a hacer lo mismo con respecto a los suyos que hubiesen sido fundados después de dicho año. Bolivia se negó rotundamente a aceptar esta proposición, diciendo, por conducto de su representante "que el Paraguay no la había vencido ni militar ní diplomáticamente".

Bolivia se negó, asimismo, a aceptar la proposición argentina de desmilitarización de los fortines contiguos o el retiro de los mismos a 50 kilómetros de sus bases.

Igual suerte corrió la proposición paraguaya de someter el punto de las violaciones del "statu-quo", a la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la República Argentina.

Cualquiera de estas sugestiones, a ser aceptadas por Bolivia, hubiera restablecido la situación jurídica existente en el Chaco a la fecha del Protocolo Soler-Pinilla, o por lo menos, hubiera alejado el peligro de colisiones e incidentes propicios a la guerra. 

Bolivia, al oponerse al restablecimiento del régimen de seguridad, o a la creación de nuevas bases de garantía mutua, descubría sus propósitos de agresión.


c) EN 1928 BOLIVIA NO HABÍA COMPLETADO SU PREPARACIÓN.


El doctor Tomás Elío, ex-Ministro de Relaciones, en una conferencia dada en Oruro, en setiembre de 1929, explicaba que Bolivia no tomó, a fines de 1928, el camino decidido de la guerra, por las cuatro siguientes "razones primordiales":

"Por la falta de una eficiente preparación diplomática, por la carestía de armamentos que o estaban en tránsito o aún en las fábricas de Inglaterra de las que el Gobierno Nacional había adquirido. Por la falta de caminos de penetración al teatro del suceso y la zona que habría sido la escena de la guerra y finalmente por la imposibilidad de acceso a Santa Cruz y Puerto Suarez".

Cabe mencionar, en este lugar, las declaraciones de la Cancillería de Chile al Gobierno de Bolivia, en la oportunidad recordada par el señor Elio, entonces Ministro de Relaciones Exteriores, en respuesta a una consulta sobre la actitud que Bolivia debía sumir:

"1. Chile deplora profundamente qué esta consulta no hubiera sido formulada antes de los últimos ataques dé fuerzas bolivianas a fortines paraguayos;

2. Chile estima que las Naciones Sudamericanas están en el deber de no perturbar la paz continental, y, por consiguiente Bolivia debe buscar dentro de los numerosos medios pacíficos que están a su alcance, desde el mismo día que se produjo el primer incidente de frontera, un término honroso y justiciero de la grave situación creada;

3. Chile mira con vivo sentimiento la actitud de Bolivia hacia la guerra y de acuerdo con su política de conciliación internacional, le sugiere sinceramente escoger uno de esos medios pacíficos suspendiendo, desde luego, toda clase de operaciones militares.

4. Chile invita amistosamente a Bolivia a meditar sobre las desastrosas consecuencias de una guerra. (Nota del 16 de diciembre de 1928).


d) LA COARTADA DEL PACTO DE NO AGRESIÓN.


Cuando los planes de guerra estuvieron suficientemente madurados y los obstáculos se estimaran salvados, el Gobierno de Bolivia, siguiendo su tortuosa política, propuso un Pacto de No Agresión.

La intención de la coartada era  evidente. Decidida la guerra, creía Bolivia que la responsabilidad no podría achacarse a un país que, en vísperas de aquella había pedido la firma de Un Tratado de No Agresión.

Olvidaba Bolivia que, desde 1907, estaba vigente un sistema de seguridad que, a ser respetado por ella, hubiera desvanecido, para siempre, toda posibilidad de conflicto.

Bolivia, con su inicíativa, al propio tiempo de buscar una excusa a sus nuevas agresiones, se proponía legalizar sus avances presentes y futuros.

D. Enrique Finot, que representó a su país en las Conferencias de Washington, opinaba que el convenio por negociarse, "no podría ser un Pacto de reducción de armamentos, ni un "statu-quo" territorial "que inhabilite a Bolivia a seguir avanzando". Hacía, en ese plano de ideas, la siguiente sugestión:

"Convendría que las partes quedaran habilitadas para avanzar, como hasta ahora lo han hecho, allí donde no existen signos visibles de la ocupación del adversario, ya que estas ocupaciones no darían derecho alguno capaz de ser alegado ante un tribunal jurídico".

En este espíritu, se inspiró el proyecto que presentó el Gobierno boliviano. Por él, Bolivia no se comprometería sino a "no llevar acabo ataque alguno armado ni invasión de tropas sobre las posiciones efectivas de la otra parte", dejando, por tanto, abiertas las puertas a "nuevos avances militares.

El proyecto boliviano de Pacto de No Agresión es, en el fondo, un testimonio de la culpabilidad de ese país.

 

 

 

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