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BENJAMÍN ACEVAL (+)
30 de Diciembre de 1845 - 25 de Julio de 1900
 
BENJAMÍN ACEVAL (+)


Datos biográficos

BENJAMÍN ACEVAL : Hijo de Leonardo Aceval y Mónica Marín, nació en Asunción en 1845 y fue llevado muy joven a la Argentina. En la Facultad de Derecho de Buenos Aires se graduó de doctor en Leyes. De regreso a la Patria se dedicó al periodismo y a su profesión de abogado; ocupó una banca en el Parlamento, la Presidencia del Superior Tribunal de Justicia y la Cancillería. El Dr. Aceval fue el autor intelectual de la creación del Colegio Nacional de la Capital, durante la presidencia de Juan B. Gill. Firmado el Tratado de Paz y límites con la Argentina, corrió a cargo de José Falcón la clasificación documental y del Dr. Aceval el alegato presentado al árbitro designado, el presidente de los EE.UU. de América. El 12 de noviembre de 1878, el presidente RB Hayes expidió su histórico fallo, declarando que “...la República del Paraguay tiene legal y justo título a dicho territorio situado entre los ríos Pilcomayo y Verde. . .”: El 14 de mayo del año siguiente, el gobierno argentino entregaba la Villa occidental, entonces ya Villa Hayes, y el territorio correspondiente. El Dr. Aceval siguió desempeñando importantes funciones; así las carteras de Relaciones Exteriores, Justicia, Culto e Instrucción Pública y la de Hacienda, la Dirección del Colegio Nacional y de la Biblioteca y Museo Nacional. Enseñó en la Facultad de Derecho y fue Rector de la Universidad.

En noviembre de 1886, BA asumía de nuevo la Cancillería en el gabinete del general Patricio Escobar. En ejercicio de sus funciones negoció con el plenipotenciario boliviano Dr. Isaac Tamayo un nuevo Tratado de límites, que se firmó en la Asunción el 16 de febrero de 1887. Por el referido acuerdo se reconocía a favor de Bolivia hasta el paralelo de la Bahía Negra y toda la región al oeste del meridiano 63° de París; y se sometía a arbitraje desde este último hasta el paralelo de una legua al norte del Fuerte Olimpo. Los términos del tratado significaban una enorme concesión a favor de Bolivia. Felizmente, también este Tratado fue desahuciado en el Congreso. Una población en el Chaco cercana a Villa Hayes lleva su nombre.

El Dr. Aceval falleció en el año 1900; estaba casado con Juana Bautista Mongelós Egusquiza, y dejó descendencia.

Su hermano, Emilio Aceval, sobreviviente de Acosta Ñú, Ministro de Guerra y Marina en el gabinete del Gral. Egusquiza, y Presidente de la República por el período 1898/1902. Casado con Catalina Bedoya y en segundas nupcias con Josefina Rivarola.

Fuente: BREVE HISTORIA DE GRANDES HOMBRES. Obra de LUIS G. BENÍTEZ. Ilustraciones de LUIS MENDOZA, RAÚL BECKELMANN, MIRIAM LEZCANO, SATURNINO SOTELO, PEDRO ARMOA. Industrial Gráfica Comuneros, Asunción – Paraguay. 1986 (390 páginas)

 

 

BENJAMÍN ACEVAL : Fue uno de los estadistas que con más sostenido afán se preocupó por la educación pública del país. Contribuyó, además, con su valiosa colaboración, a la afirmación de la soberanía nacional sobre el territorio chaqueño sometido al laudo Hayes.

Benjamín Aceval nació en Asunción el año 1845; estudió en el Colegio de Montserrat, de Córdoba, y en el Colegio Argentino de Corrientes, para completar luego, en Buenos Aires, sus estudios de Derecho, que fueron coronados el año 1873.

Apenas llegado de regreso a la Asunción, fundó y dirigió La Reforma. Abandonó el periodismo para aceptar la cartera del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública en el gobierno de don Juan Bautista Gill. El año 1875 partía como representante diplomático ante el gobierno de Washington para presentar el alegato paraguayo en el laudo encomendado al presidente americano Rutheford B. Hayes sobre el mejor derecho a la zona chaqueña comprendida entre los ríos Pilcomayo y Verde. Su inteligente desempeño en la delicada comisión que le fuera confiada entonces contribuyó eficazmente al reconocimiento de nuestra soberanía sobre el territorio en disputa.

A sus gestiones se deben la fundación del Colegio Nacional de Asunción y el de Villarrica; y, en 1878, declinó el Ministerio de Relaciones Exteriores que le ofrecía el presidente Cándido Bareiro, prefiriendo ejercer la dirección del primero de estos institutos de enseñanza. Ejerció ese cargo hasta el año 1886, fecha en que pasó a integrar el gabinete del presidente Patricio Escobar. Ese mismo año encabezaba la comisión integrada por Alejandro Audibert, Ramón Zubizarreta, Juan G. González y Ricardo Brugada para la fundación de la Biblioteca Nacional.

El 16 de febrero de 1887 suscribió el tratado Aceval-Tamayo sobre el problema de límites con Bolivia y, al año siguiente, presidió la delegación paraguaya al Congreso de Derecho Internacional Privado, reunido en Montevideo.

A pesar de su incesante labor en la función pública, el doctor don Benjamín Aceval era también profesor en la Facultad de Derecho y, por dos veces, ejerció el rectorado de la Universidad Nacional.

El ilustre hombre público falleció en Asunción el año 1902.

BIBLIOGRAFÍA

Gómez Freire Esteves: Historia contemporánea del Paraguay.

Cecilio Báez: Historia diplomática del Paraguay.

Carlos R. Centurión: Historia de las letras paraguayas.

Fuente: CIEN VIDAS PARAGUAYAS Por CARLOS ZUBIZARRETA. Prólogo a esta edición CARLOS VILLAGRA MARSAL. Prólogo a la 2ª edición de 1985 ALFREDO M. SEIFERHELD. Comisión Nacional de Conmemoración del Bicentenario de la Independencia del Paraguay. Biblioteca Bicentenario Nº 6. EDITORIAL SERVILIBRO. Asunción – Paraguay. 2011 (240 páginas)

 

 

 

ACEVAL, BENJAMÍN : Diplomático, magistrado y catedrático. Nació en Asunción en 1845, hijo del matrimonio de Leonardo Aceval y Mónica Marín. Desde muy joven se crió en la Argentina y realizó sus estudios en el Colegio Montserrat de Córdoba y en el Colegio Argentino de Corrientes, recibiéndose de abogado en la Universidad de Buenos Aires, en 1873.

De regreso a Asunción se dedicó al periodismo, fundando y dirigiendo La Reforma. Poco después abandonó el periodismo para dedicarse a la función pública, ejerciendo la cartera de Justicia, Culto e Instrucción Pública, durante el gobierno del presidente Juan B. Gill, y de Relaciones Exteriores en el gobierno de Higinio Uriarte.

Como diplomático, le tocó representar al Paraguay ante el gobierno estadounidense, árbitro en la cuestión territorial con la Argentina, sobre los derechos paraguayos sobre el Chaco, gestiones que fueron coronadas con éxito, con el reconocimiento de dichos derechos y la adjudicación a nuestro país de la posesión del territorio en disputa por el presidente Rutherford Hayes.

De regreso al Paraguay realizó un importante papel en la creación de instituciones de enseñanza, como el Colegio Nacional de la Capital y el de Villarrica. Durante el gobierno del presidente Patricio Escobar ejerció la cancillería nacional y le tocó firmar el TRATADO ACEVAL-TAMAYO, el 16 de febrero de 1887, sobre la cuestión de límites con Bolivia. Fue uno de los fundadores de la Biblioteca Nacional, juntamente con otras importantes personalidades de la época y en 1888 presidió la delegación paraguaya al Congreso de Derecho Internacional Privado realizado en Montevideo, Uruguay.

El doctor Aceval también se dedicó a la magistratura, llegando a integrar el Superior Tribunal de Justicia, y a la cátedra universitaria, ejerciendo en dos oportunidades el rectorado de la Universidad Nacional. Fue el primer presidente del Ateneo Paraguayo, importante entidad cultural fundada en 1893.

El doctor Aceval murió en Asunción el 5 de julio de 1900. Estaba casado con Juana Bautista Mongelós Egusquiza y era hermano de Emilio Aceval que fuera presidente del país.

Fuente: FORJADORES DEL PARAGUAY – DICCIONARIO BIOGRÁFICO. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL. Coordinación General: Ricardo Servín Gauto. Dirección de la obra: Oscar del Carmen Quevedo. Tel.: 595-21 373.594 – correo: arami@rieder.net.py– Asunción-Paraguay 2001 (716 páginas).

 

 

LA CANDIDATURA PRESIDENCIAL DE 1894: Para la elección presidencial de 1894, se lanzaron dentro de la Asociación Nacional Republicana o Partido Colorado la candidatura del general Bernardino Caballero y la del general Juan B. Egusquiza, ministro de Guerra y Marina del presidente González. Solapadamente, se trabajaba también por la de José Segundo Decoud. En esas circunstancias, el 24 de mayo de 1894, la Convención del Centro Democrático o Partido Liberal decidió que la agrupación participaría también en los comicios y proclamó la formula Benjamín Aceval - Juan Bautista Gaona, para la presidencia y vicepresidencia de la República.

Ninguno de los dos candidatos pertenecía al Centro Democrático, lo que dio lugar a objeciones en el seno de la convención. Las disipó Cecilio Báez, quien sostuvo: "El doctor Aceval y el señor Gaona no son personas afiliadas a nuestro partido, es cierto; pero no se puede negar su patriotismo. El Partido Liberal lo que busca es el patriotismo de los hombres, no su color político; busca a ciudadanos honorables y patriotas, que deban hacer la felicidad general [...]. Pregunta el señor delegado de Acahay por qué razón tantos sacrificios hechos por el Partido Liberal han de redundar en provecho de dos ciudadanos que no militan en sus filas. Partir de este principio es sentar la teoría, para mí muy errónea, de que la presidencia y vicepresidencia deben darse corito recompensa. ¡No señores!, nosotros no debemos recompensar a ningún hombre; los puestos públicos no deben ofrecerse en premio de servicios; las magistraturas de la Nación se dan a los hombres, no para que las conviertan en objeto de granjería, sino para el bien del país".

La posición contraria tuvo como vocero a Alejandro Audibert, quien argumentó: "Si el doctor Aceval hubiese ingresado al partido, si hubiese hecho declaraciones solemnes, bien pudiera haber llegado a inspirarnos confianza; pero ante sus antecedentes de indiferencia pública, su silencio constante en las luchas que nos agitan, yo no sé cuáles son las esperanzas que se cifran en él. Será muy honorable, será muy patriota, todo lo que se quiera, pero su voz no se ha levantado para condenar el abuso".

Al día siguiente, se realizó una manifestación en honor del doctor Aceval. El presidente del Partido Liberal, Manuel I. Frutos, le presentó el saludo y la adhesión de los convencionales. Aceval respondió: "Ciudadano modesto, pero amante de la patria como vosotros lo sois, deseoso de hacer por ella cuanto dependa de mi buena voluntad, he aceptado lo que me habéis ofrecido y me consideraré feliz si pudiera, llegado el caso, llenar aunque sea en parte, vuestras aspiraciones y corresponder a vuestra confianza. Si el triunfo corona vuestros trabajos, me impondré, como un deber primordial, el llamar a compartir conmigo las difíciles tareas gubernamentales a los ciudadanos más competentes y honorables, pertenezcan ellos al Partido Liberal o a cualquiera otra agrupaciones que existan, de manera que el gobierno no siga las inspiraciones solo de unos, sino de todos los ciudadanos, a fin de concurrir así de consuno a laborar la felicidad de la patria, que debe ser el anhelo constante y principal de todo buen gobernante. Tengo la fortuna de que ningún sentimiento de odio, ni idea alguna de venganza, agite mi espíritu, y pienso que no debemos remover lo pasado, echando antes bien sobre él espeso velo, no solo para no fomentar agrados sino para terminar en fraternal concierto las diferencias que nos han dividido momentáneamente".

Poco después, el 30 de mayo, los alumnos del Colegio Nacional le dirigieron una nota de adhesión, en la que expresaban que, conociendo sus virtudes cívicas, sus honrosos antecedentes y su ilustración, veían próxima "una era de reparación de todas las instituciones patrias". Firmaban ese documento muchos de los que llenarían con sus nombres la historia política y cultural del Paraguay en las primeras décadas del siglo XX: Tomás Airaldi, Orosimbo Ibarra, Antolín Irala, Ricardo Odriozola, Juan B. Benza, Eusebio Ayala, Ignacio A. Pane, Esteban Semidei, Luis E. Migone, Bartolomé Coronel, Eligió Ayala, Gualberto Cardús Huerta y Belisario Rivarola, entre otros. El doctor Aceval les agradeció, y recordó cuanto sigue: "Siempre he tenido predilección por la juventud estudiosa, que anhelando cultivar su inteligencia, acude a las aulas a arrancar sus secretos a las ciencias y a las letras; porque esa juventud será la obrera del progreso y la que elabore la futura grandeza nacional. Por eso en otro tiempo, para mí de dulce recuerdo, le dediqué gustoso mis afanes, contribuyendo, aunque en muy pequeña parte, a formar la brillante pléyade de jóvenes que honran ya las letras paraguayas".

No solo hubo aplausos y adhesiones. Los periódicos afines a las candidaturas coloradas criticaron al candidato liberal por el Tratado de Límites con Bolivia; afirmaron que no había demostrado “poseer las condiciones necesarias para prestar servicios de importancia al país", que solo había ocupado puestos públicos para utilizarlos en favor de "sus ambiciones desmedidas de fortuna" y que nunca se distinguió por tener "carácter firme para sobreponerse a las pequeñas mezquindades de los círculos políticos que actúan en el campo de la oposición". Para El Pueblo, órgano del liberalismo, los ataques se debían a que el general Caballero no podía consentir que hubiese un hombre más popular que él, y el señor Decoud no toleraba estar, "en el concepto del pueblo", "por debajo del doctor Aceval". Al respecto, añadía: "Es raro, en efecto, que el señor Decoud, a pesar de concedérsele mucha habilidad, no tenga ni siquiera una fracción del pueblo que le acompañe y le apoye; y que el doctor Aceval, a pesar de negársele hasta ilustración, goce de las simpatías generales del pueblo paraguayo. El señor Decoud tiene mucha vida pública; pero ninguno de sus actos le ha conquistado la adhesión de sus conciudadanos. En cambio, el doctor Aceval ha vivido casi siempre alejado del poder,  pero sin dejar de prestar importantes servicios al país. Al primero le ha perdido su apego al poder; al segundo le han valido su desinterés y desprendimiento".

Con fecha 3 de junio, se publicó un manifiesto dirigido por Aceval al pueblo paraguayo, en el que expuso su programa de gobierno. Planteaba en él, en sustancia: 1) poblar el país, ofreciendo tierras en condiciones ventajosas a la inmigración agrícola, para aumentar la producción y adquirir sistemas de cultivo más adelantados; 2) buscar nuevos mercados en el exterior; 3) generalizar el uso de instrumentos agrícolas más modernos, y mejorar y diversificar los cultivos; 4) procurar que la población trabajase y produjese más, para llenar las exigencias internas y exportar el excedente; 5) implantar la seriedad, la actividad y : la moralidad administrativas; 6) garantizar la libertad política y civil, la vida y la propiedad de todos los habitantes, con lo que se despertaría la confianza, y consecuentemente, el trabajo y la producción; 7) elevar el nivel intelectual y moral de la población, "educando a las masas", con la habilitación de escuelas para ambos sexos y escuelas normales destinadas a la formación de maestros, el mejoramiento de la universidad y de los colegios nacionales y la creación de escuelas agrícolas y de artes y oficios;  8) organizar el personal de la Administración de Justicia "de la manera más apropiada al lleno de su importante y trascendental cometido"; 9) poner especial cuidado en la elección y nombramiento de funcionarios públicos; 10) reprimir con energía los abusos de los empleados estatales, en desagravio del ofendido y para salvar el principio de autoridad; 10) dotar al país de buenos caminos, asegurar su cuidado y conservación, y poner puentes sólidos sobre los ríos y arroyos; 11) contratar ingenieros competentes en trabajos hidráulicos, a los efectos de resolver las dificultades de navegación del río Paraguay; 12) mantener al ejército en el mejor pie de disciplina, instruir al soldado y habilitar un colegio militar; 13) atender a la Iglesia, ‘‘procurando que los distintos curatos de la capital y campaña sean dotados de párrocos morales, virtuosos e ilustrados", y levantando templos o refaccionando los existentes;

14)    cultivar con esmero las relaciones exteriores, especialmente con las naciones limítrofes, sin descuidar el arreglo definitivo de los límites del país, "bajo la base de la integridad territorial, a fin de tenerlos bien determinados y evitar las discusiones y tal vez los disgustos internacionales"; 15) hacer renacer el crédito y mantenerlo con empeño; 16) levantar la biblioteca pública y fundar bibliotecas populares en todos los pueblos importantes; 17) establecer una penitenciaría con condiciones apropiadas de seguridad e higiene; 18) fundar un asilo de alienados, donde estos fueran atendidos y curados; 19) proteger las industrias nacientes y tratar de implantar otras nuevas, y mejorar la riqueza pecuaria con la introducción de sementales de razas puras de equinos, vacunos y ovinos, y 20) dejar amplia libertad electoral al pueblo, “a fin de que sus representantes en el Gobierno sean la expresión de la mayoría de la voluntad popular y puedan temer el control del pueblo, arreglando a ello su conducta".

Apuntaba asimismo: "El gobernante debe ser probo, recto y celoso en que se cumplan estrictamente las leyes sobre la percepción e inversión de las rentas públicas. El de origen popular no debe gobernar con solo un círculo o partido político; debe llamar de todos ellos a los hombres más importantes e idóneos, pedirles su concurso, y proceder según la norma que le tienen marcada la Constitución y las leyes, anteponiendo siempre los intereses públicos a los privados. Debe el gobernante ser un servidor del pueblo, firme en el cumplimiento de su deber, sin odios ni rencores, para que su acción se deje sentir de una manera saludable y benéfica. Debe dar el ejemplo como fiel observador de la Constitución y de las leyes, para exigir a sus subalternos y a los gobernados, su estricto cumplimiento".

Todo hace suponer, empero, que con la fórmula Aceval - Gaona el Partido Liberal buscaba únicamente ocupar un espacio en la escena política. De hecho, no tenía entonces condiciones para disputar seriamente el poder a los colorados, aun cuando la fuerte puja por la candidatura oficialista le daba cierto margen de acción. De todas maneras, la indefinición colorada desapareció el 9 de junio de 1894, cuando los generales Caballero, Escobar y Egusquiza depusieron al presidente Juan G. González, concuñado y principal favorecedor del señor Decoud, dejando en el gobierno al vicepresidente Marcos Morínigo. El acuerdo de los generales permitiría, además, concretar una fórmula de consenso para los comicios de ese año, integrada por Juan B. Egusquiza como candidato a presidente y Facundo Ynsfrán, sobrino del general Caballero, como candidato a la vicepresidencia.

Ante esto, el Partido Liberal, en consulta con sus candidatos, decidió a principios de julio no participar en los comicios. Mediante un manifiesto, el presidente de la Comisión Directiva Central, señor Frutos, expuso que la candidatura del general Egusquiza contaba con el afecto del elemento militar, que las autoridades del interior respondían a ella y que las cámaras legislativas la aceptaban sin excepciones. "En presencia de estos hechos -concluía-, nuestra lucha va a ser estéril. Podremos recoger la palma de la victoria en los comicios, puesto que nuestro partido es fuerte y numeroso; pero no tenemos juez que ha de aprobar nuestras actas electorales".

 

Ministro de Hacienda

El general Juan B. Egusquiza asumió la Presidencia de la República el 25 de noviembre de 1894. Para entonces, Benjamín Aceval se desempeñaba como presidente del Consejo de Agricultura e Industrias, constituido por ley del 6 de octubre de 1894, e integrado por cinco miembros, que ejercían sus funciones en forma honorífica. El consejo se hizo cargo del Banco Agrícola, y debía promover la introducción de nuevos métodos de cultivo, el mejoramiento de los existentes, el arreglo de caminos, la construcción de puentes, la apertura de mercados y el establecimiento de ferias que estimulasen la producción. El 15 de octubre siguiente, fueron nombrados para integrarlo Benjamín Aceval, Federico Creydt, Manuel Barrios, Miguel W. Bajac y Gerónimo Pereira Cazal.

El 30 de abril de 1895, Aceval, como presidente del Consejo de Agricultura e Industrias, presentó la memoria de las actividades realizadas en seis meses de gestión. Explicó que en ese tiempo, el consejo se había ocupado de informarse sobre las necesidades existentes y la mejor manera de cumplir su cometido, así como de considerar la organización de las oficinas y el personal intermediario entre el banco y los productores, a fin de asegurar "alguna equidad en la distribución de los recursos y hacer desaparecer, en cuanto sea posible, los abusos y las pequeñas explotaciones de que, según noticias, venían ellos siendo víctimas". Se dictó, por consiguiente, el reglamento interno del Banco Agrícola, y se determinó la habilitación y funcionamiento de agencias departamentales, agencias de partido y subagencias de compañía.

En cuanto al mejoramiento de los cultivos, el consejo hizo comprar semillas en el exterior, que comenzaban a llegar, y se distribuirían gratuitamente o a precio de costo. Entre estas semillas se contaban las de tabaco de Cuba y Bahía, trigo de Argelia, Egipto e Indias Orientales, arroz de Piamonte, algodones blancos de Estados Unidos y algodones de color del Perú, dátiles de Berbería y Persia, renuevos de ananás de la especie Nervosa Máxima, renuevos de bananas del Brasil y plantas de limoneros de Palermo y Sorrento. Se enviaron muestras de coco a los cónsules paraguayos en Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania para seleccionar o mandar hacer máquinas portátiles y manuales que facilitasen la extracción de la semilla de coco para la fabricación de aceite y jabón en el país. El banco proporcionaba trapiches, herramientas y alambres para cercos a los agricultores, esperando "que en tiempo no lejano, su uso se [hiciera] común, desapareciendo los viejos instrumentos agrícolas solo mantenidos por la rutina". Por otra parte, el consejo se ocupaba en esos momentos de la creación de una Escuela Práctica de Agricultura.

Estando en estos afanes, el doctor Aceval recibió la invitación para integrarse al gabinete del presidente Egusquiza como ministro de Hacienda. José Segundo Decoud fue nombrado al mismo tiempo ministro de Relaciones Exteriores, cerrándose de esta manera, el 4 de junio de 1895, una crisis política provocada por la interpelación y renuncia posterior del ministro Agustín Cañete, titular de Hacienda y encargado de Relaciones Exteriores. Emilio Aceval era ministro de Guerra y Marina y uno de los colaboradores de mayor confianza del Jefe de Estado. Se comentó, no obstante, que fue el general Escobar quien sugirió el nombramiento del nuevo ministro de Hacienda.

Benjamín Aceval estuvo al frente del ministerio hasta setiembre de 1896. Renunció al cargo por diferencias surgidas en torno al arreglo celebrado en relación al Ferrocarril Central. Objetado el acuerdo en el Poder Legislativo, el ministro Aceval opinó que la cuestión tenía que someterse a arbitraje, y planteó que el acuerdo fuese retirado del Congreso. Como hubo opiniones divergentes en el propio gabinete, formalizó su renuncia para dejar al presidente en libertad de "ofrecer a otra persona la cartera de Hacienda, en virtud de esta diferencia de opiniones". El general Egusquiza le disuadió por un momento de separarse del Gobierno, pero los comentarios críticos formulados por el periódico gubernista a las declaraciones de Aceval publicadas en La Democracia acerca de los motivos de su renuncia, le llevaron a ratificarse en la decisión original.

Unos días antes de renunciar, el 26 de agosto, el doctor Aceval había concluido la memoria anual del Ministerio de Hacienda, en que consignó los aspectos más relevantes de su actuación ministerial. Apuntó en ella que el desempeño de la cartera era difícil “a causa de la exigüidad de nuestras rentas por falta de producción y de las crecientes exigencias de gastos". Tal situación, empero, se iría modificando, "en atención al cuidado especial que el Gobierno [dispensaba] al fomento de la agricultura y al planteamiento de las principales industrias nacionales". Aseguró que en 1895 el presupuesto nacional había sido atendido con regularidad, pero tenía dudas de que pudiera ocurrir lo mismo en 1896 "por el enorme aumento hecho". Afirmaba que la percepción y distribución de las rentas públicas se ejecutaban "con honradez y escrupulosidad, exigiéndose el debido control y esparciéndose la seriedad y la puntualidad" en las distintas reparticiones dependientes del ministerio. Se atendía con regularidad el servicio de intereses y amortizaciones de la deuda interna y se negoció un arreglo para el pago de la deuda externa procedente de los empréstitos de 1871 y 1872, con el propósito de restablecer el crédito del país. La recaudación aduanera se incrementó en 1895 con respecto al año anterior.

El ministro Aceval emprendió una gira para visitar las aduanas de Pilar, Humaitá, San José-mí y Encarnación, "subiendo el río Paraná hasta Tacurú-pucú". A su regreso, informó al presidente sobre las necesidades más sentidas y presentó un proyecto de ley para la construcción de muelles y tinglados en varias de esas dependencias. También presentó un proyecto para rebajar los derechos de importación a las mercaderías introducidas por Encarnación, en el ánimo de “favorecer a su comercio naciente, a fin de que [pudiera] hacer frente a la competencia vecina en la importante región yerbatera y de obrajes de madera que está dentro de su jurisdicción". Se preocupó, asimismo, del puerto de Asunción, en el que se debían reparar, con urgencia, los muelles viejos y levantar un edificio nuevo para la administración y para depósitos. El puerto estaba, en su concepto, casi inutilizado a causa de la arena. Por ello, hizo venir a dos ingenieros, que efectuaron estudios para la presentación de los planos y presupuestos de las obras, que, a su entender, podían ser costeadas con los limitados recursos del Estado.

Naturalmente, durante su gestión ministerial, el doctor Aceval prestó especial atención a los trabajos del Consejo de Agricultura e Industrias y del Banco Agrícola. A este respecto, significaba en su memoria anual: "El Banco Agrícola es una de las instituciones más útiles e importantes del país. En su nueva era de reorganización, su influencia se ha dejado sentir de una manera benéfica en la campaña: la agricultura y la industria incipientes han recibido ya su impulso poderoso en relación a su capital, y en poco tiempo más comenzará el país a recoger los frutos de ese impulso". Su actividad abarcaba el apoyo a los cultivos conocidos y a los poco conocidos, la introducción de otros nuevos, el envío de productos a varios países para encontrarles mercados de consumo y la introducción de herramientas y maquinarias agrícolas e industriales, y de semillas de varias clases.

Se concretó, además, el establecimiento de la Escuela de Agricultura Práctica y Granja Modelo, dependiente del Consejo de Agricultura e Industrias. Para el efecto, fueron adquiridas dos quintas en Trinidad (el actual Jardín Botánico) y Moisés S. Bertoni fue nombrado para dirigir el establecimiento. Escribía Aceval:

"Si hay acierto en su dirección y administración, como se espera, no hay duda que ese plantel dará muy buenos resultados, produciendo los primeros agricultores formados en el país, que se encargarán de esparcir sus conocimientos por todas partes, haciendo así perder los hábitos de rutina a que está tan apegada en el presente nuestra población agrícola".

Tras dejar el ministerio, el doctor Aceval volvió a ser designado, el 28 de octubre de 1896, miembro el Consejo de Agricultura e Industrias, y volvió a presidirlo. El 11 de noviembre de 1896, fue nombrado también para integrar con Cecilio Báez la comisión encargada de practicar el estudio de los límites de la República con Bolivia, de acuerdo con sus títulos históricos, en cumplimiento de un mandato del Congreso. No llegaría a completar el encargo, pues renunció a la comisión, y se designó en su reemplazo al senador Juan C. Centurión, en julio de 1897. A principios de ese mismo mes, había sido nombrado director titular de la recientemente creada Caja de Conversión, que se encargaría de recaudar, con intervención de la Contaduría General, las rentas destinadas a la conversión de los billetes o papel moneda de curso legal. El cargo era, asimismo, honorífico.

En diciembre de 1897, renunció al Consejo de Agricultura e Industrias; y en marzo de 1898, dejó su cargo de miembro del Directorio de la Caja de Conversión, tras ser nombrado rector de la Universidad Nacional, en reemplazo del doctor Pedro Peña. Aceval era profesor de Teoría de Procedimientos Judiciales en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales desde 1894. En 1896 fue confirmado como profesor de Derecho de Procedimientos (Primer y segundo cursos); pero en los programas de la asignatura publicados ese año se indicaba que Aceval estaba a cargo del primer curso, referido a los Procedimientos Civiles y Comerciales, con nociones sobre la organización del Poder Judicial, y el doctor Teodosio González enseñaba el segundo curso, relativo al Procedimiento Penal. El doctor Aceval ejercería el rectorado durante 1898, dejándolo al ser nombrado presidente del Superior Tribunal de Justicia, en noviembre de ese año.

Fuente: BENJAMÍN ACEVAL. Por RICARDO SCAVONE YEGROS. Colección GENTE QUE HIZO HISTORIA N° 11 © El Lector (de esta edición). Asunción – Paraguay, junio, 2013 (130 páginas)



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