Portal Guaraní - LA GUÍA DE 1960 - Por Toni Roberto

La guía telefónica pasó de ser un indispensable elemento del que no se podía prescindir en la casa y en el comercio, a “rareza” que solo reconocen los memoriosos.

Hace unos días me reecontré con la vieja guía telefónica 1960/ 1961 de mi abuelo. Recuerdo de cuando era niño que siempre estaba debajo de la mesita de teléfono junto a otras guías más nuevas que actualizaban datos. Después, estuvo décadas escondida en una vieja cómoda y sobrevivió a la mudanza del centro a la zona de Manorá en 1980. La encontré un poco “despedazada”, pero ese estado a veces nos habla de muchas cosas, nos remite imaginariamente, algunas veces, a una época que ni siquiera vivimos, a números telefónicos y direcciones que ya no están, que ya son imposibles. Todo eso me llevó a pensar en gente de antes que podrían recordar “historias telefónicas”. Ahí me vino a la mente un nombre, el de una de las vecinas más antiguas del centro de Asunción, Rosita Romero Luces, que el año pasado cumplió 97 años, con una lucidez y un estado físico envidiables.

Con ese propósito, busqué su número de teléfono (de línea baja por supuesto) llamé insistentemente, pero nadie me contestó. Seguí insistiendo mucho hasta que decidí escribirle a su sobrina la Reina del Café 1972, María Estela Volpe. Le pregunté si sabía algo de Rosita y me dio una triste información: “tía Rosita falleció a finales del año pasado”. Son esas noticias que te dicen que faltó tiempo, que pudiste haberla visitado más, pero la vida es así, Rosita ya no atendió el teléfono, Rosita ya no estaba más…

Siguiendo la charla con la Reina del Café de 1972 sobre el tema de los “teléfonos de antes”, ella me contó: “Mi papá, el Químico Farmacéutico Francisco ‘Pancho’ Volpe, tenía en casa la Farmacia San Francisco en la antigua esquina de Perú y Cerro Corá, en Ciudad Nueva”, yo agrego para ubicar geográficamente la zona a la que podríamos denominar la zona baja del barrio. Sigue diciendo “En un rincón de la farmacia sobre una mesita estaba el teléfono negro a disco de los años 30 que era el teléfono que usaba todo el barrio, desde donde se le avisaba a algún vecino sobre alguna urgencia familiar o algún tema de otra índole… Y, por supuesto, no faltaban las llamadas de amor. En síntesis mi papá, además de de ser el farmacéutico y hacer de médico del barrio, también hacía un trabajo social como ‘comunicador telefónico barrial’ y por supuesto no cobraba las llamadas” termina diciendo.

Por otro lado, nos cuenta Cristina Gómez Sanjurjo, una anécdota especial. En plena revolución del 47 el teléfono de su casa estaba en el corredor del frente en una antigua casa sobre la calle 25 de Mayo del barrio San Roque. Su hermana María Teresa estaba caminando y justo suena el teléfono y ella se sienta en ese corredor para atender la llamada y entonces, una bala le pasa rozando frente a la cara. El llamado telefónico le habría salvado milagrosamente de la muerte.

En otros casos, vecinos que recuerdan con mucho cariño a los primeros poseedores de teléfonos en los barrios, como “Kitty” Gorostiaga del barrio General Díaz que cuenta que a finales de los años 40, en esa zona, el único que tenía un teléfono era el coronel Ibarrola y su señora doña Rosario de Ibarrola, los dos ya entrados en años. Ella dice “los recordamos hoy con mucho cariño, pues hicieron un gran trabajo social al prestarnos su teléfono a todos en el barrio”.

El teléfono cumplió un importante servicio social en Asunción, desde su creación a finales del siglo 19 y principios del XX, empezando con apenas 30 usuarios. En muchos casos salvó vidas, en el más amplio sentido de la palabra. En muchas zonas, desde los barrios del sur hasta las antiguas afueras de la ciudad, y fue reemplazando poco a poco a los “mandaderos” que llevaban avisos “a viva voz” o esquelas a todas partes dentro de la ciudad.

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