Cuando el músico y compositor Juan A. Torales -nacido el 23 de junio de 1917 en Caballero, departamento de Paraguarí-, supo que había llegado a su tierra el poeta Emiliano R. Fernández se llenó de emoción. «Aikuaava'erâ chupe (tengo que conocerle)», se prometió a sí mismo. En 1935 -año en el que se desarrolla este relato- tenía 18 años.
El poeta estaba en la casa de Fidelina Valdez trabajando en una obra dedicada a ella (Nde keguýpe, conocida también como Entre tu sueño). El visitante saludó con timidez a quien consideraba el mayor poeta popular paraguayo de la época.
- Eguahêke Juancito (Pase adelante, le invitó doña Felicidad Valdez, la madre de la mujer a la que en ese momento Emiliano dedicaba sus versos y su atención.
«Che niko akyhyje nunga voi la Emiliano-gui», recuerda don Juan en su casa-almacén de Morquio y Cerro Corá, en Asunción. Acota que el poeta tenía los ojos rojos y una capota boliviana. «Ha'e de militárnte voi oñemondémiva», agrega su esposa Inocencia, artista de la guitarra y la composición como su marido.
- Eguahê kátuna mi hijo (llegue no más mi hijo) - intervino Emiliano. –
Amo música ningo Penera'arôvo nde rejapova'ekue ha ajuhúva Ocara poty cue mi-me. Apurahéi pe kokuére, lo mitâ apytéipi (Le puse música a su obra, que encontré en un cancionero popular. La canto en la chacra, andando con mis amigos le contó sobre la marcha Juan.
- Ñahendumína che ra'y (vamos a escucharla)-, le pidió Emiliano.
Al terminar la melodía, el poeta lo felicitó. Le contó luego que había escrito la obra pensando en los ex-combatientes que volverían con vida del frente de batalla, invitándolos a reconstruir la patria desangrada.
Don Juan relató después que cuando encontró la letra le entusiasmó tanto que la aprendió de memoria. «Amo música kavaju ári, ahakuévo guéi reru. Ha aguahê jevývo ógape, a'arregla che mbarakápe (Montado a caballo, cuando iba a buscar los bueyes, le ponía la música. Al retornar a casa, la completaba, ya con la guitarra)», rememora el compositor que a muy temprana edad había aprendido a amar la música. Sus hermanos -entre ellos Máximo Torales, el autor de Tuku karu- eran también músicos. De ellos aprendió los primeros secretos de la guitarra y luego remontó vuelo con la sola ayuda de su intuición y su talento.
Años después, don Juan dejaría su tierra para trabajar en una compañía constructora de rutas norteamericana. Su primer trabajo fue la pavimentación asfáltica de la ruta 2, en el tramo final. Después, en su calidad de responsable de la obra, trabajó en la construcción del desvío a Areguá de la ruta 2.
Con el tiempo, don Juan se encontraría de nuevo con Emiliano. «Entre tu sueño mi Fidelina ko che tormentona ehendumi... apurahéiva'erâ chupe atopahápe, umi Gral. Higinio Morínigo acto háipi (Le cantaba el primer verso de la canción que le había dedicado a Fidelina)». Inmediatamente, entonces, Emiliano reconocía a aquel tímido muchacho al que había visto por primera vez en Caballero.