RÁFAGAS DE LA TIERRA

Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ

Texto de AUGUSTO CASOLA

            ..."Ráfagas de la tierra" es una muestra del lento proceso que debe seguir un artista para llegar a ser el sincero cantor de su verdad. Las malezas que se desbrozan para alcanzar esa meta no son más que frágil obstáculo que pocas veces impide la consecución de un alto fin. La auténtica poesía que se desprende como llamarada fugaz de los versos de Martínez habrá de ir invadiéndolos hasta completar el duro y vital ciclo de encontrarse a sí mismo y cantar con la profunda sonoridad de lo logrado (José-Luis Appleyard, Cuatro libros y un silencio, la Tribuna, 3 de marzo de 1963).

            Luis María Martínez es un poeta sensible que trabaja con igual acierto el verso libre que el rimado; creemos a ratos que es más fértil en los recursos poco exigentes que impone el verso libre; sin embargo, no debemos olvidar en intentos como "La abeja", donde se mueve a través de la rima de un soneto (Cuadernos de Bellas Artes, julio de 1964, Año V, N° 7, Instituto Nacional de Bellas Artes - Oficina de Prensa y Relaciones Públicas, México, D.F.).

            "Ráfagas de la tierra" hay como un permanente soplo de tempestad que brota de la tierra y envuelve al pueblo. Aquí el poeta se afirma, se serena; no quiere impresionarnos con la musicalidad de sus versos sino se erige en señalero de ruta, en un vigía poderoso que orienta y dirige con el pregón de sus versos; ¡es que con este mensaje quiere llegar al corazón de todos para dejar caer en cada uno siquiera una gota del rico venero de sus bellos poemas! (Carmelo Castiglioni Pérez).

            Con "Ráfagas de la tierra" se entra en el mundo de un poeta que siente con hondura la realidad invisible de la poesía de su suelo (Córdova Iturburu).

            Para que haya poesía, es necesario que exista un mundo. Para que exista un mundo, es necesaria la poesía. En Ráfagas de la tierra, Luis María Martínez conjuga estas dos circunstancias al componer un libro donde canta a la tierra y a sus habitantes planetarios, seres todos transitorios, como lo es él mismo, que de repente exclama en una Confesión a la tierra (15):

Yo concibo al poeta como un inalterable centinela,

o si se quiere

como un sismógrafo

presto a recoger las vibraciones

de la tierra y los hombres,

o disparando con un fusil de estrella

contra la oscuridad y las tristezas.

Y en Si he de morir un día (35):

Si he de morirme un día, imperceptiblemente,

Entonces, tierra,

Acógeme en tu seno desmedido,

Para de nuevo ser un doblegado grano,

la doncellez de un trigo perdurable.

            Al autor le gusta cantar a la naturaleza, a la vida. Es su esencia presente en los poemarios de su vasta labor creativa, donde el paso del tiempo se acumula en lo físico sin menoscabo de lo anímico, porque el mismo entusiasmo que corre por las páginas de este libro, editado cuando aún no había cumplido los 30 años de edad, sigue vigente en cualquiera de los volúmenes posteriores. Puedo ilustrar lo expresado con el ejemplo del poema No cabe esperar, escrito 45 años después y aparece en la obra que titula Esperar la tormenta (2007,144):

No cabe ya esperar, inútilmente.

La historia no apuntala a los que esperan

que cambie el tiempo y cambie nuestra vida,

por un anhelo incierto, una esperanza,

por mero mecanismo de la vida.

(...)

Hay que avanzar con pasos decididos,

tirar a la basura este desorden

¡Liberar al país de la ignominia

en que vive y se acuesta cada día!

            Es la misma lucha, es el mismo descontento de siempre, es esa furia sorda que de Luis María Martínez deviene en poesía y remite al lector al mundo que existe, aunque quienes viven en él o ni se dan cuenta de su existencia o, lo que es peor, ni siquiera les importa y hacen motivo de mofa al poeta que les presenta en su propia dimensión y desde su propio enfoque, la realidad palpitante que desde la cuna a la tumba acompañó a tantos insatisfechos, como se aprecia en la insatisfacción que le resulta insoportable y más que poema es una deprecación la que arroja a la cara de los paniaguados de siempre, los aprovechadores, los agiotistas, y sin pensar dos veces, en el poema Malditos (44), expele las palabras enérgicas como disparo de cañón que tal vez alguna vez derrumben la inconmensurable miseria de nuestra patria:

[...]

Malditos los políticos

-vampiros y ladrones de la patria-

[...]

Fueron domésticos de oscuros forasteros,

antipatriotas viles,

ignaros plagiadores de doctrinas

Sin validez, sin sangres para el pueblo.

[...]

            para concluir diciendo:

Malditos los malditos

componentes del Poder enemigo:

políticos, pilatos, militares,

banqueros y burócratas,

y un etcétera enorme de parásitos y moscas

de este Poder de grandes verdugos miserables,

            La segunda parte del poemario que titula Mensajes de la tierra (53), la conforman doce églogas que elevan su canto con virtuosismo casi sinfónico, donde los cambios de acento marcan el sentido de cada uno de estos poemas, como cuando dice en el número 2 (58): "-Por qué no dejas, sembrador, un golpe/ de tu azada entre mis versos? o en el 7 (63), que transcribo completo

Preña el viento sus zarpas,

su péndulo de truenos levantados,

y es la tormenta cárdena y briosa...

La tierra se estremece y la contempla

limpiarle las heridas, lo espinoso

que la inmovilidad clavóle en sus espaldas.

Luego, pone en sus manos minerales

una guitarra espléndida, de lluvia...

Fuente: LUIS MARÍA MARTÍNEZ - OBRERO DE LA PALABRA. Por AUGUSTO CASOLA. Editorial ARANDURÃ, Asunción – Paraguay. Agosto del 2012 (244 páginas)

OTRO COMENTARIO SOBRE EL POEMARIO

“RÁFAGAS DE LA TIERRA”

 Cuadernos de Bellas Artes, julio de 1964, Año V-N.º 7,

Instituto de Bellas Artes, Oficina de Prensa y Relaciones Públicas, México, D. F.)

 FUENTE: EL TRINO SOTERRADO. PARAGUAY : APROXIMACIÓN AL ITINERARIO DE SU POESÍA SOCIAL. TOMO II  AUTOR: LUIS MARÍA MARTÍNEZ EDICIÓN DIGITAL: ALICANTE : BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES, 2002 N. SOBRE EDICIÓN ORIGINAL: EDICIÓN DIGITAL BASADA EN LA DE ASUNCIÓN (PARAGUAY), EDICIONES INTENTO, [1986].