PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
LUIS MARÍA MARTÍNEZ (+)

  EL JAZMÍN AZORADO - Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ


EL JAZMÍN AZORADO - Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ

EL JAZMÍN AZORADO

Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ

Texto de AUGUSTO CASOLA

 

 

            Para captar la conciencia del poeta, nada mejor que levar anclas e internarse en la inmensidad del mar formado con esa insistencia por vivir y exigir la esencia de la vida.           

            En casi toda la obra poética de Luis María Martínez se reiteran, una y otra vez, con los mismos o diferentes escenarios, la carestía del aliento fundamental a la que fuimos obligados durante ese largo lapso de mano dura, botas implacables y conciencias vendidas, con las cuales convivimos algunos de los que con años más o años menos, constituimos esta generación que, tendrá sus errores, pero supo mantener, si no la llama de la esperanza que llegó a apagarse en algún momento de la larga noche del miedo, al menos la certeza de la intransigencia a ceder nuestra propia libertad, por lo que tuvimos que pagar muy alto precio.

            En su comentario, aparecido en la revista Poesía española [No. 202, octubre 1969. Madrid], Jean Aristeg Ieta señala que son

 

poemas vitales, eminentemente activos, elevados, en función

y fundición de claridad. Y en nexo apretado, la patria,

como dolor, niebla herida, altura, llamarada. Con esperanza,

con angustia y nobleza desbordadas, ‘El jazmín azorado’ es

un testimonio de profunda claridad creadora. Y en efecto,

no es otra cosa cuando exclama en Mi patria (86): Mi patria

es un dolor, 1 es un dolor de madre, de agua y de paloma.

 

            A mí me gusta internarme por aquellos senderos estrechos que suelen recorrer los poetas, aquellos que conducen a la natura naturans, a su naturaleza esencial, dispersa en el mundo de las necesidades cotidianas que acosan y persisten mientras dura la vida, porque ¿qué resta al final de la jornada? Algo de melancolía y una sensación profunda de soledad, que tampoco afecta demasiado la vida cotidiana, ese estar, seguir, reencauzar las nadas.

            Digo esto porque en más de una oportunidad Luis María Martínez se refiere a sí mismo, no por un afán de figuración o destaque, de las que más bien huye que busca, sino para encontrar el tan esquivo conocimiento de sí, que parece manifestarse en el poema titulado Mi apellido (11) y del cual transcribo las dos primeras estrofas:

 

Podéis llamarme así por mi apellido

por ese que en mi padre empieza a darse

- él lo heredó también, siguiendo el rito

sin que le consultaran sobre el mismo-

pero nada sabéis del apellido

oculto y verdadero del que llevo

sobre mi sangre de poeta oscuro.

 

Podéis decir "Martínez" cuantas veces

vuestra lengua mortal os lo requiera,

y sin embargo en nada,

en nada de verdad,

esa lengua usual os aproxima

al apellido que mi sangre airea

como si fuese el tremolar de un trigo.

 

            ¿A qué viene esto? ¿Es rechazo a sus orígenes o la aceptación de una circunstancia que, casual, lo ubica en un lugar y en un tiempo que le son propios, sin serlo, porque él se da perfecta cuenta de que su presencia no pasa de ser un albur? Como señala en Carta a un amigo (12), que pertenece al poemario Arder, es la palabra, la condición a que todos estamos sometidos:

 

De lejos vengo y voy no sé hacia dónde.

Lo sé del hombre vengo,

de la pasión de dos seres de carne,

de la raíz animal que nos precede.

 

            El autor se interpela y reclama en Dejadme ser... (23): Dejadme resbalar tranquilamente/ hacia donde la voz se empeña y amanece/ como una radiante primavera./ ¡Dejadme ser la primavera! y trata de encontrar la explicación a esa dualidad propia que la naturaleza concede a quienes son reclamados para cantar la metempsicosis personal de quien busca la manera de entender el por qué de esa su situación ambigua y hasta desesperada a la que se ve impelido a causa de no ser simplemente un apellido nacido de la pasión de dos seres de carne, sino él mismo transcendente, pese a esa raíz animal que nos precede, porque ya tiene 36 años y la dictadura lleva 15 de establecida, dura y asentada y ve que el tiempo es un río bravo/ que impulsa todas las olas/ [...] El tiempo es cual una rueda/ que va arrastrando insistente/ todas las cosas del hombre [...] (39)

            El poeta nos invita a transitar los abstrusos caminos de la filosofía, porque se encuentra, al menos en la primera parte, embebido en la búsqueda de la identidad, difícil de encontrar, ese "conócete a ti mismo socrático", tantas veces repetido y casi nunca alcanzado. Por eso, es interesante transcribir Yo, poeta mínimo (61), donde el autor hace una referencia a su condición de tal.

 

(Perdón, señores míos, por esta voz

que suena en personal.)

 

Yo, que en ocasiones, me vuelvo arrebatador

y que pienso que es mejor mover la vida como un hacha,

que tengo el alma trabajada para grandes viajes

y que sin embargo la detienen con la punta de un sable;

yo que pido una cosa elemental, elementalísima como el agua:

¡la libertad!

pero que cada día me la fusilan con cenicientas balas

de terror

y que luego la tiran al barro de la porqueriza.

 

Yo, señores, que veo que muchas cosas andan mal,

por ejemplo: que el aire está cargado de amenazas

y de semblantes ya congestionados,

yo que veo a lo lejos levantarse

esa tormenta humana y cierta

contra los privilegios y las desigualdades

(se ordena:

- batir aquel enjambre de señores,

resucitar un Hércules de enero,

tener mucho más flechas que un granero,

ir desde el sacrificio hasta la hoguera-);

yo que amo esa voz de arena y hierbas

(si pudiera cantar más de una hora

con un llameante pájaro en el pecho),

y el dulcísimo cereal de la poesía.

Yo, poeta mínimo pero amante de la libertad,

proclamo y establezco:

¡ha llegado la hora de dar otro cuadrante a nuestra vida,

la hora en que este pueblo

debe alzarse con decisión sobre la historia y sobre el tiempo

cual un río de enardecedoras llamaradas

para abrir las puertas a la libertad...!

 

No a ningún otro sino a la libertad,

a la esplendorosa y buscada Libertad...

 

            Los mismos títulos del poemario nos enfrentan a un Martínez encerrado en la duda de sí mismo, en el absurdo existencial con que despierta cada día y pide entonces que lo dejen ser: Si me dejaran de matar/con el silencio grave [..]. Si me dejaran/tan libremente como/un ruiseñor de montes praderas.../ Si me dejaran, por favor,/ tan desligado de dictados y cadenas.../ Si me dejaran.../ Si me dejaran.

            Con respecto al libro, en un artículo aparecido en el diario La Tribuna del 10 de mayo de 1969, señaló el crítico Reinaldo Montefilpo Carvalho:

 

            "El jazmín azorado" nos reitera en cierto modo cuanto sabíamos de su estilo y su temática, en cuyos niveles aparece acentuado su lirismo, y por momentos su epicismo eufémico. Numerosas son las composiciones que contiene el libro y naturalmente muy diversas en el tema y tono, color y temple. Un breve refranero encabezador ya nos dice de su lirismo poético, del ardor de su corazón, mechado de una fuerza mental y un sentido de libertad creadora.

            Los títulos son de los más diversos, y dentro de una lógica razonable, hay composiciones muy bien logradas y otras no totalmente. Es pertinente algunos ejemplos. De los buenos "Si en mi sangre": "Si en mi sangre navegara/ todo el país con su guitarra/ todo el país con sus yerbales,/ todo el país con sus colinas./ Si navegaran en mi sangre/ sus grandes troperos duros..."/

            Destaca igualmente otros poemas como "El pensamiento", "El clamor"; "Nuestra presencia", "Los presentes del hijo".

            En unos se revela el estro vigoroso del autor, en otros hay una levedad poemática que nos traduce delicada espiritualidad. Es lógico pensar que en más de medio centenar de composiciones no todos ellos sean de igual valor literario o artístico, pero obviamente Martínez consigue entregarnos una buena cosecha poética, fruto de su vigilante y emotiva inspiración (Reinaldo Montefilpo Carvalho, la Tribuna, 1 de mayo de 1969).

Fuente: LUIS MARÍA MARTÍNEZ - OBRERO DE LA PALABRA. Por AUGUSTO CASOLA. Editorial ARANDURÃ, Asunción – Paraguay. Agosto del 2012 (244 páginas)

 

 

 

OTRO COMENTARIO SOBRE EL POEMARIO

"EL JAZMÍN AZORADO"

 

«Acaso uno de tus mejores poemarios, encendido, claro, maduro».

 Elvio Romero, 28-VI-1969

 

 

«Sigue la misma línea de pasión de Arder, es la palabra y sostiene el vigor del canto cuyos versos resuenan mediante metálicas imágenes, de impetuosa fuerza lírica coronada siempre por una aureola transparente que es nardo y fulgor, ráfaga apasionada y fuego ondeante como una bandera de emoción. Y todo esto, ideas, pensamientos aglutinados en los acordes de sus versos, no son nada más ni nada menos que Poesía, con mayúscula, en toda su verdad. Serpentea en las páginas de su libro una filosofía que es a la vez mágica belleza que nos toca el corazón con el roce fino y sutil de sus alas, cuyo contacto cautiva, estremece y deja una llamarada de inquietud en la frente».

Artigas Milans Martínez, Salto (Uruguay), 31-III-1970.

 

Luis María Martínez, El jazmín azorado, Ediciones Época, 106 págs., Buenos Aires, Argentina, 1969. (Fragmento). «Luis María Martínez es un poeta que no logra desprenderse de cierto pretérito, de ciertos rasgos que intervinieron constantemente en la estructuración de su pasado poético: tierra, viento, agua, flores, árboles, ríos, etc., persisten como aspectos de una soledad todavía no derrotada.

En lugar del «jazmín» pudo ser el lirio el «azorado», u otra flor; lo importante, a manera de ejemplo, es notar cómo el poeta trata de revalorar un conocido y manejado antiguo elemento una antigua flor que se azora en la realidad que el poeta ahora palpa; «jazmín de turbio ceño», que «ya no es el mismo», que «se ha vuelto guerrero y caldeado como el tiempo en que estamos», tiempo que en el caso de Martínez significa el dolor de su Paraguay.

Por algo en otro poema escribe: «Don Miguel de Unamuno/ yo con mi Paraguay,/ tu con tu España... Y yo con mi potencia impenitente,/ con un gran sustraendo sobre el ala/ y un doble bis de ¡cállate! en la frente». Y así, con un tono que le da esa comprensión, el azoro ante la realidad y el dolor por su Paraguay lo conducen a escribir poemas como «Yo, poeta mínimo»

Mauricio de la Selva (Cuadernos Americanos, Año XXVIII, N.º 4, julio/agosto de 1969, México, D. F.).

 

Fuente: EL TRINO SOTERRADO. PARAGUAY : APROXIMACIÓN AL ITINERARIO DE SU POESÍA SOCIAL. TOMO II  AUTOR: LUIS MARÍA MARTÍNEZ EDICIÓN DIGITAL: ALICANTE : BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES, 2002 N. SOBRE EDICIÓN ORIGINAL: EDICIÓN DIGITAL BASADA EN LA DE ASUNCIÓN (PARAGUAY), EDICIONES INTENTO, [1986].

 





Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
LIBROS,
LIBROS, ENSAYOS y ANTOLOGÍAS DE LITERATURA PA



Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA