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LUIS MARÍA MARTÍNEZ (+)

  DESDE ABAJO ES EL VIENTO - Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ - Texto de AUGUSTO CASOLA


DESDE ABAJO ES EL VIENTO - Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ - Texto de AUGUSTO CASOLA

DESDE ABAJO ES EL VIENTO

Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ

Texto de AUGUSTO CASOLA

 

 

            Si las pleamares de la política cincelan nuestra opinión, nunca se va a hacer justicia a nadie y los dioses de hoy serán la escoria de mañana. No obstante, es imprescindible reconocer que los personajes que marcaron la historia del Paraguay, en sus avatares y vuelcos políticos, se desempeñaron dentro de la circunstancia que les tocó vivir. Ortega y Gasset la considera en estos términos: "la reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre" (55). Son ellas las que marcan las diferencias, en especial cuando se tratan de defender puntos de vista relacionados con el pueblo y sus sufrimientos, como lo hace Luis María Martínez a lo largo de su obra, dentro de una óptica que enfrentada con la realidad, no siempre satisface esa visión idílica que le otorga un idealista como él a la sustantividad viva del entorno donde la idiosincrasia nada tiene de égloga y sí mucho de una mezquindad largamente compartida con sus opresores, hecha de intereses y astucia que reproducen -cuando no magnifican- las mismas condiciones dentro de los límites en que el soñador enuncia sus poemas.

            Este libro, como tantos otros, se publicó en Buenos Aires, en la época dura que va de 1970 a 1980 y algo más, cuando las dictaduras militares de esta parte del continente, al menos (léase Paraguay, Brasil, Bolivia, Argentina, Uruguay y Chile), establecieron una red implacable, respaldada por los Estados Unidos de América, el autodenominado paladín de la democracia que, en ese entonces, con la vigencia de la llamada guerra fría, enarbolaba la bandera del anticomunismo y tenía como cuco a la isla de Cuba que, tras el desastre del intento de invasión en la Bahía de Cochinos, sirvió tan bien para mantener en jaque a una humanidad sumida en el temor de la guerra atómica que podía desencadenar el monstruo comunista que, cual nuevo Atila, amenazaba con destruir toda la civilización occidental y cristiana tan arduamente conseguida a lo largo de los siglos de preeminencia de la cruz y la espada a la que estábamos acostumbrados.

            Yo me pregunto: ¿por qué la gente adopta esas posiciones absurdas, extremas, irracionales y no considera por un momento los acontecimientos que rodean a un hecho determinado? Sencillamente porque es más fácil dejar que otros piensen por uno, que otros establezcan lo que está bien y lo que está mal, que sean otros quienes nos marquen el camino a seguir y, aunque no estemos del todo de acuerdo, es más fácil, exige menos esfuerzo, en fin, la cosa es así e ir en contra de ella solamente puede conducirnos a enfrentar fuerzas que son varias veces superiores a la nuestra.

            Nuestro poeta concluye su poema El viento detenido (19), diciendo:

 

- ¡Alto! ¡Quién vive!-

de nuevo se repite.

- El viento, soy-.

- Está Ud. detenido-.

 

            La ironía es un arma poderosa y temible. Hay cosas que no se pueden decir al desnudo pero resultan hasta tolerables con el recurso de la perífrasis circunstancial, que envuelve la crudeza de su verdad con el manto pudoroso de su enunciado. Pienso que mucho de la poética de Luis María Martínez se encuentra comprendida dentro de este esquema, no sólo como recurso literario sino como manera de sobrevivir a lo dicho. Es difícil contener el miedo y lo es mucho más tener el valor de superarlo cuando se vive en ese país que por largos años fue el nuestro.

            Hay demasiado optimismo, a veces, cuando el autor invoca al pueblo, como en poema IV de Para el viento como el sol y como el viento (27) en que dice:

 

¡Muerte al inerte viento lento - lento!

Vida, fuego y pasión a los errantes

vientos que sopla un pueblo turbulento

que ve crecer su sombra enfrente y antes.

 

Y jamás hacia atrás, sino adelante

de un pueblo que se aíra airadamente

con la pasión de un ser en ser gigante

deseando hacer vida diferente.

 

¡Como el sol y como el viento!

 

            Qué poesía tan bella, tan sonora y tan quiméricamente lírica en la totalidad de su exposición, porque el nuestro nunca fue un pueblo que se aíra airadamente [...] deseando hacer vida diferente. Es la visión magnificada -o magnífica- del artista, no es lo real y, sin embargo, en mi opinión, el poeta es ingenuamente sincero.

            Prisioneros en ese mundo del que muchos fuimos partícipes, el ensueño resulta un escape, si no razonable, al menos justificado, hacia otras posibilidades que, lamentablemente, al hacerse realidad, truncaron las esperanzas, pues los antiguos revolucionarios, objetores y opositores, ya en función de gobierno, volvieron a estructurar y a ejercitar su poder con el recurso de la misma armazón que, mientras estuvieron en la llanura, el exilio o el alejamiento, prometían destruir; pero entonces, en esos días, para el poeta, libertad es sinónimo de viento cuando nos dice vehemente en Palabras para el viento - libertad (28):

 

El viento es libertad en su gran vuelo

y es padre de un clamor estremecido,

que va vestido de jazmín y trigo,

que empuña un hacha de ciclón parido,

y es en amor, primero como amante.

 

La libertad es el viento

que escala y se lamenta junto a un muro

detrás del cual pedazos de ese pueblo

escuchan los alertas

o el vozarrón brutal de los verdugos.

 

Huir por dónde si hasta el aire tiene

Prendido al ala más de una cadena,

Y si en la puerta vela más de un máuser..?

 

            De cualquier manera, el revolucionario adusto posee un lenguaje poético que le es propio y allí se sumerge para quedar absorto en la utopía, válida para él, cargada de mucho entusiasmo en las referencias que hace al pueblo, pues si éste "se aíra airadamente" ; no lo hace durante los largos años de la dictadura stronista sino desde el momento en que ésta cae y los consecutivos gobiernos, conformados por viejos y conocidos personajes y otros nuevos, ansiosos por libar las mieles del poder, se mimetizan tras la armadura oxidada, nunca arrinconada, que protegió el cuerpo de la tiranía y a la que se le pasó, apenas, una mano de barniz de pseudo democracia, para calafatear sus muy poco disimuladas mezquinas ambiciones, entre las cuales el pueblo tan pregonado, no ocupa el más mínimo espacio entre sus intereses.

            Son ellos, los nuevos gobernantes, quienes sumieron al país en el caos actual, simplemente porque los vicios no se corrigieron ni las enfermedades de la dictadura se atendieron; por el contrario, su expansión se hizo en proporción geométrica bajo la acción de los políticos maleables y corruptos que se adueñaron del poder, hace hoy ya veintitrés años.

            En el poema Ha mucho ya que libertad te busco (43), Luis María Martínez insiste en el desencuentro entre él y su país, con el anhelo que mantuvo en vilo y le permitió construir su poesía. Reiterativo, insistente, vuelve una y otra vez al tema de la lucha por la libertad y cada intento es una nueva frustración, un nuevo desengaño:

 

 

[...]

Ha mucho ya que libertad te busco.

Ha mucho ya que escondo mi latido.

Ha mucho ya que entierro mi garganta.

Ha mucho ya que te persigo.

 

            Y concluye: Hazme volar si puedes como un ave,/ Ya no soporto nada.

            En Rodeados y en guerra (54), el autor se despreocupa de toda métrica, de toda retórica y conforma versos largos que sobrepasan arbitrariamente el renglón en una mezcla de poesía y prosa que adquiere vigor y acaba convertida en prosa plena. Es un juego interesante:

 

...Estamos como en guerra: batallones de sierpes

pasan pisando mieles y recogiendo escamas de

víboras febriles. (Lo mataremos si lucha, si Ud.

quiere empezar por airear su alma. Queremos

mucha calma. Acuéstese y comience por dormir plenamente.

Cierre su casa, cierre. Duérmase o casi muera.

Aparente morir aunque no muera.)

 

            La transcripción la hago respetando los saltos de renglón que tiene la obra, pese a que si se desarrollara en horizontal, podría adquirir otro aspecto, convertida en prosa.

            Conviene insistir en que Luis María Martínez no es un desconocedor de la preceptiva que norma y organiza la creación poética y le confiere la calidad exigida por una obra de arte. Al contrario, su investigación en busca de la melodía dentro del verso libre, al que recurre casi siempre, obtiene en varias oportunidades la resonancia heroica que pretende conferir a sus poemas. Otras, se aproxima al recurso métrico que le facilita favorecer uno u otro estado de ánimo a ser expuesto. Vayan como ejemplo de lo que digo, los siguientes poemas contenidos en Desde abajo es el viento.

            Los heptasílabos de La ciudad (58), que contagian de un ritmo alegre a la melancolía de la temática elegida:

 

La ciudad con sus días,

la ciudad con sus noches,

con más noches que días.

 

La ciudad con sus vivos,

la ciudad con sus muertos,

con más muertos que vivos.

 

La ciudad con sus bienes,

la ciudad con sus males,

con más males que bienes.

 

La ciudad con sus gritos,

la ciudad con sus sombras,

con más sombras que gritos.

 

La ciudad con sus risas,

la ciudad con sus lutos,

con más lutos que risas.

 

La ciudad con sus puertas,

la ciudad con sus rejas,

con más rejas que puertas.

 

La ciudad con sus alas,

la ciudad con sus muros,

con más muros que alas.

 

La ciudad con sus nubes,

la ciudad con sus botas,

con más botas que nubes.

 

La ciudad con sus luces,

la ciudad con sus truenos,

con más truenos que luces.

 

La ciudad con sus polcas,

la ciudad con sus grillos,

con más grillos que polcas.

 

La ciudad con sus bienes,

la ciudad con sus males,

con más males que bienes.

 

            En Presiona la prisión (63) recurre a los endecasílabos en rima consonante para expresar su idea en metáfora dura, menos generosa con relación al contenido, como en el caso anterior.

 

Presiona la prisión, el basurero

donde embasura el hombre su brasero

de vida nada más cual yerta espiga

cuyo valor se tasa en una miga

y está en veremos su pasión de estiba.

 

Presiona la prisión como una bruma

y el hombre en viudedad, lastrada espuma

no está en posible de tornarse puma.

Quizá se esté volviendo en varadura

al presionarle la prisión que augura

nada de alas, nada de frescura.

 

Presiona la prisión sobre la calma

en negativa posición al alma

popular que no puede alzar su palma,

mientras agrio terror le desmenuza

su posible poder que pasa y cruza

en no epopeya que no tiene musa.

 

Presiona la prisión que es vertedero

de encierro y negativa hacia el lucero

popular que se afana en no ser cero.

Quizás mañana se alzará en estiba

su llama popular que está cautiva

en el lucero del que os hablo... y ¡viva!

 

            Por último, elegimos La casa agredida (65, 67), que posee varios sub capítulos con métrica variable. Considero de interés detenernos a analizar cada uno de ellos, identificados como En el aire; El yo en la casa; Señores, hablemos claramente; y La casa, para ver cómo estos afluentes del río principal, que da origen al nombre genérico del poema, se deslizan como los arroyos cantarines de ese mundo poblado de vegetación y de silencio de siesta, que tanto embriagan al poeta.

 

            EN EL AIRE

 

En el aire

está el caballo del terror:

¡ay, qué dureza en sus cascos conocidos,

qué resplandor extraño en su mirada!

 

            EL YO EN LA CASA

 

Para defenderme temiendo

yo necesito unos dientes

de tigres como de sables,

una armadura caliente

que suene por dentro como

una guitarra nativa,

y un reposar de paisaje

donde no urja el acoso,

ni la sangre vuele como

un pájaro calcinado.

 

 

            SEÑORES, HABLEMOS CLARAMENTE

 

Si el terror no viniese a alterar mi almohada

poniéndome esas púas de temor acosante;

 

si el paisaje no fuera un porcentaje crimen

con un obrero muerto en su mostrarse: seco;

 

si la alterante cárcel no restallara en botas

y destruyera cuerdas de las guitarras: vean;

 

si me llamaran: mozo, no por si acaso: preso,

y si en mi boca entraran ya lo inmortal: laureles;

 

y si quemáranme fuegos sociales

(¡poeta popular hazle a tu pueblo

 

una corona de laurel mojado

con el rocío de la rebeldía!);

 

yo sostendría el alma

cual se sostiene arriba, una ardiente bandera.

 

Quitadme pronto, pues: llanto, tristeza, miedo,

del corazón, mazmorra que los guarda...

 

 

            LA CASA

 

En la casa agredida por su causal: el miedo,

donde el montante muro recorta el vuelo puro,

y su habitante preso, repósase en el quedo

vivir que no es la forma del vivir: lo aseguro.

 

Un viento de ceniza se marcha por la casa,

parece que se ha muerto algún sobrino esquivo

y por eso en el aire el luto está y no pasa.

Algo medroso empieza a tornarse agresivo...

 

El hombre de esta casa se va volviendo extraño,

la piel para hacia adentro se le torna azulado

mientras piramidales prejuicios y engaño

le tornan como al buey sumisísimo, ajado.

 

Fuente: LUIS MARÍA MARTÍNEZ - OBRERO DE LA PALABRA. Por AUGUSTO CASOLA. Editorial ARANDURÃ, Asunción – Paraguay. Agosto del 2012 (244 páginas)

 

 

 

OTROS COMENTARIOS SOBRE EL POEMARIO

"DESDE ABAJO ES EL VIENTO"

 

 

 

«Reafirma, sus calidades de escritor amante de esta tierra para la que tiene acendrado verbo y veneración amorosa. Este libro, plantea una temática que si bien no puede ser compartida por muchos, se presenta rodeada de un alto vuelo poético y demuestra una sinceridad de hombre que desea un porvenir venturoso para la patria».

Enrique Mares Lind, Presidente de Amigos del Arte, Asunción, Paraguay. 15-III-1971

 

«Símbolo extraordinariamente hermoso: ‘Desde abajo es el viento’ y con él clama por la libertad: ‘Ha mucho ya que libertad te busco, ha mucho ya que entierro mi garganta...’ ‘Yo no sé el color de tu bandera’, dice el bardo (pág. 47) y es que la libertad carece de color, pero posee en cambio vibración, y ronca y ruge, y tiene música y sus acordes son los de la Marsellesa: es que el poeta nació ‘para vivir volando/ y tras vivir, morir como las aves’.

»De pronto, se insinúa la ironía, la sátira retozona y burlona ante la opresión y la mordaza y en forma admonitoria,  ridiculiza: ‘Cállate (pág. 91)...’ ‘cállate/ antes que te hagan callar a plazo fijo/ y te pongan de pronto el crucifijo/ sobre tu boca...’

»Por todo el libro recorre un hálito fresco o una luz esperanzada de días mejores. Y es noble misión la de estos luchadores y soñadores: la de agavillar luceros por caminos de la República.

»Y no puede ser mejor el cierre del libro, pues emplea una de las palabras más bellas del diccionario: Felicidad, llena de sugerente y elevada inspiración, que le hace decir: ‘¡Qué felicidad saberse entrañado en sombras de polcas de airosos sonidos/ y ser la paloma de paz en las eras!/ ¡Qué felicidad sentirse muy libre!... con las buenas nuevas que tenga la vida...’».

Antonio Ortiz Mayans

 

Fuente: EL TRINO SOTERRADO. PARAGUAY : APROXIMACIÓN AL ITINERARIO DE SU POESÍA SOCIAL. TOMO II  AUTOR: LUIS MARÍA MARTÍNEZ EDICIÓN DIGITAL: ALICANTE : BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES, 2002 N. SOBRE EDICIÓN ORIGINAL: EDICIÓN DIGITAL BASADA EN LA DE ASUNCIÓN (PARAGUAY), EDICIONES INTENTO, [1986].





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