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LUIS MARÍA MARTÍNEZ (+)

  PERPETUAMENTE ALONDRA - Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ - Texto de AUGUSTO CASOLA


PERPETUAMENTE ALONDRA - Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ - Texto de AUGUSTO CASOLA

PERPETUAMENTE ALONDRA

Poemario de LUIS MARÍA MARTÍNEZ

Ediciones INTENTO

Texto de AUGUSTO CASOLA

(Premio de poesía del PEN Club del Paraguay. 1980)

 

            Fuego, tiempo, árbol, vida, canto, alegría, norte, estrella, libertad: PATRIA, son términos que vivifican los cauces del caudaloso río afectivo del poeta: es asombroso gustar de personificaciones de los elementos de la naturaleza a favor de una actitud didáctica, de sencillas moralejas. ¡La creación despertó en primavera con la energía de un juglar de vital como tierna presencia!...

            Una constante en el pensamiento del poemario sería ese ubi-espíritu que rezuma todo el verbo poético, en este verso: yo de morir no temo porque al vivir me entrego. Ciertamente "PERPETUAMENTE ALONDRA" es alegría de entrega.

            Sin embargo, es notable, cómo el poeta hace sentir su sustantiva vocación de hacer rumorear esas banderas casi espectrales, que avanzan al frente de un pueblo que exige una Patria para todos...

            ¡Qué himno de alondras ahuyenta a los verdugos de los hijos de la Tierra! y desde el fondo del alma surgen estos versos: "firmé un pacto con la Patria para adelantar sus cosas. Como pidiéndome auroras yo me amanezco en alondras".

            El poeta por lo demás logra llegar a un punto culminante, cuando él mismo, como hombre, caído por dentro, se hace objeto de su misma poesía y se halla Canto, alto canto de llegada, de alegría infinita: qué notable, ver al poeta reducirse a detalle mínimo y fundamental dentro de una naturaleza inmensa, dadivosa, elocuente de belleza, de inefabilidad.

            "PERPETUAMENTE ALONDRA" es una sinfonía de estilo impresionista donde el hipérbaton es sintaxis musical, y la elipsis oportuna, que inunda de silencio absoluto, es comunicación transparente del ser con el ser. Y es así que cual arroyo tropical, la pasión del poeta por las cosas sencillas corre por los cauces melodiosos de los versos heptasílabo y alejandrino dejando en el aire una fragancia de pensamiento, un aroma de corazón.

            Una oda de pleno amor iza pues a "PERPETUAMENTE ALONDRA" hacia el luminoso mástil de la poesía universal. Y en ese entonces, ¡Salud!

 

            Agosto de 1982

            Aurelio González Canale

 

 

            Luis María Martínez tiene 47 años de edad y, tal vez obligado por esa madurez que a casi todos mueve a hacer una evaluación de lo acontecido en esa mitad de siglo que ya pasó, el poeta abre un paréntesis en medio de su poesía combativa y rebelde, casi utópica como señalé y con la cual cree posible el despertar de un pueblo atosigado por la ignorancia, la enfermedad, la pobreza y sumergido en el ambiente espeso de la corrupción.

            Es el año 1982 y por entonces, todo aquello parecía inaceptable a quienes se consideraban personas de bien, pero resultó ser apenas el preámbulo de lo que vendría después, tras la caída del gobierno de un general Stroessner sumido en la somnolencia senil, en tanto que a su alrededor y en su nombre, se gestaban los delirios a los que se apegó, tal vez encantado de escuchar esos cantos de sirenas que al final, condujeron la barca de su poder a estrellarse contra las rocas de la angurria de un grupo mil veces peor que el de la dictadura, el de la "transición democrática", que no termina de transitar y en ella se repiten los abusos vergonzosos construidos a imagen y semejanza de los que sostuvieron al régimen derrocado: una red de mentiras y engaños en cuya telaraña quedaron aprisionados, tanto los viejos mentores del régimen caído -que no tardaron, como buenos actores, en cambiar la máscara adusta del poder absoluto, por la más optimista y benevolente de la democracia- como los antiguos luchadores de la libertad, quienes tampoco hesitaron en asociarse por medio de alianzas "patrióticas", de conveniencia y poca duración, a aquellos que antes despreciaban y acusaban pero que ahora tenían capacidad de distribuir algo de la moneda falsa de la hipocresía para aparentar que todo era diferente y se sintieron los entonces opositores, con derecho a sentarse a la mesa del banquete donde sirven el rico manjar del poder, aunque ello signifique borrar una trayectoria honorable y respetada, convertidos en socios de los mismos de antes, ahora con capacidad y necesidad de repartir algo entre los angurrientos políticos opositores, a quienes se los mantiene tranquilos con las limosnas del poder, pagado a un precio irrisorio en la compra/venta de dignidades, similar a la época cuando los liberales advenedizos ocupaban sus bancas en el Parlamento, patética agrupación ideada e implementada por el régimen para cubrir los desplantes de la dictadura con una blanqueada de cal que se despinta tras la primera lluvia.

            Pero todo corre en paralelo, en riel separado del que utiliza Luis María Martínez en Perpetuamente alondra y lo mueve a exclamar, en tono reflexivo y algo irónico, en una serie de poemas, con los que abre el libro, como "Un poeta herido" (8): Un poeta herido/ es alguien que marcha/ tirando una flecha/ de ardor conocido [...]; Arte poética (9): Como la espuma, leve./ Como la sombra, en nada./ [...] Como de abeja, el sesgo/ Así la nuestra, nuestra poesía; Para no morir (12): Para no morir me visto de poesía./ ¡Para no mal morir!; Canto (13): Canto y canto/con éxtasis supremo/ vale decir, con pleno encantamiento./ ¡Canto!; hasta llegar a Tenía que ser poeta (14): Porque había prometido que a escribir me pondría/ y algunos sonreían de mi logro y mi vida,/ si qué les contaría:/ -me creías más ciego que un día de cenizas/ y un valle de silencios que al fin se cansaría-/ ¡tenía que ser poeta!; y El poeta (17): Más que simple palabra, es decisión, posiblemente flecha sobre el espacio abierto al infinito.

            Es un grupo compacto que precede a Perpetuamente alondra (18), que da título al libro premiado en 1980 por el jurado compuesto por Juan Boggino, Alejandro Marín Iglesias y Laureano Pelayo García.

            Este poema no puede menos que ser reproducido en su totalidad. Ahí va.

 

Ya estoy como el visible fervor de una materia,

calladamente pájaro o rosa derramada,

aurora en su milenio de verter sutilezas,

juglar que nos gestiona canciones y abejeos:

¡perpetuamente alondra!

 

Yo nací de una eterna mujer que no conozco,

navegante en sigilo con todas sus fragatas,

ministerio del fuego, misterio de las horas,

avidez de la tierra que se viste de arenas,

seguramente un yerto labriego sin sus eras:

¡perpetuamente alondra!

 

Yo crecí en los aires de muros y batallas,

estrictamente unido al hombre, a mis hermanos,

cantando cautamente lo mismo que un aedo,

clamor que se acalora posando en la materia,

garganta en tanto oficio de no mustios trinares,

nación en la tarea del pájaro o poeta:

¡perpetuamente alondra!

 

Ya estoy, yo siempre estuve

cual sueños o sonidos, cual vida de victorias

probando el agua clara que mana de una fuente,

que acuna un bosque eterno de eternas epopeyas

¡canciones que no cesan de ser: vidas de cantos,

herbazal de las nubes, reposo de las aves!

¡perpetuamente alondra!

 

Yo soy todo el sonido de un bosque milenario,

país de la poesía, alcándara del trino,

que siempre se ha movido lo mismo que una fronda,

victorioso labriego, derrota del silencio,

tan aire como nube, tan vuelo como ave,

¡perpetuamente alondra!

 

Yo en mucho soy: ¡la alondra!

 

 

            Es como el inicio de una nueva pleamar en cuyas ondas el poeta se busca a sí mismo o, al menos lo pretende en medio de esa realidad que la vida acumuló a su alrededor, el sedimento dejado por los años transcurridos y su conciencia.

            Entonces se rebela y exclama en El desconocido (20): Lo sé, lo sé muy bien: ¡provengo de la alondra! [...] yo soy su gran poesía demorada; Me parece imposible (21), Naturaleza y sol (23), Yo soy un caso (24), para como un aria magistral que precede a la ópera en sí, surge un poema de magnifica grandiosidad, la ola gigantesca que rompe contra el farallón al que titula En mi rostro verdadero (25).

 

Si conocéis mi rostro, el oscuro y difuso,

el consumido casi por los fuegos del tiempo,

materia en todo rara como un mundo distinto,

el verdadero, el claro, el oculto o dormido,

el que lleva en los ojos un paisaje sublime

(un bosque, un valle, acaso, en todo iluminado,

un trasfondo de pájaros, de un color de platino),

el que acalla sus gritos por ley de convivencia,

el que aspira a reírse no obstante las tristezas,

el indolente, el mustio aedo de otras horas,

me diréis que es distinto,

me diréis que no es mío.

 

Si conocéis mi rostro de hombre malherido,

el que lleva en los ojos la luz de alguna estrella,

el que tiene en los labios canciones para todos,

sonidos inmortales y esencias generosas,

y sonríe y se muere, resucita y trabaja,

y quema sus pestañas con el sol de una aurora,

me diréis que es distinto,

me diréis que no es mío.

 

Si conocéis mi rostro que no es éste, que es otro,

que ocultamente nace, que ocultamente muere,

que sonríe no obstante la transición y el muro,

el que canta y se empeña por cantar para siempre,

ruiseñor de unas horas, aspirante al milenio,

me diréis que es distinto,

me diréis que no es mío.

 

Que no es mío ese rostro,

el que guardo en lo oscuro,

el que llevo en lo oculto:

¡mi rostro verdadero!

 

 

            Esta serie existencial culmina con un poema extraño que denomina Toda mi sangre joven (27) y del que me comentó en un aparte Noemí Nagy, cuando Luis María Martínez lo leyó en una de las reuniones del PEN Club, que entonces se realizaban en el Circolo Italiano: -No sé por qué habla de sangre joven ¡si es un hombre gris!

            Es notable cómo algunas cosas intrascendentes, como esta frase dicha al desgaire y con cierto aire de mal disimulado desagrado -lo recuerdo bien aunque desconozco el motivo por el cual Noemí se manifestara así-, quedan grabadas en la memoria, no se olvidan y, de pronto, se presenta la oportunidad de asentar el recuerdo, eternizarlo en la efímera eternidad de papel y tinta, de que disponen los escritores.

            El poema dice:

 

Toda mi sangre joven te pertenece vida,

te pertenece como bastión de una quimera,

arquitecto de un orbe que huele a primavera.

¡Toda mi sangre joven te pertenece vida!

 

Te pertenece como principio de mi herida,

de amor, amor, amor, de a poco y a torrentes

al canto eterno, al viento y a la naturaleza.

 

¡Toda mi sangre joven te pertenece vida!

 

Yo de morir no temo porque al vivir me entrego;

sé que mañana acaso me tornaré en abeja

y libaré con fuerzas los néctares de vida.

 

¡Toda mi sangre joven te pertenece vida!

 

Yo que al cantar presiento que me estoy retrasando

para quedar más tiempo sobre el aire y la tierra, s

é que me estoy quedando para siempre en la vida.

 

¡Toda mi sangre joven te pertenece vida!

 

Te pertenece como fabulación de un hombre,

aedo de una hermosa colmena que enamora,

cantor que nos parece que vive en primavera.

 

¡Toda mi sangre joven te pertenece vida!

 

Toda mi sangre, creo, que me airea en su fuego,

que me aplaca en los cantos y me aumenta en sus riegos.

 

Toda mi sangre, creo,

toda mi sangre joven.

 

¡Toda mi sangre joven te pertenece vida!

 

 

            Más adelante el poemario continúa con otro aire, más reposado, más filosófico: Cómo, si la vida es todo (30), No sé si es otoño (32), Invierno y en el bosque (33), para adentrarse en un paseo geográfico de los que a Luis María Martínez le gustan (36, 37, 46, 47) en los cuales se concentra en atender las cosas de que está hecha la naturaleza (38, 39, 40,48).

            A modo de ilustrar lo que digo, transcribo los poemas La hormiga (38) y Hoy pienso florecer (50).

 

            LA HORMIGA

 

La urgencia del tiempo es infinita

cual una indescriptible marea,

igual a un pájaro mitológico que no se cansa

de recorrer el cielo,

por tener las alas del más increíble milagro del mundo.

 

Sin detenerse en ninguna estación conocida,

celeridad jamás decrépita,

el tiempo es como parte de la materia del universo.

 

La hormiga, no obstante, sin premura alguna

persigue su destino insectual y concreto.

Marcha por las veredas del tiempo

sin el sigilo de los relojes

y con la más increíble seguridad

que le otorga su destino insustituible.

 

Minúscula,

no se inmuta ante el desafío del tiempo,

pues intuye que es infinitamente pequeño

para ascender hasta las canosas barbas del mismo...

 

 

 

 

            HOY PIENSO FLORECER

 

Hoy pienso florecer,

estoy pensando en florecer de pronto en la mañana,

de sacarme de encima lo baldío,

la tristeza, hojarasca en este día.

 

Hay algo nuevo aquí, por este entorno:

centenares de pájaros que siembran

su amor o su ilusión por lo que adviene,

abejillas, insectos, mariposas,

que están por todas partes

y una riada o dos o cuatrocientas

de lo verde, lo azul o lo amarillo...

 

¡Y en el trasfondo un río de rumores!

 

Nada me detendrá.

 

Hoy pienso florecer.

 

Fuente: LUIS MARÍA MARTÍNEZ - OBRERO DE LA PALABRA. Por AUGUSTO CASOLA. Editorial ARANDURÃ, Asunción – Paraguay. Agosto del 2012 (244 páginas)

 

 

 

OTROS COMENTARIOS SOBRE EL POEMARIO

 

"PERPETUAMENTE ALONDRA"

 

Luis María Martínez..- Perpetuamente alondra. Asunción, Ed. Intento, 1982, 55 págs.

 

 

«El vínculo ineludible de la historia social con el ejercicio diario de la escritura convierte a la literatura en un reducto implacable de frustraciones y ambiciones. Más aún en el caso de un país cuya geografía e historia han contribuido a modificar constantemente la relación entre el género literario y el objeto de éste. En efecto, por razones lingüísticas, el Paraguay ha visto proliferar acontecimientos imposibles de ser representados en una única lengua. Tanto la expresión oral como la escrita no llegaban sino a presentar una realidad fragmentada. El bilingüismo aparecía como un vasto dominio al cual debía someterse la literatura.

»La poesía vino a quebrar el rígido esquema de los condicionamientos lingüísticos. La tradición era más sólida y diversa, efecto de la rutina y de las exigencias históricas. Si por un lado las expresiones vernáculas seguían un itinerario determinado por las experiencias coloniales, por otro lado la apertura al mercado Occidental de la literatura permitió un auge inusitado de nuevas inquietudes. Este último aspecto coincide con la invasión abierta y subterránea de la poesía española de los años 27. A partir de entonces la vena hispánica estaría siempre circulando en la euforia y en el desangre del Paraguay. Un tema común los irá llevando como hermanos siameses, el del exilio, el de la nostalgia, el de la impotencia por llevar consigo la tierra envuelta en la palabra, como un nudo.

 

 

Yo que amo a la tierra como un limo insumiso

y que aprecio en la vida su tránsito y sus modos.

 

Afuera pasa el viento

lo mismo que un caballo desolado.

Me asomo a la ventana

y veo que en el cielo persevera

lo gris con su color desapacible.

 

 

Luis María Martínez nos describe el constante sueño de un poeta, la única válvula de escape, por donde la imaginación rompe las rejas y censuras para reclamar el sitio soberano para el hombre libre. Este sueño personal, estricto, íntimo y compartido, es al mismo tiempo un homenaje a los países de las permanentes ausencias, a sus hombres que la siguen reproduciendo, que la siguen encontrando en cualquier calle de la aventura».

Hugo López (Notes de Lecture, París, Francia).

 

«Perpetuamente alondra: Luis María Martínez, ediciones Intento, octubre de 1982. Conocimos al poeta a través de El jazmín azorado, un libro con expresión recia, viril y llena de fuerza en favor del hombre, la libertad y los elementos de la naturaleza. En Perpetuamente alondra, Luis María Martínez vuelve a ratificarse en su línea de poeta defensor del hombre y de sus ideales, y más de la naturaleza. Constantemente se siente identificado con las materias creadas por Dios. ‘Yo soy el fuego’; ‘soñaría en la vida ser: Naturaleza’; ‘qué no daría siendo el leño de esa cosa’, son expresiones fáciles de encontrar en todos los poemas del autor. Un poeta que tiene la palabra exacta, el adjetivo justo para cada cosa, sin abusar de los recursos literarios ni de las figuras, logra imponer una poesía ágil y de fuerza avasallante: ‘Yo soy todo el sonido de un bosque milenario/ país de la poesía, alcándara del trino/ que siempre se ha movido lo mismo que una fronda/ victorioso labriego, derrota del silencio/ tan aire como nube, tan vuelo como ave/ ¡perpetuamente alondra!».

Aníbal Saucedo Rodas (De: Luis María Martínez, el poeta de la exacta palabra).

Diario Última Hora, 13-XI-1982

 



 

UNA DISTINCIÓN

 

Asunción, noviembre 25 de 1972.

Señor
Luis María Martínez

Ciudad

De mi consideración: Tengo el agrado de informarle que usted se hizo acreedor a la Medalla de Oro instituida por el CLUB DEL LIBRO para el autor más votado por sus socias en el género Poesía.

La misma le será impuesta en acto especial a cumplirse en la fonoplatea de Radio Cháritas el próximo martes 12 de diciembre a las 21 horas.

Usted será saludado por la socia señora Leni Pane de Pérez-Maricevich, entregándole la medalla la Coordinadora del Club del Libro N.º 6, señora Hilda Mareco de Insfrán.

Esperando contar con su grata presencia y la de su familia, saludo a usted muy cordialmente.

Ana Iris Chaves de Ferreiro,

Presidenta de la Comisión de Coordinadoras

del CLUB DEL LIBRO

 

Fuente: EL TRINO SOTERRADO. PARAGUAY : APROXIMACIÓN AL ITINERARIO DE SU POESÍA SOCIAL. TOMO II  AUTOR: LUIS MARÍA MARTÍNEZ EDICIÓN DIGITAL: ALICANTE : BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES, 2002 N. SOBRE EDICIÓN ORIGINAL: EDICIÓN DIGITAL BASADA EN LA DE ASUNCIÓN (PARAGUAY), EDICIONES INTENTO, [1986].





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