PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
CARLOS VILLAGRA MARSAL (+)

  LOS RELATOS DE MAYBELL LEBRÓN: UNA VARIADA PERSISTENCIA - Texto de CARLOS VILLAGRA MARSAL


LOS RELATOS DE MAYBELL LEBRÓN: UNA VARIADA PERSISTENCIA - Texto de CARLOS VILLAGRA MARSAL

LOS RELATOS DE MAYBELL LEBRÓN:

UNA VARIADA PERSISTENCIA


Cuando principiamos a recorrer los cuentos de Maybell, nos ocupa una impresión que seguirá, acentuada y fina, hasta cerrar la lectura: tal parece que todas las narraciones del volumen se ligan entre sí mediante un único pulsar isócrono -más de corazón que de reloj-, íntimo y nítido a la vez, como el de sangres de diversa herencia que sin embargo convergen en el torrente circulatorio de un solo cuerpo.
 
Y se me antoja que el mentado vínculo no se logra en la aparente afinidad estilística de los relatos, sino gracias a la concurrencia en los mismos de una precinta igual: el tono; el tono, difícil condición cardinal de cualquier escritura de designio estético (poema, cuento, novela, drama, poesía en prosa), de tanto alcance que en ocasiones sobra para salvar un texto retrasado por la descripción sin motivo, la información baladí o la anécdota convencional.
 
Corresponde mencionar, en este sentido, al intenso novelista francés Julien Green, quien habiendo recibido los originales de la novela de un amigo le contestó por carta: «Acabo de empezar a leer tu novela... El tono está. Es ya casi todo». En una reflexión posterior, Julien Green insiste y define: «...el tono es ese misterioso ritmo que no tiene nada que ver con cosa auditiva alguna, sino con el fondo mismo de la estructura del libro. Es la revelación, producida desde las primeras líneas, de que algo en esa máquina funciona, regula maravillosamente bien; quiere decir que la rigurosa medida que arquitectónicamente está presidiendo el todo ahí está, ahí aparece. Y yo mismo, en mi propia experiencia de novelista, he tenido a veces la evidencia de esto. Me ha ocurrido a veces que, empezada o concluida una novela, el tono no se manifiesta en ella como unidad; que la novela andaba, pero exenta de ese secreto y único ritmo interior capaz de dar a las obras una cosa como revelada y musical, un sonido que debe oírse como prueba de legitimidad, así como debe oírse como prueba de legitimidad de un cristal el legítimo sonido que surge, al ser percutido, en cualquier parte de él». La transcripción es larga pero fértil, porque nos convida a demostrar cuál es realmente el tono en las narraciones de Maybell Lebrón. Pese a las tramas y situaciones diferenciadas, sus trabajos respiran en efecto un continuo aire común, que gira en virtud del tratamiento, severo y a un tiempo ansioso, de los destinos particulares de cada protagonista.
 
Entonces, no importan inclusive la edificación y los registros disímiles erguidos por la autora en sus relatos; es palmario «que algo en esa máquina funciona», desde el desgarrón de la tragedia (El jardín, Torrente sin cauce, Querido Miguel, Soledad, La creciente, Cristina, Los monstruos), trajinando por el humor (Relación conyugal), las turbadoras recovas fantásticas (La cita, El autorretrato), el recuerdo oral, la imaginación comunitaria (Loor a un ajusticiado, Pesadilla, Momento, El ñe'enga ), el mito vívido (Herencia, Siesta), el compromiso con la sociedad civil, la dignidad artística en la denuncia (La niña del mercado, Orden Superior, cuento éste justicieramente laureado) hasta los sucedidos, de mayor a menor inflexión, que alteran o preservan esas «vidas mínimas», como las hubiese denominado el escritor chileno José Santos González Vera (Memoria sin tiempo, El color de la angustia, El vestido a motas, Cambio de domicilio, Bicicleta, El mendigo, Monólogo, Reglas de juego). A veces, para sostén de su recóndita cadencia, a Maybell le basta un temblor, un breve desasosiego, que los desenlaces respectivos alumbran y rescatan (Sin remordimiento, Desesperación).
 
No descarto de la referida integridad el cuento que encabeza la selección, Berta, diseño de una criminalidad irredenta que desmentiría la opinión tajante del penalista español Luis Jiménez de Asúa quien, en una conferencia dictada en Asunción hace años, declaró que el único delincuente nato de la literatura es Dorian Gray... Sea de ello lo que fuera, Maybell ha creado con Berta un caluroso personaje actuante, un carácter centralmente definido, cosecha que escasos cuentistas, incluso de los afamados, consiguen sembrar.
 
Es ocioso subrayar que la identidad de Memoria sin tiempo, obra primeriza de Maybell Lebrón, se resuelve como es debido, esto es en una dócil fusión de significados y de expresiones lingüísticas. Por fin, indicaré que la autora se encuentra singularmente dotada para la evocación de la memoria colectiva; del trasaltar de la historia, si así puedo decirlo, o sea de la crónica susurrada, o contada a medias, o nunca asentada. De la historia que los hacedores de fábulas, antes que los historiógrafos, se hallan habilitados para trasoñar y presentar, puesto que «même à Plutarque échappera toujours Alexandre», según la frase certera -no sé si de Marguerite Yourcenar o de Publius Aelius Hadrianus, Imperator. Paradigma de aquella inclinación es El ñe'enga, relato que llavea la colección.
 
Las excelencias de la cuentística de Maybell no se agotan, desde luego, en las que apuntamos más arriba; cabe añadir la soltura semántica, la conveniencia sorpresiva de los calificativos y otros merecimientos, que el avisado lector sabrá aislar durante el deleite -rápido o moroso- del conjunto.
 
En conclusión, el libro inicial de Maybell Lebrón ha de arrimar una cifra ponderable a la hora del aprecio de las voces femeninas en nuestra actual prosa de ficción; de esa suerte, será menester instalar el nombre de la autora junto al de algunas escritoras de editez reciente y genuino tañido (Luisa Moreno de Gabaglio, Dirma Pardo de Carugati), y aun al de otras de itinerario y valimiento ya exteriores: Renée Ferrer y Raquel Saguier.
 
Hace rato que vengo cobijando una fe sin tregua en el firme talento crecedor de unos cuantos narradores paraguayos de cercana labor, principalmente mujeres. Maybell Lebrón es una de ellas. No erró mi confianza, y acá está Memoria sin tiempo para comprobarla.
 
 
Ultima Altura, noviembre 1992.

 

 
Autora: MAYBELL LEBRON DE NETTO
 
Edición digital: Alicante :
 
 
N. sobre edición original:
 
Edición digital basada en la de Asunción (Paraguay),
 
Arandura Editorial, 1992.





Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA