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ROBERTO PAREDES RODRÍGUEZ

  STROESSNER LA HISTORIA - LA CRISIS GENERAL DEL STRONISMO - Por ROBERTO PAREDES


STROESSNER LA HISTORIA - LA CRISIS GENERAL DEL STRONISMO - Por ROBERTO PAREDES

STROESSNER LA HISTORIA

PARTE ESPECIAL

LA CRISIS GENERAL DEL STRONISMO.

ROBERTO PAREDES

Editorial SERVILIBRO

25 de Mayo esq. México

Telefax: (595-21) 444 770

E-mail: servilibro@highway.com.py

www.servilibro.com.py

Plaza Uruguaya

Asunción - Paraguay

Edición al cuidado del autor

Asunción-Paraguay

Noviembre de 2011

Hecho el depósito que marca la Ley Nº 1328/98

 

 

PRESENTACIÓN

Al cumplirse 50 años del golpe de Estado que llevara al general Alfredo Stroessner al poder (Mayo de 1954/Mayo de 2004), el autor publicó el estudio “Stroessner y el stronismo”, una suerte de Historia General del Stronismo, que tuvo amplia aceptación pública, hasta el extremo de haberse agotado dos ediciones y se pide una tercera edición del mismo trabajo, lo que el autor espera se cubra en el tiempo más breve posible.

En el año 2007, en ocasión de publicarse la misma obra en fascículos, el autor le agregó una biografía completa del general Alfredo Stroessner, elemento que en el presente trabajo constituye la parte principal: “Stroessner en 12 actos”.

La semblanza trazada se empeña por escapar de trampas difíciles de sortear, sobre todo las que tientan a ver al biografiado con luces de un único color, enteramente negro o enteramente blanco. Huyendo de la detracción o de la apología, dos caras de un mismo engaño, el autor apostó a reflejar la vida del personaje histórico con todos sus matices, convencido de que de ese modo uno se aproxima más a la verdad. De hecho, espera haber contribuido en ese sentido.

Por otra parte, si bien se habló de “la crisis del stronismo” –tesis levantada por el autor desde 1980– poco o nada de sistemático se había publicado sobre el tema, por lo que en lo que se denomina “Parte Especial” se publica sobre el complejo tema bajo el título de “La crisis general del stronismo”.

El autor no busca la polémica estéril; busca, SI, aproximarse con la mayor imparcialidad posible a sucesos y procesos de relevancia que se dieron (y se dan) en el país.

Espera, de hecho, haber contribuido en ese sentido, con el trabajo en cuestión, que es la reproducción de lo que se publicó muy recientemente en el libro “El golpe que derrocó a Stroessner”.

ROBERTO PAREDES

 

 

 

Contenido

Presentación

PARTE PRINCIPAL

Stroessner en 12 actos

Acto 1 - Temple de soldado

Acto 2 - Un atento espectador

Acto 3 - Vida cuartelera

Acto 4 - El gran susto

Acto 5 - El 13 de enero

Acto 6 - Combatiente del 47

Acto 7 - Intento frustrado de golpe

Acto 8 - Retorno triunfante

Acto 9 - Comandante en Jefe

Acto 10 - En la cúspide del poder

Acto 11 - Días de exilio

Acto 12 - Muerte en soledad

 

 

PARTE ESPECIAL

 

La crisis general del stronismo en 7 actos

Acto 1 - “Paz y Progreso” e inestabilidad

Acto 2 - La crisis del stronismo

Acto 3 - La debilidad de la izquierda

Acto 4 - Nueva fase de la crisis: “dictablanda”

Acto 5 - La convención del 87: la crisis terminal

Acto 6 - Los “días contados” del stronismo

Acto 7 El Partido Colorado y el golpe

Anexo

Bibliografía

 

 

PARTE PRINCIPAL

STROESSNER EN 12 ACTOS

 

 

ACTO 1

TEMPLE DE SOLDADO

 

Hijo de un ciudadano alemán, Hugo Stroessner, y de doña Heriberta Matiauda de Stroessner, paraguaya, Alfredo Stroessner Matiauda nació el 3 de noviembre de 1912 en la ciudad de Encarnación, Itapúa.

De extracción humilde, el padre de Alfredo se dedicaba a llevar la contabilidad de algunas casas comerciales y enseñaba matemáticas. Emigrante, había llegado a Paraguay después de vivir en Posadas, Argentina. Doña Heriberta Matiauda, oriunda de Caazapá y habitante del lugar, fue esencialmente una ama de casa.

La pareja Stroessner-Matiauda tuvo cuatro hijos – Alfredo y Heriberta, que sobrevivieron al matrimonio, y dos hijos varones que murieron cuando niños–, quienes fueron criados bajo un régimen de estricta disciplina, lo que provenía esencialmente de la influencia del padre, Hugo, hombre silencioso y poco sociable, riguroso y sistemático.

La época en que nació Alfredo Stroessner estaba dominada desde la perspectiva política por el caos, pues apenas habían pasado ocho años desde que se produjera uno de los cambios más trascendentales en la vida política del país: la caída del poder del Partido Colorado, como desenlace de la llamada “revolución de 1904”.

En rigor, la caída del Partido Colorado fue posible gracias a la articulación del Partido Liberal con colorados disidentes, los “egusquicistas”, seguidores del ex presidente Juan Bautista Egusquiza, quien sostenía profundas divergencias con el caudillo del coloradismo, Bernardino Caballero.

Desde que cayera el Partido Colorado, en 1904, hasta 1912, se habían sucedido en la presidencia de la república nada menos que siete hombres: Juan B. Gaona, Cecilio Báez, Benigno Ferreira, Manuel Gondra, Liberato Marcial Rojas, Pedro Peña y Albino Jara. Tiempos de completa inestabilidad política, que se reflejaba de manera implacable en las demás esferas.

La población de ese entonces era de alrededor de un millón de habitantes, estimando los especialistas que debía ser de tres millones, de no haberse dado la Guerra de la Triple Alianza, en que la población se redujo de 950.000 a 350.00 habitantes, y las revoluciones de 1904, 1907, 1908, 1909, 1910 y 1911, que redujeron en menos 150.000 habitantes la población total.

Se constató que regiones despobladas de los países fronterizos Argentina y Brasil recibieron en el período de las revoluciones grandes contingentes de emigrantes paraguayos.

“Pea-pa ára tera-pa Jara” (Es el mal tiempo o es Albino Jara y sus cañonazos) decía la gente, cuando se escuchaba un trueno, queriendo llamar la atención sobre el accionar político inquieto del controvertido coronel Albino Jara, árbitro de la situación política en ese tiempo.

Desde el punto de vista económico el Paraguay tenía como soportes principales en ese entonces la producción de yerba mate, en la región Oriental, y la de extracción de tanino, en la región Occidental o Chaco.

En la región de Encarnación era dominante la actuación empresarial de Domingo Barthe, quien además de poseer un territorio equivalente a 412 leguas cuadradas, que destinaba a yerbales, poseía una de las empresas de navegación más prósperas de ese entonces.

País que no conseguía recuperarse de la devastación que significara la Guerra de la Triple Alianza (1864/1870), en 1912 Paraguay proyectaba los indicadores más bajos de América Latina en casi todos los campos: infraestructura, servicios, actividades productivas.

Alfredo Stroessner cursó sus estudios primarios en Encarnación y referían quienes fueron sus profesoras que el niño se destacaba como buen estudiante. Sobre todo resaltaban que tenía un alto sentido de disciplina y una especial aptitud para las matemáticas.

Confiados en que el niño prometía buenos resultados, al concluir sus estudios primarios sus padres lo enviaron a la ciudad argentina de Posadas para realizar la secundaria, pero las tempranas gestiones del tío Vicente Matiauda, vendrían a cambiar su vida por completo.

En 1928 asumió como presidente de la República el emergente caudillo liberal José Patricio Guggiari, quien fuera abogado de Vicente Matiauda años atrás. Así, fue con el padrinazgo de Guggiari que Alfredo Stroessner ingresó al Colegio Militar en el año 1929, el 1º de marzo, a la edad de 16 años. Se iniciaba para él la carrera que lo llevaría a las cumbres del poder.

El período en que Stroessner abrazó la carrera militar era especialmente complejo, pues dominaba la preocupación de la persistente penetración boliviana en el Chaco, con lo que existía la eventualidad de un conflicto bélico de imprevisibles consecuencias.

De hecho, en 1928, precisamente, poco antes de ser cadete, se produjo la primera gran movilización de hombres para un inminente choque armado con Bolivia, después de la llamada “crisis del Fortín Vanguardia”, que tuvo al entonces mayor Rafael Franco en el centro del proceso.

Por decisión unilateral del entonces mayor Rafael Franco, el Fortín que había sido ocupado por los bolivianos fue recuperado por tropas paraguayas. Bolivia presentó el hecho ante la opinión pública de su país y del exterior como una agresión bélica paraguaya, generando un clima favorable a la guerra.

Se instaló un estado de tensión extrema entre ambos países, disponiéndose en el Paraguay la movilización general, convocatoria a la que respondieron positivamente decenas de miles de paraguayos. El diferendo puntual se dirimió en el seno de la Liga de las Naciones, que encontró una fórmula conciliatoria precaria sobre cuya base se depusieron los ánimos belicistas. La fórmula conciliatoria no satisfizo a Paraguay.

La comunidad internacional evitó que se desatara el conflicto armado, por lo que siguió a la crisis la desmovilización.

La experiencia había sido caótica y demostró a todas luces que el Paraguay no estaba preparado para la contienda bélica.

Quedaron al descubierto dos fragilidades:

- en el orden estrictamente militar, el llamado a movilización general tuvo un carácter caótico, y

- en la esfera política, la iniciativa del presidente Guggiari de dar cabida a todos los sectores en el marco del Consejo de Defensa Nacional terminó en un fracaso.

Además de las cuestiones estrictamente militares, de hecho el gobierno soportaba una creciente presión social y política con respecto a la defensa del territorio, cuyo punto culminante se había dado a menos de un año del inicio de la guerra, el 23 de octubre de 1931, y consistió en el asesinato por ametrallamiento de 11 estudiantes frente al Palacio de Gobierno.

Meses antes de los luctuosos sucesos de octubre, el 20 de febrero de 1931 se asistió a un hecho sumamente llamativo, que tuvo a Alfredo Stroessner como protagonista indirecto. La llamada “toma de Encarnación”, oportunidad en que alrededor de 80 hombres asumieron el gobierno de la ciudad de Encarnación por espacio de 16 horas.

En momentos del festejo se hirió uno de los líderes del alzamiento: Cantalicio Aracayú, por lo que fue llevado a la casa de un médico para ser asistido. Por cosas del destino se encontraba en el lugar el cadete Alfredo Stroessner, quien tuvo que esconderse para evitar que los alzados viesen al joven militar.

Los líderes Obdulio Barthe y Cantalicio Aracayú desistieron del intento de crear la “comuna socialista” al fracasar alzamientos similares en otras regiones: Asunción, Villarrica y Concepción, por lo que se abandonó la ciudad de Encarnación.

La presión por la defensa del Chaco fue amplia, expresándose a través de posturas críticas de la prensa, de manifestaciones públicas de sectores políticos de oposición y de movilizaciones sociales, sobre todo estudiantiles.

El presidente Guggiari apostaba a fortalecer las Fuerzas Armadas, entrenando y equipando a sus oficiales, encontrándose el joven Alfredo Stroessner en proceso de formación, como cadete.

La Guerra del Chaco, propiamente, se determinó realizar en julio de 1932, cuando se dispuso la movilización general, bajo la presidencia de José P. Guggiari, pero se desencadenó tras la batalla de Boquerón, en setiembre, bajo la presidencia de Eusebio Ayala.

Mucho se ha escrito sobre que la batalla de Boquerón (Septiembre de 1932) fue la decisiva desde el punto de vista militar. Decisiva, pues para ambos países en pugna marcó el inicio de las hostilidades, que solamente irían a concluir después de 3 largos años.

Decisiva para el Paraguay, que tras el triunfo mostró a Bolivia y al mundo que estaba dispuesto a agotar sus recursos en defensa de sus derechos.

Decisiva para el Paraguay, desde la perspectiva local, social y política, pues salió al encuentro de los crecientes reclamos de movilización para la defensa, con una medida contundente: la recuperación de un fortín que fuera ocupado apenas meses atrás por los bolivianos.

Y decisiva en la vida de Alfredo Stroessner, quien hizo su bautismo de fuego en esa memorable batalla, al frente de un grupo de artilleros. Stroessner tenía 19 años de edad y su participación en Boquerón fue objeto de mucha polémica, pues sus detractores aseguraban que había abandonado sus morteros en un momento de la batalla, mientras que sus apologistas exageraban su papel en el episodio clave.

La controversia sobre el tema puntual no se justifica y de hecho quienes tuvieron méritos sobrados en la contienda en cuestión no se expresaron ni en uno ni en otro sentido.

La batalla de Boquerón resultó traumática para todos sus protagonistas, pues tomó a las fuerzas paraguayas sin experiencia alguna y cometieron errores en el marco de la misma desde el más encumbrado comandante hasta el último de los soldados.

De hecho, lo cierto y lo concreto es que el 1º de octubre de 1932 Alfredo Stroessner fue beneficiado con su primer ascenso, a teniente 2º de Artillería, apenas tres días después de concluida la batalla. Resulta más que obvio que de haber asumido una conducta indigna de un oficial, tal ascenso nose habría producido.

Durante los tres años que duró la Guerra del Chaco, Alfredo Stroessner estuvo en el campo de batalla, participando de importantes confrontaciones bélicas.

Una rápida reseña de su foja de servicios durante la contienda permite rescatar que actuó como comandante de Pelotón en Boquerón y Teniente Arias; como comandante de Sección en Campo Jordán, camino Francia-Zenteno, Campo Aceval, Falcón, Favorito, Charcas, Campo Jurado; como comandante de Grupo de Morteros en camino Lóbrego; como Oficial de Tiro en camino Mr. Long, El Carmen, Oruro, camino Ybapobó, Poez 13, Carrera Saguier, Agua Blanca y batalla de Villa Montes.

Durante la prolongada contienda se registraron informes altamente positivos sobre su desempeño profesional y personal, de parte de sus comandantes, y fue merecedor de la condecoración Cruz del Chaco, cuando la División lo citó: “En mérito a su brillante actuación en la Campaña del Chaco. Por su destacada actuación en la Batalla de Cañada El Carmen, que culminó con la destrucción total de la 10ª División enemiga”.

Conforme informes de sus superiores, Stroessner se destacaba como un oficial consistente y equilibrado, que trataba muy bien a sus hombres.

Además del ascenso tras la batalla de Boquerón, Alfredo Stroessner fue beneficiado con otro ascenso durante la contienda chaqueña: a teniente 1º, el 31 de marzo de 1934.

La guerra concluyó a mediados de 1935. El campo de batalla –sumamente adverso– fue un inmenso páramo de alrededor de 300.000 kilómetros cuadrados, sin infraestructura alguna y con sensible falta de agua. Así, los contendientes

se vieron forzados a pelear entre sí y contra las condiciones naturales desfavorables.

Los recios combates y la escasez de agua y alimentos provocaron:

- 52.000 víctimas fatales a Bolivia, y

- 36.000 a Paraguay.

Al concluir, la Guerra dejó decenas de miles de mutilados, más de 25.000 prisioneros, e implicó, solamente para Paraguay, la pérdida de 152 millones de dólares exclusivamente en carácter de costeamiento de las movilizaciones militares, armamentos y sustento de las fuerzas en combate.

Para el Paraguay, la Guerra del Chaco significó un inmenso sacrificio, pues la misma se produjo apenas a un poco más de 60 años de la Guerra de la Triple Alianza (1865/1870), que lo había devastado totalmente, en términos materiales y humanos; económicos y políticos institucionales.

Alfredo Stroessner retornó del Chaco tras terminar la guerra y apenas tenía 22 años. Como a muchos otros paraguayos, la contienda había templado su carácter, tornándolo apto para la vida dura, para sobrevivir en condiciones adversas.

De hecho, el país estaba en vísperas de enfrentar dramáticas situaciones.

 

 

 

 

Acto 3

VIDA CUARTELERA

 

El capitán Alfredo Stroessner fue enviado al Brasil en misión de estudios por Decreto Nº 344, del 14 de marzo de 1940, y por Decreto Nº 9441, del 1º de febrero de 1941 se dio por terminada dicha misión de estudios, debiendo retornar al país. El 8 de febrero, por medio de la Orden General Nº 153 se le reconoció los estudios realizados en la Escuela de Arma del Ejército Brasileño.

Por Decreto Nº 4131, del 11 de diciembre de 1940, se determinó su ascenso a mayor del Ejército, jerarquía alta para el período, que pocos oficiales alcanzaban.

El desempeño del joven mayor había sido excelente, por lo que sus pares y superiores vieron que resultaba prometedor en las Fuerzas Armadas alguien que con menos de 30 años de edad era invitado a realizar entrenamientos tan importantes, de tan alto nivel.

De regreso al país, el militar pudo acompañar de cerca el desarrollo de los hechos políticos más relevantes, que afectaban directamente a los militares, pues el presidente era el general Higinio Morínigo, que apoyado en las Fuerzas Armadas había implantado una férrea dictadura.

Morínigo llegó al poder por medio de una vía inesperada, pues al producirse la muerte de Estigarribia, el 7 de setiembre de 1940, se produjo la acefalía, ya que la Constitución de 1940 había eliminado la Vicepresidencia y, por tanto, la posibilidad de que sucediera al mismo el liberal Luis A. Riart.

La nueva Ley Fundamental establecía que conjuntamente la Cámara de Representantes y el Consejo de Estado debían decidir sobre la sucesión en casos como el que se había presentado, pero como dichos cuerpos no estaban integrados, la designación corrió por cuenta del Consejo de Ministros.

La elección recayó sobre el coronel Higinio Morínigo, pero en rigor, los que tomaron la determinación última fueron los hombres fuertes del momento al interior de las Fuerzas Armadas: el coronel Ramón L. Paredes y el teniente coronel Dámaso Sosa Valdez. Ellos se decidieron por Morínigo porque lo consideraban “manejable”, pero al final fue Morínigo quien los descabezó.

Ni bien asumió Morínigo, el 30 de setiembre procedió a destituir a todos los ministros liberales. Desde el punto de vista histórico-político, ese día marcó el fin definitivo de la participación liberal en el Gobierno.

La política de prescindencia de los liberales para cargos administrativos fue acompañada por la incorporación de “franquistas” y “tiempistas” en el Gobierno. Los “tiempistas” fueron incorporados en cargos importantes, inclusive con uno en el gabinete, Luis María Argaña.

El momento político que le tocó administrar a Morínigo era caótico, pues persistían las amenazas de cuartelazos y de revueltas, las que fueron controladas enteramente, con lo que el presidente demostró estar dotado de una especial habilidad para mantenerse en el poder.

La campaña anti-liberal había penetrado profundamente en algunos segmentos de la sociedad, sobre todo entre los militares. Morínigo se apoyó en eso para golpear a los liberales.

La Cámara de Representantes no se integró, pues los partidos no funcionaban. Morínigo decía:

- El país no está preparado para la democracia electoralista.

Ese sentimiento anti-liberal entre los militares, que se originara en dos cuestiones: debilidad para la defensa del Chaco y postergación social, de hecho vendría a influir decisivamente sobre el joven oficial Alfredo Stroessner.

En ese período, Stroessner se desempañaba, entre otras cosas, como profesor de Técnica de Tiro de los sub oficiales, jefes y oficiales del Primer Regimiento de Artillería, RA 1 “General Bruguez”. Lo hizo desde comienzos de 1941, después de retornar del Brasil, hasta diciembre de 1942, oportunidad en que se ganó el respeto profesional de sus camaradas y de sus superiores.

En ese entonces se desempeñaba como comandante del RA 1 el teniente coronel Amancio Pampliega, quien poco tiempo después sería llamado a cumplir papeles claves bajo la gestión del presidente Higinio Morínigo.

En mención de Pampliega sobre Stroessner, por el desempeño del mismo entre enero y junio de 1941, decía: “Durante el período observó conducta muy buena. Es estudioso e inteligente”.

Entre julio y diciembre de 1941, el mayor Alfredo Stroessner fue puesto al frente del Primer Grupo de Artillería, GA 1, ocasión en que Pampliega destacó el papel de “buen educador profesional y moral de sus subordinados.

A mi juicio es un jefe completo y de gran porvenir en el Ejército”.

Mientras Stroessner se mantuvo al frente del GA 1, se ganó conceptos altamente elogiosos a su desempeño profesional, primero de su comandante Amancio Pampliega, quien al dejar el cargo para ocupar funciones en el Gobierno, fuera reemplazado por el mayor Zenón Morínigo, quien también destacó el carácter de “jefe de sobresalientes cualidades morales e intelectuales” de Stroessner.

Su vida, en esos años difíciles, fue esencialmente la de un soldado. Se percibía en su conducta, a medida que pasaba el tiempo, que estaba determinado a llegar a la cúspide del poder militar, sueño compartido por muchos superiores y camaradas.

De lo estrictamente político, se mantenía prescindente; era el momento de otros, no el suyo. Así, en abril de 1942 tuvo oportunidad de asistir a uno de los hechos más relevantes y decisivos del período: la proscripción del Partido Liberal.

El golpe definitivo de Higinio Morínigo contra el Partido Liberal, realizó el 25 de abril de 1942, cuando por medio del Decreto Nº 12.246 el Gobierno decidió proscribir al Partido Liberal, bajo la grave acusación de traición a la Patria.

Presuntamente, el Partido Liberal había organizado una conspiración en el año 1936, en tiempos del Gobierno del coronel Rafael Franco, con la finalidad de derrocarlo.

Hasta ahí todo parecía normal, pues el partido había sido desplazado por Franco. Lo grave del caso es que existían fundadas sospechas sobre que el Partido Liberal había solicitado subrepticiamente la cooperación de Bolivia para el derrocamiento de Franco.

Se accedió a fundadas informaciones sobre que estuvo en los planes del presidente Morínigo la proscripción del Partido Colorado, con lo que apostaría a desmontar a los dos partidos tradicionales del Paraguay. No lo hizo.

No caben dudas sobre que la proscripción del Partido Liberal constituyó el mayor atentado contra el proceso de normalización institucional de la historia política del país.

De hecho, después de 1942 se abrió el proceso de sucesión presidencial. Higinio Morínigo tenía aspiraciones de seguir. No promovió normalización alguna, por lo que el cambio de Gobierno se haría con deliberada exclusión de los partidos tradicionales.

Carente por completo de popularidad, Higinio Morínigo apostó a compensar eso con la realización de grandes obras, capaces de dar respuestas satisfactorias a problemáticas arrastradas desde antaño.

Tuvo grandes logros en la primera fase de su larga dictadura, entre las que se destacan en el orden internacional la obtención del perdón de la deuda paraguaya con la Argentina, derivada de la Guerra de la Triple Alianza, en agosto de 1942; y con el Brasil, en mayo de 1943.

En el orden interno, Morínigo se mostró más hábil de lo que se podían imaginar: despojó de todo y cualquier poder a Ramón L. Paredes y a Dámaso Sosa Valdez, los que lo habían llevado a la Presidencia. De hecho, Morínigo se definía a sí mismo como “domador de potros”.

Higinio Morínigo completó el mandato correspondiente a Estigarribia en 1943, pero como la Constitución de 1940 lo habilitaba a la reelección, todo se preparó para el efecto. Hubo sobre todo acuerdo de los sectores dominantes de las Fuerzas Armadas para que el proyecto de reelección se concretase.

Se convocó al pueblo para sufragar en el mes de enero de 1943, pero la votación se hizo en cuatro domingos consecutivos, por dificultades para su plena realización en un único día. Los resultados fueron: 169.000 votos a favor de Morínigo sobre un total de 186.660 electores habilitados.

La votación se hizo con un solo candidato, pues debido a la tregua política, vigente por entonces, los partidos estaban prohibidos de desarrollar actividades. Es lógico que se trató de una farsa electoral, con que las Fuerzas Armadas –que eran el poder real– trataron de maquillar la dictadura.

En ese período concreto, el mayor Alfredo Stroessner se empeñaba por hacer bien sus deberes y seguir ascendiendo al interior de las Fuerzas Armadas. El 6 de agosto de 1943, por Orden General Nº 114, pasó a disposición del Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas, de donde por Orden del Día del Gran Cuartel General, el 7 de setiembre de 1943 fue dado de Alta en el II Departamento del Estado Mayor General.

Días después, el 17 de setiembre, recibe una de las importantes citaciones militares, “por su correcta actuación en la pasada campaña del Chaco”. De manera lenta pero segura, iba acumulando puntos a su favor.

En febrero de 1944, el día 25, por Orden General Nº 221 se le nombra alumno del Primer Curso de la Escuela Superior de Guerra, siendo el mayor un destacado profesional militar y un experto en Ciencias Exactas.

Concluyó el primer año sin inconvenientes, por lo que por Orden General Nº 316, del 25 de diciembre de 1944, se lo nombra alumno del Curso Avanzado (2º) de la Escuela Superior de Guerra.

De ahí es que al concluir el los cursos en la Escuela Superior de Guerra, por Orden General Nº 104 del 14 de noviembre de 1945 se le confirió el Diploma de Estado Mayor y Estudios Militares Superiores, habiendo “aprobado satisfactoriamente” la carrera. De ese modo se convertía en oficial de Estado Mayor, categoría muy ambicionada dentro de las Fuerzas Armadas. Alfredo Stroessner tenía en ese entonces la edad de 33 años.

Esa ascendente carrera militar la realizó Alfredo Stroessner con una actitud prescindente con respecto a la política, cuyos vaivenes para nada afectaron su curso de acción.

Soñaba con llegar a la cúspide y estaba cantado que lo haría, pues actuaba con decisión y mucha disciplina.

Ínterin, la lucha por el fin de la tregua política, que proscribía las actividades partidarias, se daba abiertamente.

Los partidarios del coronel Rafael Franco, el Partido Liberal y el Partido Comunista Paraguayo, conformaron en 1943 el “Frente Democrático”, para oponerse con mayor tenacidad a la tregua política.

Los principales referentes de los partidos que integraron el Frente se encontraban en la Argentina y el Uruguay, en condiciones de exiliados.

De todos los actores de oposición, sin embargo, se destacaba el vigor del Partido Colorado, en especial de su sector juvenil, que operaba desafiante ante la dictadura de Morínigo. Así, en mayo de 1944, en el aniversario del fallecimiento de Bernardino Caballero, organizó una importante concentración en el Teatro Municipal.

Más adelante, en ocasión de conmemorarse un nuevo aniversario del 23 de octubre de 1931, la Juventud Colorada levantó con fuerza un programa de democratización:

1. Derogación de la Ley de Tregua Política.

2. Derogación de la Ley de Prensa.

3. Amnistía general amplia por causas políticas y sociales.

4. Libertad de reunión, asociación y palabra.

5. Convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente que tenga que estructurar las bases jurídicas, económicas y políticas del Nuevo Estado Paraguayo.

Morínigo gobernó el Paraguay en condiciones históricas especiales, sobre todo en el campo internacional, pues el ascenso del fascismo en Italia y del nazismo en Alemania había conducido de manera inevitable a la gran conflagración bélica, la Segunda Guerra Mundial.

De manera ambigua, el Paraguay de Morínigo se mantuvo en una posición que ni era favorable ni desfavorable al nazi-fascismo, pese a la presión continental y regional para alinearse a los aliados anti nazi-fascistas. De hecho, y sobre todo en el seno de las Fuerzas Armadas, los grupos filo-nazi-fascistas habían ganado mucho terreno, ocupando posiciones claves tanto entre los militares como en la administración gubernamental.

Pragmático, Higinio Morínigo apostó a navegar sobre dos aguas, haciendo concesiones a uno y otro sector, pero la derrota del “Eje”, del nazi-fascismo, le llevó a concluir que necesariamente debía terminar rompiendo de manera definitiva con los adherentes locales de los que vinieron a menos después de la contienda.

Observador atento, Stroessner venía mirando con atención cómo se movían las piezas del poder local. A él, la estrella le sonreía: el 19 de noviembre de 1945 se lo destina al Primer Regimiento de Artillería, RA 1, y el 21 de noviembre, dos días después, se lo nombra comandante interino.

Pero las posiciones ocupadas vinieron acompañadas de un nuevo ascenso. Así, el 31 de diciembre de 1945, por Decreto Nº 11422, se le asciende al grado de teniente coronel.

 

 

 

Acto 5

EL 13 DE ENERO

 

El desplazamiento del “Frente de Guerra” del centro del poder desencadenó una severa crisis política, cuyos rasgos característicos fueron cambios sistemáticos en las Fuerzas Armadas (1), rápida pérdida de legitimidad del presidente Higinio Morínigo (2) y apertura de la administración central para la incorporación en la misma de dirigentes colorados y “franquistas”.

El 8 de julio de 1946 se dio la primera señal de flexibilización política, al derogarse la controvertida Ley de Prensa y el 19 de julio, por medio del Decreto Nº 15.543 se derogaron los decretos de la tregua política del 18 de febrero y del 18 de marzo de 1940, disponiéndose inmediatamente los partidos políticos a ganar las calles.

El 24 de julio se realizó la reunión definitiva para la integración del gabinete de coalición. Habían participado como factores claves de la misma los generales Higinio Morínigo y Amancio Pampliega, por el gobierno; Federico Chaves, por el Partido Colorado; y Arnaldo Valdovinos, por la Concentración Revolucionaria Febrerista. Se pactó constituir un gabinete compartido por militares, colorados y febreristas, siendo el resultado final favorable a los febreristas, lo que se debió a la directa participación del presidente Morínigo, quien por cuerda separada negociaba con otro sector del Partido Colorado, cuya cabeza era Natalicio González.

El gabinete de coalición quedó integrado con los siguientes nombres:

Ministerio del Interior y Justicia: general Juan Rovira.

Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto: Miguel Ángel Soler.

Ministerio de Educación: Guillermo Enciso Velloso.

Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones: Federico Chaves.

Ministerio de Defensa Nacional: general Amancio Pampliega.

Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social: José Soljancic.

Ministerio de Agricultura, Industria y Comercio: Arnaldo Valdovinos.

Ministerio de Hacienda: J. Natalicio González.

Enciso Velloso, Chaves y González representaban al Partido Colorado, mientras que Soler, Soljancic y Valdovinos a la Concentración Revolucionaria Febrerista, pero el factor de desequilibrio contra los intereses colorados estaba dado por el hecho de que Valdovinos concentraba dos ministerios.

El 25 de julio de 1940 juraron los nuevos ministros, inaugurando lo que quedó conocido como “la primavera democrática”.

Inmediatamente se manifestaron los cuatro partidos políticos (Colorado, Liberal, Febrerista y Comunista), apoyando el proceso de apertura. Se declaró la amnistía general, lo que permitió el retorno de los exiliados.

Ínterin, el teniente coronel Alfredo Stroessner se desempañaba con normalidad como comandante interino del Primer Regimiento de Artillería “General Bruguez”, RA 1, una de las grandes unidades militares. En su condición de oficial artillero, era lo máximo a lo que podía aspirar, pero al interior de las Fuerzas Armadas aún había mucho que conquistar.

El ambiente político que se vivía en el Paraguay en julio de 1946 estaba dominado por la efervescencia, por lo que se realizaron mítines y marchas de los diversos partidos con frecuencia. La promesa de elecciones libres llevó a los partidos a realizar intensas campañas de afiliaciones. Tres de las cuatro fuerzas reclamaban para sí la mayoría, disputa que solamente en las urnas se podía resolver.

La presión popular por el retorno de los exiliados fue tal, que los ministros del gabinete de coalición garantizaron a todos los partidos la libertad plena para el retorno de sus líderes desterrados. En días se anunció el retorno al país de los principales caudillos.

Era el día 3 de agosto, a las 07.00 de la mañana, cuando comenzaron a congregarse frente al Puerto de Asunción y en las calles aledañas, los partidarios del coronel Rafael Franco, quien ese día retornaba al país. Con amplio respaldo en la capital, se estimó que unas 30.000 personas fueron a recibir al ex presidente.

A las 09.000 en punto, las pitadas de las embarcaciones que se encontraban estacionadas, así como las de las que escoltaban al vapor que traía al caudillo, anunciaban la llegada de Franco a Asunción.

En la mañana del 11 de agosto retornó al Paraguay, en el marco de una imponente manifestación, el máximo dirigente del Partido Comunista, Oscar Creydt. La multitud estaba constituida sobre todo por organizaciones obreras.

Ahora bien, el retorno del caudillo liberal José P. Guggiari se dio en un marco imponente. Para recibirlo, el Partido Liberal concentró en la capital nada menos que 80.000 personas. Para acarrear ese mundo de gente, el partido había contratado centenares de camiones y chatas.

Era propósito del Partido Liberal marchar hasta la Plaza Uruguaya, donde se realizaría un acto, pero en las proximidades del Panteón de los Héroes la manifestación liberal fue recibida con una lluvia de palos y piedras, provenientes de un pequeño grupo de colorados y febreristas, que condenaban la presencia de Guggiari por los sucesos del 23 de octubre de 1931.

El proceso se tornó caótico. A meses de iniciada la apertura la pugna de los dos sectores políticos que integraban el gabinete de coalición se agudizó: colorados y febreristas se disputaban el control hegemónico del proceso, apostando a consolidar sus respectivas posiciones.

El Partido Colorado organizó a comienzos de la segunda semana de setiembre la más imponente movilización política de hasta entonces, concentrando a 100.000 personas para la “Marcha por la democracia”. Con designaciones llamativas, propias de los militares, como “infantería colorada”, “caballería colorada”,..., los colorados demostraron ser una de las fuerzas más representativas del país.

Los febreristas, por su parte, levantaron la propuesta formal de llenar todos los altos cargos públicos con oficiales de las Fuerzas Armadas en actividad, como garantía firme para la realización de comicios transparentes. Se hablaba de una inminente Asamblea Nacional Constituyente, si bien no se había marcado fecha para su realización.

Por determinación del gabinete de coalición las actividades del Partido Comunista fueron suspendidas por un mes, desde el 25 de setiembre. El secretario general del partido, Augusto Cañete mantuvo una entrevista con el ministro interino del Interior, general Amancio Pampliega.

Cañete dijo:

- Vengo a comunicarle que el Partido Comunista acepta la suspensión de sus actividades, decida por el gabinete de coalición, con la expresa finalidad de contribuir de ese modo con la prosecución del proceso de normalización institucional.

- La decisión me satisface plenamente, le respondió Pampliega.

El Partido Liberal condenó la medida, por considerarla discriminatoria y llamó la atención sobre el hecho cierto de que el gabinete carecía de facultad legal para tomar ese tipo de determinaciones.

La crisis se agudizaba y todo indicaba que el Paraguay se dirigía irremediablemente en dirección a una confrontación.

Las Fuerzas Armadas, por consenso de los actores, actuaron como tutores del delicado proceso, si bien carecían

de cuadros y de propuestas para encaminar saludablemente el mismo. En ese contexto, precisamente, el 9 de diciembre se reunieron los comandantes de las grandes unidades militares –entre los cuales Alfredo Stroessner, comandante interino de la Artillería– y de ese encuentro surgió un polémico “Memorándum”, que había sido presentado por el Comandante en Jefe, general Vicente Machuca.

Los comandantes de las grandes unidades se pronunciaron en el sentido de poner punto final a la experiencia del gabinete de coalición, para constituir un gobierno netamente militar, capaz de llevar la normalización institucional a buen puerto.

De hecho, circularon dos versiones del “Memorándum”, uno duro y otro blando, publicándose la primera el día 9 de diciembre y la segunda el 14 de diciembre.

Entretanto, el 12 de diciembre se realizó la “marcha por la democracia”, impulsada por las federaciones estudiantiles, secundaria y universitaria, que terminó en una fuerte represión policial, que apoyados por bandas civiles dispersaron a los manifestantes. Saltó como principal responsable de la represión el nombre del mayor Rogelio Benítez, Jefe de Policía.

El Partido Colorado acusó de los incidentes a los “agitadores” de la Federación Universitaria del Paraguay, insinuando que la misma actuaba bajo instrucciones de la Concentración Revolucionaria Febrerista.

Los febreristas rechazaron el manifiesto colorado y amenazaron con retirarse del gobierno si no se destituía a Rogelio Benítez y a Ricardo Brugada, jefe de Investigaciones.

Se vivía el momento terminal de la crisis.

Los febreristas mantenían una ventaja sobre el Partido Colorado en cuanto al control de ministerios, por lo que los colorados, por su parte, presionaban para sanar ese desequilibrio.

En ese contexto se propuso crear un nuevo Ministerio, el de Trabajo y Previsión Social, con lo que los colorados pensaban equiparar fuerzas.

Los febreristas se radicalizaron y levantaron un programa mínimo, compuesto esencialmente de dos puntos: No a la reelección de Higinio Morínigo (1) y destitución de Rogelio Benítez y Ricardo Brugada (2). La propuesta fue rechazada por el Partido Colorado y los militares, por lo que los febreristas se retiraron del gabinete de coalición.

En ese marco, precisamente, el 11 de enero –aniversario del presidente Higinio Morínigo– se aprovechó para hacer una consulta a fondo sobre el tema a los comandantes de las grandes unidades militares, quienes fueron hasta la residencia presidencial para saludar al presidente.

De la reunión participaron el general Amancio Pampliega, ministro de Defensa e interino de Interior; el general Vicente Machuca, Comandante en Jefe; el general Francisco Andino, comandante del Chaco; el general José Atilio Migone, comandante de la Aeronáutica; el capitán de Navío Sindulfo Gill, comandante de la Marina de Guerra; el teniente coronel Emilio Díaz de Vivar, jefe de Estado Mayor General; el coronel Julio R. Cartes, director del Colegio Militar; el teniente coronel Alfredo Stroessner, comandante interino de la Artillería; el teniente coronel Enrique Jiménez, comandante de la Caballería; el coronel Juan Ibarrola, comandante de la II División de Concepción; el general Manuel Contreras, director de Intendencia; el general Manuel Rodríguez, de Sanidad Militar; y varios jefes de menor rango, sin voz ni voto.

Al iniciarse la reunión Higinio Morínigo planteó el problema del retiro de los febreristas y pidió la opinión a los presentes. Pampliega le siguió en el uso de la palabra, explicando sobre la complejidad de la crisis.

Morínigo pidió después que hablase el Comandante en Jefe, pero Vicente Machuca se excusó:

- Creo que primeramente deben hablar los comandantes de menor jerarquía, de modo que no se crea que hay una influencia mía.

El primero en hablar fue el teniente coronel Enrique Jiménez, quien dijo que si los febreristas se fueron no fue porque se los sacara, por lo que no había razón para prescindir de los colorados.

Después de Jiménez se le pidió la opinión al teniente coronel Alfredo Stroessner, quien desistió de pronunciarse sobre el tema, con el argumento de que era nuevo en el asunto.

Después habló el teniente coronel Emilio Díaz de Vivar, quien apoyó la postura de Enrique Jiménez.

Consultado el general José Atilio Migone, de la Aeronáutica, el alto jefe fue claro al destacar que era necesario que se constituya un gobierno netamente militar. Los demás se pronunciaron en el mismo sentido del general Migone, decidiéndose con el respaldo de 12 de los 14 jefes de grandes unidades militares, constituir un gobierno exclusivamente militar.

De la residencia presidencial, los generales Amancio Pampliega, Vicente Machuca, Francisco Andino y José Atilio Migone se retiraron a la casa de Pampliega para trabajar sobre la lista de los candidatos a cubrir las vacancias que quedarían tras la salida de los ministros colorados y febreristas.

No obstante, ese mismo día se inició la conspiración cívico-militar con la expresa finalidad de llevar al poder al Partido Colorado. Piezas claves de ese proceso fueron el mayor Rogelio Benítez, jefe de Policía, y el teniente coronel Enrique Jiménez, comandante de la Caballería.

El día 12 de enero Rogelio Benítez y Enrique Jiménez tejieron el plan para viabilizar el gobierno militar-colorado.

La movida fue rápida, audaz y decidida: se detuvo a los que eran considerados potenciales adversarios, como Vicente Machuca, Comandante en Jefe, y se procedió a desplegar tropas por toda la capital.

Según Víctor Morínigo, pieza civil clave de la conspiración:

- El 13 de enero de 1947 el país amaneció con un gobierno totalmente colorado: era nuestra respuesta al intento de desalojarnos...

Se inició de ese modo el prolongado período de hegemonía colorada, que se extiende hasta el presente. Al margen de lo que los apologistas de Stroessner escribieron o dijeron sobre su papel en el 13 de enero, lo cierto es que en rigor no desempeñó un rol relevante, ni fue responsable ni apoyó la salida decidida por otros actores: Rogelio Benítez y Enrique Jiménez, militares, y Víctor Morínigo, civil.

 

 

PARTE ESPECIAL

La crisis general del stronismo en 7 actos

 

El stronismo fue un sistema que guardó estricta coherencia con la precaria realidad de los años 50 y 60, en que emergió y se consolidó, pero al transformarse la realidad socioeconómica se produjo un desajuste insalvable entre régimen político y nuevos actores sociales y políticos. Fue decisiva, también, el cambio de la política exterior de los Estados Unidos de América.

 

 

Acto 1

“PAZ Y PROGRESO” E INESTABILIDAD

 

A lo largo de la dictadura encabezada por el general Alfredo Stroessner, entre mayo de 1954 y febrero de 1989, casi 35 años, hubo intentos serios para derrocarlo, así como para abrir espacios de mayor flexibilidad para el juego político. Habrá que destacar, no obstante, que las conspiraciones que se llevaron adelante en el prolongado período no fueron siempre de signo opositor; en varias ocasiones sectores del Partido Colorado, del partido de gobierno, conspiraron con vigor.

El Gobierno de Stroessner habló hasta el cansancio de “Paz y Progreso”, pero no reinó en el país ni siquiera “la paz de los cementerios”, como algunos decían, ya que diversos sectores de la sociedad, de una u otra manera manifestaron su abierta disconformidad.

Un breve esquema cronológico muestra de manera fehaciente cuál fue el nivel de estabilidad política real del stronismo:

1954: el 4 de mayo se produjo el golpe que destituyó a Federico Chaves, encabezado por Stroessner, y después de la presidencia provisional de Tomás Romero Pereira, el general Stroessner asumió como presidente el 15 de agosto.

1955: en enero se abortó un intento de golpe de Estado, liderado por el caudillo colorado J. Eulogio Estigarribia, que involucró básicamente a cadetes del Liceo Militar. En octubre se promovió el “Reencuentro del Coloradismo”, intento de unir a las más diversas corrientes internas bajo la hegemonía del general Stroessner. En diciembre se destituyó al segundo hombre fuerte del país, Epifanio Méndez Fleitas, quien pasó a vivir en el exilio, mientras que sus partidarios eran literalmente “barridos” de las instituciones administrativas del Gobierno y de las Fuerzas Armadas.

1956: en noviembre se abortó la intentona golpista del Partido Liberal, que involucró como jefe militar al coronel Alfredo Ramos, así como a dirigentes juveniles que en tiempos posteriores jugarían papeles relevantes, como Benjamín Vargas Peña, Carlos Levi Rufinelli, Manuel Pesoa, Domingo Laino, Rodrigo Campos Cervera y Ranulfo Gill, solamente para citar a algunos.

1958: entre agosto y setiembre el país se vio sacudido por una huelga general obrera, convocada por la Confederación Paraguaya de Trabajadores, CPT, central sindical pluralista, pero con clara mayoría colorada en su conducción.

De inmediato, el stronismo dispuso la intervención de la central.

1959: entre marzo y mayo se produjo una de las más severas crisis que enfrentó Alfredo Stroessner: el pedido del “Grupo de los 17” del Partido Colorado, que llevó al levantamiento del Estado de Sitio el 1° de abril, después a una protesta juvenil en mayo, que concluyó el 29 con la clausura del Parlamento y el destierro de prominentes dirigentes colorados, como Waldino Ramón Lovera y Miguel Ángel González Casabianca. A finales del año se registró la primera incursión armada con fines de derrocar a Stroessner a través de la lucha guerrillera.

1960/1962: años especialmente críticos, en que el Gobierno se vio forzado a enfrentar a dos organizaciones guerrilleras: el Movimiento 14 de Mayo, impulsado por dirigentes de los partidos Liberal y Febrerista; y el Frente Unido de Liberación Nacional, FULNA, formado por el Partido Comunista Paraguayo, en lo fundamental. Una columna del FULNA sobrevivió hasta 1970.

1962/1965: años que caracterizan la “ofensiva socialcristiana” y que comprenden en lo fundamental tres procesos: 1) constitución en 1962 de una organización sindical autónoma del Gobierno, la Central Cristiana de Trabajadores, CCT; 2) la constitución a partir de 1962 de las Ligas Agrarias, organización que apenas se controló por completo en 1975; y 3) fundación del Partido Demócrata Cristiano, PDC, con figuras como Jorge Escobar, Gerónimo Irala Burgos y Luís Alfonso Resck.

1966: la denominada “crisis de los Saltos del Guairá”, problema fronterizo entre Brasil y Paraguay que se extendió entre 1962 y 1966, lanzó a los estudiantes secundarios y universitarios a movilizarse por la defensa de la soberanía territorial. Las protestas se prolongaron hasta que el Brasil, en 1966, aceptó firmar el “Acta de las Cataratas”, por el que asumió la responsabilidad de utilizar los recursos derivados del río Paraná conjuntamente con el Paraguay.

1963/1967: años en que se produjo, en lo fundamental, la capitulación de la oposición democrática ante el stronismo.

En 1963 un sector del Partido Liberal participó de las elecciones generales. En 1965 el Partido Febrerista se sumó al proceso y en 1967 el stronismo realizó una Asamblea Nacional Constituyente con la participación de todos los partidos, con excepción del Partido Comunista Paraguayo (y el Partido Demócrata Cristiano). En 1968 se realizaron elecciones con 4 partidos: Colorado, Liberal Radical, Liberal Y Febrerista.

1969: La visita de Nelson Rockefeller, en junio, desencadeno una ola de protestas que afectó sobre todo a sectores estudiantiles secundarios y universitarios. En ese período ganan expresión el Movimiento Independiente, MI, y el primer intento de Juan Carlos Da Costa por crear una organización armada.

1970: se desarticuló la columna guerrillera del FULNA; denominada ”Mariscal López”, comandada por “Agapito Valiente”, seudónimo del dirigente comunista Arturo López.

El general Patricio Colmán en persona dirigió el acto de detención y fusilamiento de Arturo López y resultó herido (Moriría tiempos después a causa de ello); los demás dirigentes y activistas de la columna “Mariscal López” fueron detenidos.

1973: el 25 de abril se firmó el Tratado de Itaipú. El convenio internacional resultó altamente lesivo para los intereses del Paraguay, por lo que dio pie a generalizadas protestas que incluyeron a sectores estudiantiles, secundarios y universitarios, así como a exponentes de los partidos de oposición democrática y un sector de la prensa aliado al stronismo. El Movimiento Independiente, MI, lideró las protestas callejeras.

1974: en noviembre se detectó un plan para ajusticiar a Alfredo Stroessner. La represión fue extendida, pero sobre todo afectó al Ejército Paraguayo Revolucionario, EPR, cuyos principales referentes eran Carlos José Mancuello, Amílcar Oviedo y los hermanos “Tato” y Benjamín Ramírez; y el Movimiento Paraguayo de Liberación, MOPAL, cuyos principales referentes eran Ángel Cantalicio Bernal Font, Roberto Grau, Julián Cubas y Arnaldo Llorenz.

1975: en febrero fuerzas conjuntas de la Policía y de las Fuerzas Armadas tomaron por asalto la localidad de Jejuí, Departamento de San Pedro, y liquidaron la última experiencia de vida comunitaria de las Ligas Agrarias. En mayo se detuvo a Amilcar Santucho, hermano de Roberto Santucho, líder del Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, de Argentina. En diciembre la represión alcanzó de lleno al Partido Comunista Paraguayo, PCP, en pleno proceso de reorganización en ese entonces.

1976: en abril se abortó el mayor intento del período de constitución de una organización guerrillera: la Organización Primero de Marzo, OPM. Su líder, Juan Carlos Da Costa, y otros referentes claves como Mario Schaerer Prono, Martino Rolón y los hermanos López fueron muertos. Poco después se puso fin a otro intento de constitución de una organización guerrillera: el Partido Obrero Revolucionario Armado, PORA, cuyo inspirador fuerza Leandro Velázquez.

1977: en junio se reprimió a la dirigencia del Movimiento Independiente, MI, que se insinuaba como una eventual organización política independiente de los partidos tradicionales, capaz de movilizar masas para promover una apertura política. Ese mismo año se concretó el cambio de un artículo de la Constitución de 1967, el Art. 177, para viabilizar la reelección indefinida del general Alfredo Stroessner.

1976/80: ese período de cuatro años se conoció como la “era Carter”. Cuando Jimmy Carter fue presidente de los Estados Unidos de América, líder del mundo capitalista, “occidental y cristiano”, se aplicó en Latinoamérica la “política de los Derechos Humanos”, que estimuló la redemocratización de los países de la región. Las dictaduras, incluida la de Stroessner, dejaron de tener un sólido sustento en las administraciones de los Estados Unidos.

1978/79: en esos años dos hechos políticos marcaron el país: la lucha por la libertad de los presos políticos, por entonces concentrados aún en Emboscada, y la formación del Acuerdo Nacional, una suerte de Frente Anti Dictatorial integrado por el Partido Liberal Radical Auténtico, el Partido Revolucionario Febrerista, el Partido Demócrata Cristiano y el Movimiento Popular Colorado.

1980: en marzo se dio el intento de lucha guerrillera conocido como “caso Caaguazú”, liderado por el dirigente campesino Victoriano Centurión; la aventura terminó con la muerte de 11 de los alzados en armas, entre los cuales Gumercindo Britez Coronel, miembro del Comité Central del Partido Comunista. En setiembre, en atentado cargado de espectacularidad se ajustició al depuesto dictador nicaragüense, Anastacio Somoza, en las calles de Asunción.

1981: ese año se produjo un hecho revelador de lo que se denominó “crisis del stronismo”, cuando la Confederación Paraguaya de Trabajadores se dividió en dos sectores: la CPT y la CPT-I, expresando la I de Independiente, autonomía con respecto al Gobierno. Los esquemas de control del stronismo comenzaban a resquebrajarse.

1982: el despido de dirigentes sindicales en la fábrica de Coca Cola dio pie a una llamativa movilización social, que bajo la consigna: “No beba Coca Cola, una bebida dulce hecha en base a la amargura del trabajador paraguayo”, logró derrotar a la patronal y a su aliado, el Gobierno. Una de las consecuencias fue la clausura del Banco Paraguayo de Datos, una Organización No Gubernamental, así como la detención de casi todos sus colaboradores. También se produjo un severo golpe al Partido Comunista Paraguayo (Pro-chino), cuyo intento de reorganización en el país se abortó.

1983: la redemocratización de América Latina dio un salto cuando se produjo el desplazamiento de los militares en Argentina, que se vieron forzados a traspasar el poder a los civiles, después del estruendoso fracaso de la incursión militar en las Islas Malvinas. Ganó las elecciones el dirigente del “radicalismo” Raúl Alfonsín. El hecho fue doblemente significativo para el Paraguay, pues además de tratarse de un país vecino, allí vivían más de un millón de paraguayos, entre exiliados económicos y políticos. Un hecho particularmente relevante desde la perspectiva de la restricción a los medios de comunicación “independientes” o comerciales se tradujo patéticamente en la clausura de Radio Ñandutí, después de un salvaje ataque que estuvo a punto de terminar en tragedia.

1984: las corrientes internas del Partido Colorado estaban definiéndose con nitidez, ya que el “Tradicionalismo”, liderado por Juan Ramón Chaves, entendía que ese debía ser el último período presidencial de Alfredo Stroessner, colisionando con los “neocolorados” o “advenedizos”, cuyo referente era Mario Abdo Benítez, que después constituiría la “Militancia Stronista…” El diario hasta entonces stronista, ABC color, que se creara a comienzos de la segunda mitad de los años 60 sobre la base de la sociedad entre el general Andrés Rodríguez y Aldo Zuccolillo, se volvió tímidamente crítico al Gobierno, por lo que Stroessner decidió clausurarlo.

1985: el enfrentamiento interno en el seno del “coloradismo oficialista” se acentuó; las posibilidades de reconciliación eran ya inexistentes. Se habían constituido las dos corrientes centrales: la “Militancia Stronista y Combatiente hasta las últimas consecuencias” y “Tradicionalismo”.

1986: cuestiones laborales causaron la movilización sistemática de médicos, enfermeras y trabajadores del Hospital de Clínicas. El auge de las movilizaciones lleva a la formación del Movimiento Democrático Popular, MDP, una suerte de copia local del Movimiento Democrático Brasileño, MDB, instrumento que concentrara a los demócratas brasileños en la resistencia a la dictadura. En cartas a Juan Ramón Chaves, entre febrero y diciembre, el “Grupo de los 34”, liderado por Edgar L. Ynsfrán, promueve un gran festejo por el primer centenario del Partido Colorado, a conmemorarse el año siguiente, y habla de la necesidad de rectificar rumbos.

1987: en agosto se produjo la ruptura definitiva en el seno del oficialismo colorado, cuando la Convención fue literalmente asaltada por la corriente llamada “Militante Stronista y Combatiente hasta las últimas consecuencias”; el sector “tradicionalista”, liderado por Juan Ramón Chaves, fue expulsado del local partidario. Stroessner se dirigía a su octava reelección y se apostó a frenarlo de varias maneras: la oposición lanzó una campaña por “elecciones libres” y un sector empresarial esbozó un plan golpista: el “Plan Z”. 1988: Stroessner se reeligió y en agosto asumió su último período, en el marco de fuertes rumores sobre su inminente derrocamiento.

 

TRES CONCLUSIONES

Primera: No hubo estabilidad, casi en ningún momento a lo largo de los casi 35 años de hegemonía política stronista.

Un rápido repaso de la cronología presentada más arriba lleva necesariamente a esa conclusión. Habrá que referir, sin embargo, para tener una idea más acabada de lo que se señala que:

- Por un lado, no se hizo mención a todos los signos de inestabilidad, como por ejemplo la clausura temporal o permanente de periódicos como “Comunidad”, “El Pueblo”, “El Radical”, “El Enano”, “La Libertad”… ; las crisis en las relaciones entre Gobierno e Iglesia, que llevó incluso a la excomunión de un ministro, mientras que Stroessner diferenciaba a los religiosos en “buenos” y “malos” sacerdotes; el destierro a que se sometió a renombrados políticos como Domingo Laino y Luís Alfonso Resck; el vil asesinato de prominentes políticos, tanto en el país como en el exilio, como Agustín “Tito” Goiburú. Miguel Ángel Soler, Derlis Villagra, Antonio Maidana,…

- Por otro lado, hay necesidad de resaltar que la inestabilidad incluso se manifestó con fuerza en el marco del período más productivo del stronismo, la década del 70, en que se registró el denominado “boom de los años 70”, vigoroso proceso de crecimiento económico, el más relevante, sin lugar a dudas, desde que concluyera la Guerra de la Triple Alianza (1865/1870). Paralelamente al “boom”, que en teoría debía traducirse en bienestar y, en consecuencia, en estabilidad, se torturó y se mató durante los años 1973, 1974, 1975, 1976, 1977, 1980.

Segunda: Hubo todo tipo de amenazas a la estabilidad en ese prolongado período, y de todos los signos políticos, incluyendo a sectores del Partido Colorado:

- Movilizaciones de masas: la huelga general de 1958; la crisis juvenil y partidaria de 1959; la crisis por los Saltos del Guairá entre 1962/1966; la reacción ante la visita de Rockefeller, en 1969; la resistencia al Tratado de Itaipú, en 1973; movilizaciones obreras en 1982; la movilización de Clínicas de 1986; movilizaciones partidarias de masas a partir de 1987, incluyendo a sectores del Partido Colorado en franco enfrentamiento con el stronismo.

- Lucha armada: el intento golpista colorado de 1955; la intentona golpista liberal de 1956; las primeras incursiones armadas en 1959; el ingreso de las columnas guerrilleras del Movimiento 14 de Mayo y del FULNA, a partir de 1960; el primer intento de Juan Carlos Da Costa de impulsar un grupo guerrillero y el desmantelamiento de la columna guerrillera de Agapito Valiente, en 1970; el frustrado atentado contra Stroessner en 1974, impulsado por el Ejército Paraguayo Revolucionario, EPR; el desmantelamiento del Partido Obrero Revolucionario Armado, PORA, en 1976; el desmantelamiento de la Organización Primero de Marzo, en 1976; el intento de lucha guerrillera encabezado por Victoriano Centurión, “caso Caaguazú”, en 1980. Tercera: ¿Qué explica, entonces, la permanencia de Stroessner por mucho tiempo? Hay diversos factores que condicionaron ese desarrollo histórico-concreto, pero apenas se destacarán los más relevantes:

- Factores locales: En el orden interno pesaron de manera decisiva tres cuestiones fundamentales: (1) la debilidad de los partidos de oposición democrática, por una parte, hecho que sobre todo derivaba de la terrible derrota del frente revolucionario en la Guerra Civil de 1947; (2) por otra parte, la abierta disposición de sectores empresariales a apoyar abiertamente una férrea dictadura; y (3) la ocurrencia descoordinada de las explosiones sociales: obrera, en 1958; campesina, en 1962…; estudiantil, en 1969.

- Factores externos: En la esfera internacional Stroessner se mostró como uno de los mejores aliados de los Estados Unidos de América en el marco de la Guerra Fría, durante mucho tiempo. Pero lo insólito fue que después de la segunda mitad de los años 70, cuando se promovía desde el exterior la redemocratización, se respetó la permanencia de Stroessner debido a la inexistencia de factores políticos de recambio; la oposición democrática no satisfacía los requerimientos.

 

 

ANEXO: PROCLAMA DE CHAVES

 

La proclama original que Juan Ramón Chaves preparó para el día del golpe y que desde finales de enero de 1989 lo escondiera en la casa del doctor Oscar Facundo Ynsfrán rezaba cuanto sigue:

 

ASOCIACIÓN NACIONAL REPUBLICANA

PARTIDO COLORADO

PROCLAMA

A todos los colorados de la República:

Desde la sala de sesiones de la Junta de Gobierno del Partido Colorado, tengo la satisfacción de dirigirme a todos los colorados de la República, para informarles que hoy se abre un nuevo período político, al hacerse cargo del Gobierno Nacional el General de División Don Andrés Rodríguez, pundunoroso militar y buen paraguayo, quien interpretando las inquietudes de todos los habitantes, de todos los colorados “tradicionalistas” y de casi la totalidad de Jefes y Oficiales de las FF AA de la Nación, se ha hecho cargo del Poder Ejecutivo, con el irrefrenable propósito de restablecer el imperio de la Constitución Nacional y de las Leyes del país, como también el de asegurar la convivencia de todos los habitantes en un clima de libertad y responsabilidad.

Nosotros los Colorados Tradicionalistas hemos asumido la dirección de la Junta de Gobierno del Partido Colorado, en reemplazo de la Junta de Gobierno ilegal constituida merced al atraco de la Convención Partidaria, que debió de celebrarse el 1°de Agosto de 1987.

Siendo el Partido Colorado eminentemente democrático, la inmensa mayoría de los colorados marginados de la vida política, desde hoy trabajaremos por consolidar nuestro régimen democrático representativo. Solo así, abriremos un venturoso porvenir a la patria.

Con estos principios nos dirigimos al pueblo colorado para apoyar en un todo la decisión de las FF AA de la Nación, consistente en iniciar un nuevo período de Gobierno Institucional, sin ánimo sectarista y con el solo afán de posibilitar la vigencia de las normas democráticas conculcadas hasta ayer.

Es necesario que toda la República conozca las poderosas razones que han impulsado a las FF AA de la Nación y el Partido Colorado, de hacer cesar las irregularidades institucionales y evitar la proliferación de actos contrarios al derecho y al sentido de justicia que debe cumplirse.

Estos hechos deshonestos y antijurídicos son de orden interno nacional. También el país está sufriendo en el orden internacional por su acción contraria a los derechos humanos.

A nadie escapa que nuestro País se encuentra frente a problemas políticos, financieros, económicos y sociales sin solución favorable. Todos los sectores de la vida nacional claman por la vigencia de una situación más justa y menos apremiante.

Estos hechos no los tomamos como crítica personal, sino hacemos alusión a ellos, a fin de comenzar a resolver tan importantes intereses colectivos.

La decisión de las FF AA de la Nación de buscar soluciones urgentes y justas, es aceptable bajo todo punto de vista, y revela en sus protagonistas el sentido de responsabilidad para con la patria.

El fundado de nuestro Partido, el General de División Bernardino Caballero, al firmar el Acta de Fundación sostuvo con fe y realismo el impresionante principio: “NUESTRO

PROGRAMA SE RESUME EN DOS PALABRAS: PAZ Y RESPETO A NUESTRAS INSTITUCIONES”.

En estos momentos de esperanza, las FF AA de la Nación y nosotros los colorados hacemos llegar a todos vosotros, que la consigna del Fundador la cumpliremos como una lección de honor.

En primer término, seremos los más fieles partidarios de traer la unidad, no del número, sino la unidad de la historia y doctrina de nuestro Partido.

Por esta misma razón, no vamos a violar los anhelos políticos enunciados en el Acta de Fundación del Partido Colorado de fecha 11 de setiembre de 1887.

Nuestro Partido ha de implantar de nuevo la norma de conducir la política, sin encadenar al Partido a ninguna persona, de velar por la educación integral del joven colorado, que sea libre en sus determinaciones y que el ambiente de libertad que estamos inaugurando, sea propicio para su actuación decorosa y útil al país y al Partido Colorado.

Por estas verdades expuestas con sencillez, los colorados que estamos al frente de la Nueva Junta de Gobierno, seremos los mejores servidores de los ideales expuestos en nuestro Programa Político adoptado por el Partido Colorado.

Trabajaremos sin pausa, con toda calma, solo así infundiremos confianza al pueblo que espera un rumbo nuevo y bienhechor.

La crisis partidaria ha terminado hoy. Solo el Partido Colorado y los correligionarios de toda la República tendrán voz y voto para el mejor desempeño de nuestra misión.

No perseguiremos a nadie ni emplearemos represalias cobardes e inútiles, pero eso sí, queremos que todos los colorados de buena fe nos apoyen.

En nuestra prédica jamás va a surgir un desmedro para los partidos políticos nacionales, que son ejes de una buena y fuerte democracia.

Saludos cordiales de vuestro soldado de siempre.

Juan R. Chaves

Presidente de la Junta de Gobierno del

Partido Colorado

 

 

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Otras fuentes

Periódicos: Diarios ABC, Ultima Hora, La Nación. Testimonios directos de protagonistas.

 

 





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EDITORIAL
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