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RAMÓN FOGEL

  MOVIMIENTOS CAMPESINOS Y SU ORIENTACIÓN DEMOCRÁTICA (RAMÓN FOGEL)


MOVIMIENTOS CAMPESINOS Y SU ORIENTACIÓN DEMOCRÁTICA (RAMÓN FOGEL)

MOVIMIENTOS CAMPESINOS Y SU ORIENTACIÓN DEMOCRÁTICA
 

RAMÓN FOGEL


 

 

1. ALCANCE DEL ARTÍCULO

 

En la ponencia se plantea una reflexión sobre las visiones de la democracia implícitas en las demandas de movimientos sociales rurales en los últimos 10 años, y en esa medida soslaya las prácticas organizativas internas, que dependen del tipo de movilización y del contexto en el cual se desarrollan. Las demandas planteadas se corresponden en mayor o menor medida con las aspiraciones de grupos y clases sociales, y la legitimidad de los lideres puede medirse más con la adhesión que reciben en las movilizaciones -esto es su capacidad de convocatoria- que con la cantidad de votos recibidos o la transparencia de procesos electorales.

La discusión muestra los límites de la pertinencia y utilidad de teorías de la democracia dominantes hoy, y aporta insumos para replantear las relaciones entre democracia y estado por una parte, y democracia y mercado por otra.

Los movimientos considerados son promovidos básicamente por dos organizaciones nacionales con relativa permanencia, una de ellas la MCNOC asocia a organizaciones regionales con relativa autonomía, mientras la FNC tiene capítulos regionales, ambas representan a campesinos empobrecidos con pluriactividad que no juegan en las grandes ligas y dependen en medida importante de remesas de familiares trabajadores migrantes desde principios de siglo pasado.

Las organizaciones consideradas no se corresponden con la clasificación establecida que discrimina a las organizaciones según sean reivindicativas, gremiales, económicas, etc., en tanto combinan, en la prosecución del interés colectivo reivindicaciones económicas para sus adherentes, tal como las planteadas por la MCNOC, con otras de alcance más global.

El análisis se sustenta en datos de naturaleza secundaria, incluyendo crónicas periodísticas.

 

2. ANTECEDENTES HISTÓRICOS

 

El régimen autoritario de Stroessner entregó como prebendas grandes extensiones de tierra fiscal a civiles y militares de su primer anillo, y facilitó la expansión de medianos y grandes productores brasileños, básicamente en la frontera este (Alto Paraná), a costa de la marginación de los campesinos paraguayos. (1)

Esta discriminación que sufren los campesinos paraguayos en su propio país determina un discurso nacionalista de campesinos movilizados, ya desde principios del siglo pasado, en luchas por la tierra. Un caso que refleja el rechazo del monopolio extranjero de la tierra fue la ocupación en 1983, luego legalizada, de una gran fracción de tierra ociosa, bautizada como Malvinas, luego Minga Porá, en Alto Paraná, de propietarios extranjeros ausentistas.

Las ocupaciones eran justificadas con argumentaciones morales y jurídicas. Las primeras enfatizaban el derecho básico, universal, a la subsistencia, mientras las justificaciones jurídicas recordaban disposiciones constitucionales que garantizaban el derecho del campesino al acceso a una parcela familiar. Con las mentadas ocupaciones se contestaba el poder autoritario al mismo tiempo que se lograba la participación campesina en el proceso de asignación de derechos sobre las tierras, y se atacaba la base económica y política del latifundio.

En 1989 el Paraguay, con población campesina mayoritaria entonces, salía de un régimen cuanto menos autoritario que duró 35 años y negaba en forma explícita la democracia; en aquel momento se iniciaba la experiencia democrática. Los grupos y clases dominantes celebraron el advenimiento de la democracia con la vigencia de las libertades publicas y el sistema de elecciones libres, mientras los campesinos expresaron su esperanza en que la participación democrática permitiría la atención a los violentos conflictos agrarios de larga data.

Cuando los campesinos cayeron en la cuenta que la democracia formal recién establecida no implicaba la representación de sus intereses en la esfera del estado y que sus demandas no serían escuchadas aunque sus interminables gestiones legales por cauces institucionales llevaran 10 años, intensificaron las ocupaciones de grandes fracciones ociosas, y ya durante el primer año del nuevo gobierno que inauguraba el régimen democrático, de las 91 ocupaciones más de la mitad se dieron en el fronteriza departamento de Alto Paraná. Una de las primeras se dio en La Fortuna para recuperar tierras fiscales asignadas ilegalmente a un cercano colaborador de Stroessner. En este caso, como en otros, las justificaciones morales sumadas a las jurídicas apuntaban a la necesidad de satisfacer las necesidades básicas de todos. Esta idea central de ciudadanía con derechos básicos asociada a la concepción de la democracia se mantiene, aunque se enriquece en el tiempo que sigue.

 

3. LA NUEVA INSTITUCIONALIDAD DEMOCRÁTICA Y LAS ESTRATEGIAS ADAPTATIVAS CAMPESINAS

 

En 1992 la Asamblea Nacional Constituyente adopta el texto propuesto por la Asociación Rural del Paraguay (de los latifundistas) imposibilitando prácticamente las expropiaciones de tierras por los conductos formales; como se verá esto no significó el fin de la expansión de la frontera agrícola con la colonización nativa sino más bien el desarrollo de estrategias adaptativas de los campesinos movilizados. En una suerte de compensación los voceros de las organizaciones de los grandes propietarios reconocen el problema campesino y plantean como solución elevar la productividad de las parcelas cada vez más pequeñas operadas por los campesinos; en esa propuesta el minifundio pulverizado y la concentración de la tierra, una de las más altas de América Latina, no constituían un problema político sino más bien era una mera cuestión técnica.

Para los campesinos la ocupación de grandes latifundios aunque no aparecía en el repertorio de modalidades de ejercicio de la democracia es lo que quedaba disponible para lograr una efectiva participación en las decisiones que les afecta, aunque la misma generara reacciones de los latifundistas. Las respuestas a las ocupaciones fue mayor violencia (destrucción de cultivos, incendios de chozas, apresamientos masivos) ampliamente justificada por los medios de prensa --que expresaron el poder simbólico de los grandes propietarios-- .como ataque a la delincuencia; en estos medios los latifundistas se presentan como los pilares básicos de la economía, al generar supuestamente centenares miles de puestos de trabajo y divisas con las exportaciones.

Esta violencia crece con la contratación de matones por parte de los latifundistas, de tal modo que los asesinados desde el advenimiento de la democracia ya va llegando a 90 campesinos, uno de los últimos precisamente en La Fortuna cuando intentaban recuperar otra fracción presumiblemente de origen fiscal y con problemas legales de origen, ya que la Ley 1863/63 requería un Decreto del Poder Ejecutivo para transferir grandes fracciones de tierra fiscal, acto administrativo obviado en los casos de asignación prebendaria.

Ya en el segundo gobierno democrático que se inicia en 1993 se torna mas pronunciada la defensa del latifundio y la violencia concomitante, a tal punto que entre Marzo y Mayo de 1994 se reportó el asesinato de 22 campesinos, a los que se suman 13 caídos en los meses siguientes hasta fines de 1995, y 28 asesinados en 1996; el proceso político dificultoso que siguió a la apertura post dictadura, en realidad se proyecta hasta nuestros días. La constante de ese proceso es la degradación de las condiciones de vida en el campo y la resistencia campesina a la misma.

Ante la inexistencia de canales para negociar conflictos la violencia campesina es contestada con creciente represión oficial o de matones contratados por latifundistas. En el nuevo contexto los líderes campesinos no se sienten atraídos por las convocatorias para foros de discusión con representantes de los gremios de empresarios rurales. Asumen más bien que asistir a esas reuniones solo legitiman decisiones tomadas de antemano por sectores que viabilizan un estilo de desarrollo dual que margina a los campesinos y privilegia a pocos. La modalidad de los foros de discusión, muy de moda, es impugnada por los lideres de las principales organizaciones. por considerar que los mismos solo sirven para dar apariencias de tomas de decisiones participativas a decisiones tomadas por los gremios empresariales que favorecen solo a los grandes propietarios.

Sin abandonar las ocupaciones de tierras los campesinos movilizados buscaron superar la atomización y fortalecieron organizaciones nacionales y regionales que incorporaron a la agenda nuevos temas: la necesidad de políticas que busquen el desarrollo del mercado interno con la agro industrialización, básicamente del algodón, el fortalecimiento de la banca pública, y una mayor presencia estatal en la economía. Con marchas anuales las grandes organizaciones resaltan sus demandas; una de ellas, la MCNOC relama apoyo oficial para financiar proyectos productivos, y la FNC demanda la agroindustralización para el cultivo del algodón.

Otra nueva respuesta a la crisis campesina consiste en la formulación e implementación de estrategias alternativas de desarrollo de asentamientos en colonias nacionales (El Triunfo Alto Paraná, colonias de SPN, etc.).

Ya avanzada la transición la visión de la democracia de los campesinos movilizados se va enriqueciendo en la medida que la misma incorpora ya la participación en la formulación de políticas y en la formulación de propuestas alternativas de desarrollo de los asentamientos. Esto sumado a la vieja modalidad de participación en la asignación de tierras a través de ocupaciones, que continua.

Las posturas de las principales organizaciones campesinas ante las elecciones presidenciales y legislativas de Abril del 2003 fueron diferentes, ya que mientras algunas participaban con candidatos propios otros se abstuvieron de una participación directa, incluso algunas organizaciones plantearon el voto en blanco; el poder campesino se presentaba fragmentado -en la medida que algunos sectores plantean nuevos caminos-, pero sus expresiones salientes expresaban, tanto ideas orientadas a la emancipación de servidumbres viejas y nuevas, como el rechazo al orden establecido. En esta respuesta pesó la desconfianza en la democracia formal, en tanto en ella algunos pocos valen más .y sus intereses reciben atención privilegiada, en el marco de las instituciones representativas consideradas democráticas.

El hecho que las organizaciones optaran por caminos diferentes debilitó solo circunstancialmente las alianzas, ya que las decisiones en cuestión más bien fueron evaluadas como un error de coyuntura que responde a la heterogeneidad relativa de los sectores organizados. El triunfo electoral, de la mano de una fuerza política conservadora, del líder de una de las organizaciones, que hoy es Senador de la Nación es visto como una victoria pírrica, en la medida que su bancada tiene una orientación que en esencia colisiona con las demandas campesinas.

 

4. RECHAZO DE TECNOLOGÍAS SUCIAS, RECUPERACIÓN DE LA SOBERANÍA NACIONAL Y REFORMULACIÓN DEL ROL DEL ESTADO

 

El sentido asociado al control de la tierra por parte de los latifundistas cambió con el desarrollo del capitalismo en el campo, de mano de productores sojeros brasileños. Ya no se trata de monopolizar la tierra como fuente de prestigio y poder a través de clientelas; ahora es un medio de producción para obtención de renta y acumulación, con su explotación directa o su arriendo, aunque las formas de explotación se basan en tecnologías sucias, con empleo intensivo de biocídas incluyendo desecantes que degradan el entorno.

En ese punto es importante tomar en cuenta que en el 2004 la producción de soja llega a 1,5 millones de has, más de la mitad de la superficie cultiva en el Paraguay, lo que representa el 2 % del cultivo mundial; esta expansión sitúa al país como cuarto exportador mundial con 4 millones de toneladas producidas. El crecimiento anual del área bajo cultivo es superior al 8,5 % anual y se da costa de la economía campesina, y en beneficio básicamente de productores brasileños.

Con el boom de la soja transgénica la expansión de los productores brasileños que usan indiscriminadamente agro tóxicos se da se da en diversos contextos, y adopta una de sus formas más nocivas en las colonias nacionales en las que estos brasileños adquieren ilegalmente parcelas de campesinos paraguayos. Con ese tipo de expansión, y particularmente con el paquete que lo viabiliza (economías de escala, uso de agrotóxicos, destrucción de pequeños sembradíos, expulsión de pequeños productores, éxodo rural, etc.) desaparecen colectividades enteras que pasan a engrosar los cinturones de pobreza de los centros urbanos.

Ampliando la discusión sobre las derivaciones de la producción de la soja transgénica, resistida en forma abierta por organizaciones campesinas, debemos anotar que la soja reemplaza a cultivos de consumo local, y destruye cultivos permanentes, de modo que una agricultura sin campesinos deja tierra desolada. La organización social emergente con el paquete soja con su componente de violencia y autoritarismo erosiona las instituciones democráticas por diversas vías, que incluyen formas viejas y nuevas de corrupción. (2)

La nueva modalidades de desarrollo capitalista en el campo plantea nuevos desafíos a los campesinos movilizados, para quienes la tierra sigue siendo un medio para satisfacer necesidades básicas y reproducir un estilo de vida y una identidad, asociado al derecho de todos de cubrir la subsistencia, que tiene prioridad sobre la acumulación; mientras algunos significados sobre los derechos sobre las tierras se mantienen se incorporan nuevas significaciones en la conciencia de los campesinos organizados. Se amplía la concepción de los derechos de ciudadanía con derechos económicos y sociales tanto como políticos; esa idea de ciudadanía está marcando la nueva definición de democracia que los campesinos van construyendo con sus luchas. Concomitantemente el derecho a la tierra vía ocupación de fracciones ociosas cambia con el uso indiscriminado de tecnologías sucias de los sojeros, y la expansión de los productores brasileños en las colonias destinadas a campesinos paraguayos.

En el nuevo escenario y a partir del 2003 los campesinos pasan a ocupar también parcelas de brasileños que adquirieron ilegalmente parcelas de colonos paraguayos, y se oponen efectivamente al uso indiscriminado de agrotóxicos, especialmente en los departamentos de Alto Paraná y Caaguazú; en este punto debe tenerse en cuenta que la ley que establece el estatuto agrario que estuvo vigente hasta el año 2002 establecía que no podían ser adjudicatarios de parcelas agrícolas en colonias nacionales los propietarios de parcelas mayores a 50 has, y que solo en casos especiales el Poder Ejecutivo podía autorizar --se entiende que Decreto de por medio-- la venta de tierras de su patrimonio cuya superficie exceda a la máxima establecida para los lotes coloniales. (3)

La disposición legal en cuestión establecía también que la propiedad de los lotes podía transferirse solo después de trascurrido 10 años de haber el beneficiario cancelado el importe de su tierra; (4) estas disposiciones se reproducen en la Ley 1863/02 aunque las restricciones para transferir la propiedad de las parcelas se acorta a 5 años luego de la cancelación del importe de la parcela. En la interpretación de esta normativa debe tenerse presente que en Derecho Administrativo lo que no está establecido está prohibido Estas disposiciones son soslayadas por productores brasileños que arrinconado a empobrecidos colonos paraguayos adquieren ilegalmente hasta decenas de parcelas de colonias nacionales aprovechando las economías de escala que permite el cultivo de la soja.

En este planteo emergente de organizaciones campesinas la búsqueda de una vida digna en el campo está asociada a la recuperación de la soberanía nacional, en un contexto marcado por la penetración y expansión de productores brasileños, a costa de campesinos paraguayos que se van pauperizando. En un proceso insólito brasileños transgresores de leyes ambientales y agrarias reclaman seguridad jurídica amparados en la dinámica integradora del MERCOSUR.

Ante la pasividad del estado del estado campesinos movilizados son los únicos que cuestionan una pretendida integración planteada en el marco del MERCOSUR que agudiza la pobreza y la desintegración social; paradójicamente se trata de una forma de integración regional productora de pobreza. En vez de proponer la complementación de las estructuras productivas nacionales y la reducción de las asimetrías existentes al interior del bloque se alienta un proceso que despoja de sus parcelas familiares a campesinos paraguayos pobres. Debe tenerse en cuenta que la pobreza extrema que llega al 25 % de la población total es básicamente rural y crece paralelamente con la concentración de ingresos y de recursos.

En relación a la concentración del ingreso debe tenerse presente que la misma fue intensificándose concomitantemente con la expansión de la soja, al punto que en áreas rurales el Índice de Gini, que mide precisamente la concentración, de 0,56 en 1995 pasó a 0,61 en 1997, y a 0,66 en 1999, la medida más alta de la región, caracterizada por sus grandes desigualdades. (5)  El cuestionamiento campesino al MERCOSUR es al menos sugerente, teniendo en cuenta las características y consecuencias de las transacciones al interior del bloque, que ciertamente se ha incrementado, pero con influencia nula en la generación de empleo productivo en el Paraguay y en la reducción de las inequidades. De hecho el cultivo de la soja transgénica es ahorradora de mano de obra, pero con el agravante que acumula parcelas campesinas que utilizaban tecnologías empleo intensivas, que si ocupaban mano de obra en medida significativa. (6)

Las formas emergentes de movilización campesina llaman la atención sobre las consecuencias de la integración, en el marco del MERCOSUR y en particular con el Brasil, sobre el estilo vigente de desarrollo, de cara a la equidad, y sobre la necesidad de replantear la estrategia de integración, de modo que ella se oriente al control de la desigualdad social, y promueva sistemas de producción empleo intensivas, que sean favorables al desarrollo del mercado interno; en este planteo se considera axiomático que es esencial reducir las desigualdades para posibilitar niveles mínimos de integración social. Se trata precisamente de generar oportunidades para sectores de nuestra población que están siendo excluidos por el proceso de globalización, y son relevantes en la definición de la identidad nacional.

Las demandas señaladas enriquecen los puntos básicos de la agenda de la discusión planteados por organizaciones campesinas. Para lograr la atención a estas demandas las principales organizaciones se movilizan e impiden en muchos casos que grandes productores de soja continúen su expansión; los canales utilizados básicamente no son los institucionales; en la modalidad dominante se negocia después de mucha violencia. Se trata de formas diferenciadas de poder que convergen en cuestiones puntuales referidas, y que cuestionan la concepción de la política limitada a la esfera institucionalizada del estado, y que identifica al poder político a aquel generado en el sistema político y centrado en el estado; (7) esta orientación genera la desconfianza de los actores políticos tradicionales a cuya influencia escapan las organizaciones campesinas que se movilizan como actores sociales autónomos.

 

 

5. REACCIONES ANTE OTROS EXCESOS DE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL

 

 

En cuanto a otras expresiones de la globalización las principales organizaciones campesinas se opusieron a la privatización de empresas públicas y con cortes de ruta y marcha hacia Asunción vetaron la Ley que privatizaba la empresa telefónica estatal, movilizándose de hecho como las organizaciones más progresistas, ya que de hecho el campesinado organizado se constituye en los últimos años en el actor social principal en la resistencia a las propuestas del orden establecido; fuera de este caso particular las principales organizaciones campesinas impugnan las propuestas neoliberales de libre mercado sin limites, tal como se expresa en su oposición al ALCA. En el enfoque que resulta de las movilizaciones campesinas el retorno a la democracia implica la recuperación de la autonomía para formular políticas, la repolitización de la economía y la renacionalización de las políticas; en estas manifestaciones los campesinos movilizados proponen la recuperación de la historia y la identidad nacionales para someter a control los procesos globales y no para negarlos.

El control de los excesos del mercado sin límites reclama, en la visión de las organizaciones campesinas, un estado que regule el mercado; se trata de redefinir el papel del estado a contracorriente de los dogmas del estado mínimo. En este punto los campesinos rechazan la naturalización del neoliberalismo propuesta por los medios masivos en contraste con su permeabilidad al consumismo --también promovida por esos medio-- una de las expresiones de la globalización, en la esfera ideológica. En la aparente ambivalencia campesina la defensa de un estado que ponga límites a los excesos del mercado y promueva el desarrollo nacional es consistente con la impugnación del estado actual, el estado real.

Para contrarrestar los excesos de las grandes corporaciones y del mercado internacional, y promover un tipo especifico de integración regional, estas organizaciones relaman mas acción estatal. En esta visión el estado democrático debe constituirse en una entidad, ubicada por encima de intereses corporativos, que recepcione, procese y atienda al interés general de la sociedad, y en esa medida represente y promueva los intereses de la sociedad en su conjunto, recuperando y conservando su autonomía. Se descarta el estado para los grupos dominantes que reemplace al estado empresario, y propone un estado que participe en la formulación de las políticas y no solo en su ejecución, y además recupere el dialogo como mecanismo democrático.

Esta demanda de más estado coincide con las limitaciones del estado ante desbordes de la economía abierta y su creciente pérdida de legitimidad al vaciar la democracia, desligándola de las grandes cuestiones (inequidades, pobreza, hambre, destrucción ambiental), a medida que se la relega a pequeños espacios y se presta más atención a aspectos formales.

De la discusión planteada se deriva que la nueva visión de la democracia que resulta de las movilizaciones campesinas es inseparable de la redefinición del rol del estado, que a su vez enfrenta condicionamientos fuertes como la pérdida de legitimidad de los actores clave (sectores del empresariado, organizaciones sindicales), y de los partidos, incapaces de agregar intereses y expresar la heterogeneidad de la sociedad; las formas de inclusión del demos en los procesos de decisión pública, que caracterizan la democracia formal vigente también son cuestionados por los campesinos movilizados, que proponen formas compatibles con la igualdad política.

La participación demanda es pensada en el escenario nacional, sin preocupaciones mayores por articulaciones con gobiernos municipales, de modo a institucionalizar la participación campesina en cuestiones críticas; en esa orientación estaría pesando la desconfianza hacia modalidades que limitan los espacios de la participación a los microespacios, y tienden a fragmentar a las organizaciones. En buenas cuentas se buscan formas de inclusión en las que todos valgan lo mismo y consigan igual atención a sus intereses.

En los términos de la matriz elaborada por Hubert de Gramont la participación, representación y negociación se dan en el plano de la organización social pero no en la esfera de partidos políticos o del gobierno, aunque la negociación -normalmente luego de mucha violencia-- si se desarrolla con el gobierno, lo que permite definir a las organizaciones campesinas como autónomas. (8) Lo que permite definir la democracia social que practican las organizaciones campesinas es precisamente la participación, representación y negociación en la esfera de la organización social.

De hecho las modalidades de participación interna de las capas campesinas en sus organizaciones varían de caso en caso, pero como rasgo común puede apuntarse que en el plano local la militancia va asociada a relaciones de solidaridad, reciprocidad y cooperación; esas prácticas aparecen como inseparables tanto de la construcción de la democracia como de la resistencia. En cuanto a aspectos organizativos algunas organizaciones tienen su estructura descentralizada, y otras tienen una estructura más centralizada, aunque basada en consultas a capítulos regionales; en general las organizaciones campesinas priorizan en sus líderes su capacidad de dirección política y moral de sus movimientos, y los líderes a su vez son legitimados por el compromiso de los militantes, que mancomunan recursos en las movilizaciones de resistencia, en las que van construyendo la democracia.

Por otra parte los planteos de organizaciones campesinas aportan insumos para la reformulación del estado y de mecanismos institucionales de representación de intereses que ya no puede limitarse al juego democrático en elecciones; la ciudadanía en esta visión que emerge de sectores campesinos movilizados remite también a derechos colectivos con poca afinidad con el pensamiento neoliberal. Lo novedoso de las movilizaciones campesinas apunta también a las formas de ejercicio del poder, toda vez que en ellas se expresa una pluralidad de formas de poder, ejercidas horizontalmente, que emergen desde la sociedad, fuera del estado que constituye el nicho neoliberal, y a pesar de él. (9)


 

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

 

1. El Paraguay, un pequeño país mediterráneo situado en el corazón de Sudamérica, tiene todavía a casi la mitad de su población de 5,5 millones de habitantes viviendo en áreas rurales y dependiendo de la producción primaria; su historia política está marcada por una dictadura de más de tres décadas de duración.

2. Véase Juan Díaz Bordenave, Qué nos dicen los campesinos muertos.

3. Véanse art. 15 concordantes con los art. 75 y 76 de la Ley 854/63, así como el art.96 de la referida Ley.

4. Esta Ley 854/63 establecía también que se tendrán como inexistentes las cláusulas que busquen eludir las restricciones y límites del dominio establecidos en esa Ley. Véanse art. 137 y 139 del citado cuerpo legal.

5. Véase Fogel 2002.

6. Acerca de modalidades de integración regional véase Armando Di Filippo y Rolando Franco, Integración Regional, Siglo XXI/CEPAL. México 2000.

7. Sobre esta concepción véase Boaventura de Sousa Santos, A critica da razao indolente, citado.

8. Véase Hubert de Gramont, paper.

9. Sobre esta forma de poder producido por la propia sociedad véase de Sousa Santos, citado.
 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Díaz Bordenave, Juan, Qué nos dicen los campesinos muertos. Formato electrónico. Febrero 2004.

Di Filippo Armando. y Franco Rolando, Integración Regional, Siglo XXI/CEPAL. México 2000.

De Sousa Santos, Boaventura, A crítica da razao indolente. Cortez Editora. Sao Paulo. 2001.

Nagel, Beverly. "Underlashing the fury. The cultural discourse of rural violence and land rights in Paraguay", en Comparatives Studies in Societies and History41 N° 1. 1999.

Melía, Bartomeu, "El Campesino, la tierra y su piel", en Correo Semanal 21-22/02/04.

Riquelme, Quintín. Los sin tierra en Paraguay. Conflictos agrarios y movimiento campesino. CLACSO. Buenos Aires. 2.003.

 

REVISTA DE ESTUDIOS POLÍTICOS CONTEMPORÁNEOS

CONSTRUYENDO LA GOBERNABILIDAD EN PARAGUAY

EDICIÓN 7 – MAYO 2004

Fuente: http://www.novapolis.pyglobal.com

(Registro: Agosto 2011)

 

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