Portal Guaraní - Y EL VERBO SE HIZO MUJER - Por AGUSTÍN NUÑEZ

Las tres grandes actrices paraguayas María Elena Sachero, Margarita Irún y Hedy González Frutos se reúnen «en un homenaje a la palabra que celebra», nos comenta en este artículo el maestro Agustín Núñez, «la vida en la escena».

Tres icónicas actrices toman juntas la escena con fuerza de valquirias y con el verbo como su principal instrumento. Recurriendo al pretexto de una suerte de encuentro para compartir una merienda, tres de las más importantes damas del teatro nacional nos van mostrando, a través de diálogos cotidianos, rasgos ya conocidos por muchos de los que hemos seguido sus trayectorias, lo cual agrega cierta complicidad secreta con cada una de ellas.

Rompiendo cánones tradicionales, una actriz y un actor asistentes (Natalia Cálcena y Mario González) y un guitarrista que toca música en vivo (Alejo Jiménez) van conformando el ambiente para que todo se desarrolle con delicada elegancia. Desde el primer momento podemos apreciar la excelente calidad de las voces, el rico juego de matices, tonos, velocidades, pausas, a veces cargadas de reflexión y otras de deliciosa malicia, presagiando lo que poco a poco comenzamos a intuir que vendrá.

Y de pronto nos sorprenden con poderosos textos salidos de lo más profundo de cada una de las tres. Todos esos sentimientos convertidos en voces, acumulados durante años y años en centenares de representaciones, aguardando el momento preciso, maduro, estallan por fin para envolvernos, extasiados, sin posibilidad de resistencia al delicioso disfrute, como la serpiente se entrega al dulce magnetismo de la flauta del encantador. Llegan así a tocarnos profundas nervaduras, recurriendo para ello a la dramaturgia de Andrés Ovelar, que la enriquece con la fuerza e intensidad de los textos de Lorca y de Neruda, manteniéndonos en vilo.

María Elena Sachero nos deleita una vez más con su dulce voz y con su conocida gracia, e, irrumpiendo con sus salidas y apuntes en los momentos de drama, logra dar a la pieza cierto carácter lúdico. Margarita Irún confirma que puede llevarnos con las palabras a donde ella quiera, tanto como guiarnos para incursionar en sensibles, muy profundos recovecos. Hedy González Frutos nos demuestra con imponente solvencia el valor de los años en escena. Segura de sí misma, arremete con su amplísimo registro de sonidos y tonos, cargando de imponente tensión los silencios. Mucho más podría decirse de estas tres maestras, pero les dejo la inquietud para que ustedes mismos las valoren.

Al frente de la dirección está Diego Mongelós, joven director y actor con sólida formación profesional y rica experiencia, que asume un importante riesgo escénico para contarnos fragmentos de vida, de obras y de poemas que conforman el mundo de estas tres grandes actrices. Como una suerte de hechicero o chamán, ha sabido convocar el elenco y el equipo precisos para poder brindarnos un espectáculo de alta calidad. Un homenaje al verbo, a la palabra, que celebra, una vez más, la vida en la escena. El teatro se hizo presente y habitó entre nosotros.

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