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LA DEFENSA DEL PARAGUAY - RELATO DEL GRAL. DE BRIG. (SR) EDUARDO SOSA (FUENTE: ABC COLOR, 2011)
(16/04/2011)

LA DEFENSA DEL PARAGUAY (I)

La defensa nacional del territorio paraguayo comenzó en la época de los guaraníes, con un gran sentido de arraigo. Los nativos, que conformaron una verdadera milicia, fueron decisivos en la consolidación de la Colonia, al lado de los españoles. Así nos relata en la primera parte de esta nota el Gral. de Brig. (SR) Eduardo Sosa, experto en historia militar.

La defensa nacional del Paraguay se remonta a los  inicios de la colonización española y aún antes.  Los  guaraníes,  por razones de subsistencia, necesitaban de protección, pues constantemente eran foco de amenazas y ataques  de otras tribus hostiles, refiere el Gral. Sosa, autor del libro Defensa nacional, periodos y reformas de las Fuerzas Armadas.   

Esta situación –añade– fueron  motivos suficientes  para conformar, antes del arribo de los conquistadores, una milicia que sirva para defender sus  asentamientos. Estaban llamados a una constante lucha.

Los indios guaraníes tuvieron que convertirse en guerreros, al decir del Dr. Manuel Domínguez, de lo contrario perecían  y  la incipiente colonia sucumbía. No sería coincidencia que hasta su nombre signifique guerra, y tengan un elevado concepto del valor del combate, dice el autor.

Menciona que esta situación se puede apreciar aún más en Ulrico Schmidl: “Son un pueblo así que cuantos ven o encuentran frente a ellos en la guerra deben morir todo, no tiene compasión con ningún ser humano”, estas actitudes se justificaban cuando hollaban su territorio.

El indio guaraní estaba listo y decidido a defender la pertenencia o soberanía de su solar nativo, no así otras que no fueran suyas.
  
Por todas esas razones, debía surgir el ejército guaraní, para quedarse con su propio terruño. “Aunque  no hayan tenido ciudades espléndidas, sus agrupaciones urbanas eran mínimas, sus viviendas sumariamente construidas, sin mobiliario, ni ventanas, pero sus “tavas” se hallaban siempre graciosamente agrupadas en sitios pintorescos, en colinas a orillas de  los ríos, entre árboles y campos floridos”.    

Por tanto, desde los primeros días de la conquista hombres y armas chocaron. Había una celada en cada recodo y detrás de cada árbol acechaba la muerte. Asunción, centro de una circunferencia cuyos radios median centenares de leguas, era un solo campo de batalla en el que la espada trató de abrirse paso entre una nube de flechas. Y tras la espada, vino la cruz y tras la violencia el amor, recuerda el Dr. Justo Prieto, dice el Gral Sosa.



CONSOLIDACIÓN DE LA COLONIA


Tanto españoles como guaraníes  contribuyeron para la consolidación de la conquista y  la transformación en Colonia.  Una de las principales obligaciones de los encomenderos para la defensa era el servicio militar, “a su costa y misión”, es decir, aportando cada uno de su peculio y medios, el arma, el caballo y abastecimientos.

Sin embargo, el sistema de la encomienda en términos de la defensa, no fue satisfactorio, sobre todo cuando comenzaron los primeros alzamientos de los guaraníes. Esta situación motivó el alistamiento obligatorio de los pobladores  capaces de empuñar las armas.

El mantenimiento de esas milicias pudo hacerse a costa de los vecinos, hasta que la Provincia creó sus propios impuestos, el llamado “ramo de guerra”, aunque sin autorización de la Corona, lo cual molestó al virrey Avilés.

 

DIVISIÓN DE LA PROVINCIA  


A pesar de la división de la Provincia a partir del 16 diciembre de 1617 –creándose las gobernaciones independientes del Guairá y del Río de la Plata– sobre las huestes guaraníes continuó siempre la tarea de custodiar  ambos territorios.

Así cuando los bandeirantes, aguerridas bandas de la Capitanía de San Vicente, llegaron en 1615 y asolaron las fronteras del Paraguay, los guaraníes  asestaron memorables derrotas, las primeras  sufridas en su carrera de usurpación al occidente.

 

INFLUENCIA RELIGIOSA  


En 1631, un ejército guaraní de 4.000 indios, al mando del gobernador Don Ventura de Mujica, encuentra en Mborore (hoy Río Grande del Sur), a otro ejército de mamelucos que marchaba para atacar y devastar las provincias del Uruguay. Dice el padre Lozano, “lucharon día y medio hasta que decidida la victoria por los guaraníes, hicieron estos valiosos botín. “El escarmiento en tal forma hizo que desde entonces quedaron en paz dichas provincias”.

“La España del siglo XVI se había señalado una misión en el mundo: el servicio de Dios, su triunfo sobre la tierra, y esa encendida vocación trajeron en su pecho y en la punta de sus espadas los fundadores de la nación paraguaya.

La misión y objetivos de los clérigos y religiosos, fue cumplida cabalmente, a tal punto que se convirtió en una vigorosa raíz de nuestra nacionalidad. “Los carios amigos estaban ávidos de recibir la buena nueva”. Estos soldados clérigos ponían ardor militar en la propagación de la fe, así como los capitanes españoles amalgamaban el heroísmo implacable con la más devota sumisión”, dice  Efraím Cardozo.

No podemos soslayar a los religiosos (jesuitas y franciscanos) en cuanto a la formación de los guaraníes en el adiestramiento del manejo de las armas y en la conformación de las milicias, constituyendo un verdadero ejército, cuando la corona concedió a los indios, bajo el mando y dirección de sus preceptores, el derecho a usar armas de fuego. Este ejército cooperó, en repetidas oportunidades, con los gobernadores del Paraguay y  Buenos Aires, en sus luchas contra los indios belicosos del Chaco y  los bandeirantes.

 

EL PERIODO MÁS CRÍTICO


Todo el siglo XVII  fue crítico en materia de defensa. A tal punto  que la propia subsistencia del Paraguay   llega a verse en peligro con varios hechos:

Entre 1628 y 1632 se produce la más devastadora de las invasiones portuguesas; las catorce reducciones jesuíticas son arrasadas y capturadas decenas de miles (60.000) guaraníes cristianos. Villa Rica debe buscar refugio al oeste del Río Paraná y hasta cincuenta años más tarde, no hallará ubicación estable, en tanto que, Ciudad Real del Guairá y Santiago de Jerez desaparecerán definitivamente.

En 1649 los “bandeirantes” hacen un supremo esfuerzo para romper las barreras de defensa de los guaraníes y poder llegar al Perú.

En el año 1658, una escuadra francesa bloquea el Río de la Plata y amenaza apoderarse de Buenos Aires. El gobernador Don Pedro Luis Baigorri pide apoyo de las acreditadas milicias guaraníes y dos mil soldados del Paraguay, Misiones y Corrientes.

En el año 1670, una invasión de indios calchaquíes de la Patagonia vuelve a atemorizar a los mercaderes porteños y otra vez un fuerte contingente guaraní acude para permanecer acampado cerca de un año en los parajes donde hoy está ubicada la ciudad  de Luján.

Pero la presión bandeirante y de los indios del Chaco se hizo  sentir en el Paraguay, hasta llegar a un punto crítico en 1676, con la destrucción de Villa Rica y el cautiverio de cuatros pueblos de guaraníes de su comarca: Yvyrapariyara, Terecañy, Mbaracayú y Candelaria.

Los guaraníes, al decir de E. Cardozo, “tuvieron que defenderla día tras día, en lucha sin descanso y sin cuartel, contra las naciones indígenas no evangelizadas, sobre todo las del Chaco indómito que se negaban a admitir la fe cristiana y amenazaban anegar en un mar de barbarie las libertades paraguayas”.

1.- Desde los primeros días de la conquista, hombres y armas chocaron en estas tierras. Había una celada en cada recodo y detrás de cada árbol acechaba la muerte. Incluso, la recién fundada Asunción  era un  campo de batalla.

2.- Tanto españoles como guaraníes contribuyeron para la consolidación de la conquista y la transformación en Colonia. Una de las principales obligaciones de los encomenderos para la defensa, era el servicio militar, “a su costa y misión”.

3.- Todo el siglo XVII fue crítico en materia de defensa en el Río de la Plata. A tal punto que la propia subsistencia del Paraguay llega a verse en peligro. Se producen   devastadoras  invasiones portuguesas y desaparecen ciudades.

 

LA DEFENSA DEL PARAGUAY (II)

El Ejército paraguayo “dio la libertad e independencia a la patria y nació con ella el 15 de mayo de 1811”. Así lo explica en esta segunda y última parte de la nota el Gral. (SR) Eduardo R. Sosa. Estudioso de la historia, concluye que “la sociedad actual está contagiada, permanece indiferente y carente de la conciencia ante la problemática de la defensa nacional”.

En todas las participaciones e intervenciones del ejército indiano guaraní se notaron sus  cualidades inherentes a todo guerrero, ya sea entre ellos como en forma conjunta para defender la soberanía de su solar nativo. Estos fueron los motivos o razones de la existencia y vigencia del “Ejército guaraní”, como una organización necesaria e imprescindible que demostró su fuerza y valor en todo el siglo XVII. Así lo expone en esta segunda y última parte de la nota  el Gral. de Brig. (SR) Eduardo R. Sosa, experto en historia militar.

En el siglo XVIII se produce la Revolución de los Comuneros (1717 a 1735), que convulsionó a toda la región y donde una vez más el pueblo paraguayo demostró sus virtudes en aras de la libertad en la batalla de Tavapy. “El pueblo abrazó la causa del común y derramó volcánica energía en defensa de su ideal”, dice Sosa, citando a Efraím Cardozo (El Paraguay Colonial).

Esta  revolución tuvo enormes perjuicios para la provincia. Luego vino la  expulsión de los jesuitas en 1767 por decreto de Carlos III.

“Con el apelativo de Provincia rebelde, el Paraguay adquirió más notoriedad al encontrarse otra vez en una tragedia más a causa del tratado español-portugués de 1750 que estipuló, a cambio de la Colonia de Sacramento usurpada por Portugal, la cesión por España de una vasta extensión del territorio misionero. En consecuencia, siete pueblos indígenas debían trasladarse a la otra orilla del río Uruguay, motivo por el cual ellos se sublevaron porque no quisieron abandonar la tierra que los vio nacer. Resistieron heroicamente contra los portugueses y españoles, pelearon estoicamente aunque finalmente fueron sometidos”, dice.

 

ENSAYOS PREVIOS

El siglo XIX empieza también con acciones bélicas que sirvieron de ensayo y prácticas de patriotismo en la Provincia del Paraguay.  La inesperada invasión de los ingleses al Río de la Plata en 1806 y 1807 y la rendición de los españoles puso a prueba al Ejército guaraní.

“El contingente paraguayo fue incorporado inmediatamente a las tropas regulares de Buenos Aires. Estaba al mando el gobernador Bernardo de Velasco, que al organizar la defensa y para distinguir a los paraguayos usaron banderas para diferenciar a los grupos.  Tomaron la roja (ala derecha), blanca (centro) y azul (ala izquierda). En esa oportunidad se ha demostrado que esos colores pudieron haber sido el origen de nuestra bandera”, refiere el militar.

El Paraguay –prosigue– siempre ha colaborado, a lo largo y ancho de la vida colonial, para la defensa del territorio del Virreinato del Río de la Plata y otros similares. Todo esto fue contribuyendo a la formación de la identidad nacional.

En toda esa época el Paraguay se debatía entre la pretensión porteña de anexión del Paraguay para la restauración del Virreinato del Plata y las ambiciones de expansión de los lusitanos desde Río Grande do Sul. “Desde el comienzo de los movimientos conspiraticios la adhesión popular fue apoyada ampliamente, aun sin entender lo que era independencia nacional, libertad civil o política”.

La rebeldía del Paraguay le resultó intolerante a las autoridades porteñas. “El gobernador Velasco llamó al alistamiento de voluntarios que concurrieron en masa a los cuarteles, del Colegio, de la Ribera y de la Plaza de Artillería, lográndose reunir seis mil hombres, sobrepasando la cantidad de armamento, ya  que solo contaban con 500 armas de fuego. El resto fue armado con lanzas y boleadoras. Además disponían de 18 cañones, de los cuales 14 eran medianos”, cuenta el Gral. Sosa.

El resultado se vería más adelante. “Las tropas paraguayas se cubrieron de gloria al expulsar al invasor, después de tanto esfuerzo, dejando en el campo del honor; la hidalguía, el heroísmo y en las dos batallas, que sirvieron como hitos luminosos que alumbrarán los días venturosos de la libertad e independencia patria”.

Por eso, “las victorias de Paraguarí y Tacuary influyeron en el ánimo de jefes, oficiales y tropas paraguayas... crearon en nuestro ejército un espíritu de cuerpo y la confianza para realizar hazañas imponderables”.

El accionar plausible de los militares que hicieron posible el triunfo de las armas provinciales dio prestigio a los mismos para proseguir elaborando el plan del movimiento emancipador. Fulgencio Yegros lideró las actividades inherentes al acontecimiento ulterior.

El estallido de la revolución se adelantó por diversos motivos, pero el detonante fue el descubrimiento de la trama de Velasco con los portugueses. El operativo del 14 de mayo concluyó “sin un solo disparo y sin una gota de sangre, el triunfo del levantamiento quedó consumado, poniendo fin a la dominación española y conquistando la independencia nacional.  El honor más grande de su estandarte es el haber participado en la conquista de la libertad e independencia de la República, título ganado con el pueblo paraguayo “como lema que debe ser inscripto en el frontispicio de todos los cuarteles: Dio la libertad e independencia a la patria y nació con ella el 15 de mayo de 1811”.

 

AL BICENTENARIO...

La actuación del Ejército de la independencia pudo ser posible en forma eficaz y diligente por varias razones o factores. Pero principalmente, impulsados por su patriotismo y arraigo al solar nativo, que deviene de las raíces de su nacionalidad. Pero muchas veces, los nobles atributos de la Nación no son suficientes. Ellos deben ser secundados por una buena organización de su sistema de defensa nacional, de su capacidad militar acorde con sus características propias como país pequeño, con espacios vacíos (Chaco) y mediterráneo, restringido en sus vías de comunicaciones. Ubicado entre dos países de mayor desarrollo, con antecedentes limítrofes y bélicos en el pasado, sostiene.

“Por lo tanto, requiere una seguridad integral interna y colectiva regional en el ámbito sudamericano, porque un país solo en su defensa no es autosuficiente ni creíble”, argumenta.

“La falta de convicción y decisión de las autoridades políticas y gubernamentales no le da la prioridad que corresponde a la defensa nacional y, mucho menos, a las fuerzas militares. La sociedad contagiada permanece indiferente y carente de la conciencia ante la problemática de la defensa nacional. Ante esta situación, surgen las siguientes interrogantes: ¿es posible pensar en un Paraguay sin libertad e independencia? ¿Es concebible que exista una nación sin defensa y soberanía? ¿O vendrá otra a ejercerla? ¿Sería más seguro, próspero y democrático el Paraguay sin FF.AA.? ¿Quién lo afirmaría? Es muy difícil creerlo.

“Que el transcurrir de los 200 años y los festejos del Bicentenario, considerando los hechos del pasado histórico, la gloriosa actuación del Ejército guaraní, de la conquista o huestes indianas y de la independencia, a los cuales hemos pasado revista brevemente, deben  servir para encontrar y alentarnos bajo la égida de la libertad e independencia el camino venturoso que nos guíe hacia nuestro feliz destino”.

1.- Desde el descubrimiento del Paraguay, los nativos que habitaban esta región, por razones de subsistencia y por la existencia de otras tribus hostiles, necesitaban estar protegidos y para ello debían contar con una fuerza de  seguridad.

2.- Los mamelucos o bandeirantes conocieron reiteradamente las virtudes guerreras de los guaraníes, que han demostrado poseer un elevado concepto del valor en el combate, cuando pretendían desalojarlos de su área física.

3.- Las victorias de Paraguarí y Tacuary influyeron en el ánimo de las  tropas paraguayas... crearon en nuestro ejército un espíritu de cuerpo y  confianza para hazañas imponderables. El Ejército paraguayo nació el 15 de mayo de 1811.

 

16 de Abril de 2011

Artículo de

Pedro Gómez Silgueira

Fuente: Diario ABC COLOR

Edición digital: www.abc.com.py




 

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