PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
Compilación de Mitos y Leyendas del Paraguay - Bibliografía Recomendada

  MAINUMBY - Versión: MILCIADES GIMÉNEZ

MAINUMBY - Versión: MILCIADES GIMÉNEZ

MAINUMBY - PICAFLOR

Versión: MILCIADES GIMÉNEZ

 

La localidad de "Guaraúna", habrá sido otrora sitio poblado de pájaros acuáticos porque así lo indica su nombre. No distaba mucho del mar, cuyo aroma de sal y yodo venía por la tardecita prendida a las alas tersas de las brisas, igual que el tinte bermellón del "mbery" (achira) viene adherido a las alas de las garzas.

Desde una colina de riscosa pendiente podía divisarse un bosquecillo, a cuyas sombras crecían las más variadas especies de plantas acuáticas, de hojas desmesuradas y tallos tronchudos.

Allí la flor de caña multiplicaba la blancura de sus corolas, cuyos largos estilos terminaban en dorado polen; la azucena silvestre o "manaká" se vestía de albura nupcial y arrebol; las enredaderas anónimas, trepando a los troncos, florecían en colores amarillos, azules, morados. Las achiras con matices rojas salpicaban de fuego el verdín del follaje. La razón de tanto capricho vegetal residía en el hecho de ocupar este lugar un estero o aguazal, donde nacía una fuente límpida que fluía por debajo de una caja de asperón, latiendo en ritmos parejos, y alzando pequeñas tumescencias de arenilla blanquizca, tal como si debajo hubiera un corazoncito de arena. "Araresá" llamaban a la surgente, porque como un "ojo del cielo" eran límpidas sus aguas.

Las aves celebraban el día entero la presencia del agua de la vida, con rizos de gorjeos que en largas hebras se disolvían en la luz.

"Itakuéra", madre de esforzados guerreros llevaba con honra su nombre de "muchas piedras", porque era fuerte como otras de su estirpe. El esposo y los hijos estaban lejos, guerreando.

La acompañaban "Yvotyjurú", su hija, un primor de quince primaveras, y dos criadas de confianza.

"Traéme agua de 'Araresá', dijo "Ytakuéra" a la primera criada.

Ésta, con el calabacino sobre la cabeza, llegó al "Yvú", venero, y cuando se agachó para llenar el recipiente espejeaba el agua con la luz excesiva de la hora, cuando una avecilla diminuta de colores jamás observados en otras, con matices cerúleos y toma solados sólo vistos en delirios o en ensueños, se reflejó en la nitidez de las linfas.

Un zumbido leve o un trallazo menudo como el de un rayo reducido a proporciones mínimas acompañaba la imagen arrobadora que veía en el hontanar.

Alzó los ojos y se quedó atónita, como fuera de sí, observando la pequeña maravilla voladora, cuyas alas se movían con tanta velocidad, que dejaban una penumbra borrosa alrededor del cuerpecito.

El largo pico de espina hendida se sumergía en los cálices rojos, blancos, amarillos, una y otra vez con avidez insaciable. "Ytakuéra" impaciente por la tardanza de su criada, mandó a la segunda con el mismo cometido.

Fuese ésta con prisa y cuando vio a su compañera, transporta-da, mirando fijamente las flores, alzó la vista y quedó también ella embelesada y estática, contemplando la exigua masa filigranada que ora ascendía, ora bajaba a libar las flores más cercanas, o se detenía con tenue bordoneo musical frente a las azucenas o a las flores de caña.

-¿Qué les habrá sucedido? refunfuñó "Ytakuéra". Iré yo misma a ver a esas holgazanas.

 

Conjeturando algo no común, "Yvoty jurú" salió detrás de la madre, para ayudarla en lo que fuera menester. Llegadas al "yvú" iba la señora a rociar de improperios a las criadas, cuando vio la avecilla estupenda, y se perdió en el laberinto de colores que trae un arrobamiento.

"Yvoty jurú" no salía del pasmo que le causaban las dos criadas y la madre, embelesadas mirando a un punto fijo, o girando la cabeza cuando ese punto se movía.

-¿Qué será?, exclamó interrogándose intrigada.

No había terminado de decirlo, cuando vio también ella el pequeño hechizo volador. De inmediato quedó enajenada y los labios y las mejillas cobraron tantos arreboles que se dijeran de "ñangapiry" (pitanga). Una flor por más peregrina hermosura que ostentara, jamás sobrepujaría la belleza de "Yvoty jurú" en ese instante. Y parece que el diminuto ensalmo con alas se sintió cautivado y en fulmíneo vuelo, embocó su agudo pico entre los labios de la doncella con el deseo de sorber un néctar delicioso.

Un estremecimiento casi convulsivo sacudió a la niña, quien agitó los brazos como si fueran alas. Ella misma parecía disolverse en azul, en verde, en tornasoles, y comenzó a volar, perseguida de cerca por el dulce compañero, cuyo ósculo la había des-prendido de la pesadez de la tierra, para transportarla al mágico universo de las alas, de los zumbidos y los trinos.

"Yvoty jurú" era ahora "Mainumby", esa cosita voladora que, al sorber el alma de las flores, nos cuenta toda la gracia que encierran los seres insignificantes, expresándolo con ronroneo mimoso de alas y pasmo de colores cual si fuera un arco iris reducido.

Dicen que cuando viene a nuestra casa, una visita grata está por llegar.

En todo caso, la visita de "mainumby" ya es un acontecimiento muy grato, porque el principito celeste, siendo tan bonito, es tan pequeño que cabe en una mirada; pero tan maravilloso, tan grande en su belleza, que no cabe en la palabra.

Fuente: MITOS Y LEYENDAS DEL PARAGUAY. Compilación y selección de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH. Editorial EL LECTOR - www.ellector.com.py . Tapa: ROBERTO GOIRIZ. Asunción-Paraguay. 1998 (187 páginas)

 

 

GALERÍA DE MITOS Y LEYENDAS DEL PARAGUAY

(Hacer click sobre la imagen)

 

 







Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA