EL MITO DE SIRENA
Versión: RAMÓN BOGARÍN
"Sirena" es el dulce nominativo de un cristalino arroyuelo del paraje denominado "Guayaibyty" de la jurisdicción del Partido de Yaguarón. Nace un perenne manantial de fresca y transparente linfa, y luego, corre mansamente con dirección al sur hasta perderse en el arroyo "Avay", hoy Yaguarón, cerca del Municipio.
La corriente diáfana se desliza silenciosa y suavemente en un cañadón de perfumada vegetación nativa donde la fauna alada se refugia para escaparse de las persecuciones humanas y seguir alegrando la vida con su canto melódico.
El principal "Paso" del arroyuelo conserva hasta nuestros días el poético nombre de "Sirena" en recuerdo de un eco maravilloso que ocurrió en dicho lugar en tiempo muy remoto.
Una antigua tradición nos refiere que "Sirena" alude a una bellísima mujer que vivía en el agua del "Paso" y que aparecía en la superficie al mancebo que concurría al baño en las siestas ardorosas cuando le llamaba la atención y le despertaba la pasión del amor.
Yboty (Flor), apuesto mancebo de Guayaibyty, que se hallaba bañándose en el citado "Paso", fue sorprendido una vez por la aparición radiante de una mujer seductora por su belleza. Ella surgía de las ondas del agua, le acariciaba dulcemente con su sonrisa y le conducía de la mano a su morada maravillosa que se hallaba situada en las profundidades misteriosas del líquido elemento. Al entrar en la habitación, la bella diosa del agua y, desapareció de la vista de Yboty que quedó cautivo, pero atendido como un rey mediante una servidumbre invisible que se movía por arte mágica oculta bajo el imperio inescrutable del misterio. La hermosa deidad visitaba a Yboty y de noche solamente en su tálamo de rosas donde le retuvo encantado durante cierto tiempo, del mismo modo que, la ninfa Calipso retuvo a Ulises en una isla del mar Egeo para gozar de los placeres del matrimonio. Pero escrito estaba que la unión de una diosa con un mortal no duraría mucho tiempo. La diosa estableció esa consigna a Yboty: "El día que tú me miraras a la luz, me perderías para siempre”.
Yboty lleno de capricho, juró verla algún día.
Una noche por cierto, Yboty y golpeó dos pedazos de piedra unos con otros, hechó chispas, prendió con ellas una paja e iluminó la cara de la diosa. Esta se transformó al instante en un radiante Arco Iris que se apoderó del Adonis guaraní y le transportó hasta la casa solariega y luego, se evaporó en la inmensidad del espacio.
Ybory como si se despertara de un profundo sueño, se encontró entre sus familiares y los relató con gran asombro lo que le había sucedido. Al concluir su interesante relación, todos los parientes gritaron, prorrumpieron esta frase: "¡Una Sirena!” te había robado y te había retenido en un dulce cautiverio por arte de encantamiento".
Desde esa época inmemorial, la diáfana corriente de Guayaibyty fue bautizada con el sugestivo nombre de "Sirena". El arroyuelo simboliza la arteria de la vida que se manifiesta en las horas primaverales en forma de atracción entro los seres jóvenes sedientos de amor en cumplimiento de la ley de la Naturaleza para la perpetuación de la especie a través de los tiempos. La "Sirena" representa a la Venus lugareña que concurre a la límpida corriente durante la estación de las flores, de los frutos y del amor a lavar la ropa cantando, atraer y encantar a los varones de su raza con el hechizo de su belleza magnetizante y la música cautivadora de su voz angelical.
Yboty, efebo de Guayaibyty, es el símbolo del amor y de la vida que corre loco como el perfume y como el manantial tras el ser querido, tras la "Sirena" de su ilusión azul en los días juveniles de ensoñaciones y de bellezas...
Fuente: MITOS Y LEYENDAS DEL PARAGUAY. Compilación y selección de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH. Editorial EL LECTOR - www.ellector.com.py . Tapa: ROBERTO GOIRIZ. Asunción-Paraguay. 1998 (187 páginas)
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