LEYENDA DEL YRYVU

Versión: GIRALA YAMPEY

Al cuervo, en guaraní se lo llama "Yryvu". Según la leyenda de A. Valdovinos (ver Bibliografía), su leyenda es así: "Cuéntase que, cierta vez, Ñandesy, había resuelto hacer una gran fiesta, invitando a todos los animales de la tierra. En "Yryvu" cayó la misión de transportar a la tortuga, por carecer ésta de alas. En pleno viaje, el Yryvu, por maldad, dejó caer a la tortuga (Karumbé) que cayó rompiéndose su caparazón en varios pedazos cuyas cicatrices soldadas por un enviado celestial pueden aún observarse. En castigo, el Yryvu fue condenado a comer solamente cadáveres".

Recordemos que los Yryvu (cuervos) fueron los que detentaron el uso del fuego, y que los Gemelos míticos pudieron rescatar ese valioso elemento, gracias a algunas artimañas.

Otra versión de la leyenda dice: Yryvu era muy haragán, incapaz de trabajar en nada, ni para ganarse el sustento. Menos aún de sembrar algo y esperar su cosecha. Por otra parte era muy comilón, en especial le gustaba la carne. Donde había alguna comilona de carne, allá estaba él para aprovecharse.

Un día deambulaba por todas partes buscando algún alimento. Cada vez sentía más hambre y no encontraba qué comer. Anduvo tanto que, cansado y hambriento se sentó a la vera del camino. Desde allí sintió un olor desagradable que venía de un sitio cercano. Fue a mirar de qué se trataba y encontró que era una osamenta en estado de descomposición. Tanta hambre tenía y tanto le gustaba la carne que decidió probar el gusto de aquello. Con tanto apetito encima, no le importó el mal olor, comió hasta hartarse. Una vez que aplacó el hambre que llevaba, se tendió sobe la pastura a descansar sin molestarle el nauseabundo ambiente que le rodeaba. Tranquilamente acostado, apoyó su cabeza sobre el podrido animal muerto y se durmió. No sintió ni mosquitos ni moscas y otros bichos que se acercaban atraídos por el aroma que picaba el olfato.

Después de largas horas, el Yryvu, despertó, y al notarse cambiado totalmente, se sobresaltó. De un salto se puso de pie, sin darse cuenta, casi voló. Se había convertido en una negra ave con filosas garras y largo pico. Tupá lo había estado observando y disgustado con el banquete que se había dado, conociendo sus pocas ganas de trabajar para conseguir su sustento, lo condenó a alimentarse en adelante y por siempre, del maloliente resto de los cadáveres. A la vez sería útil, limpiando de carroña los campos. Y, dicen, que dispararle a un Yryvu, trae mala suerte.

Fuente: MITOS Y LEYENDAS DEL PARAGUAY. Compilación y selección de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH. Editorial EL LECTOR - www.ellector.com.py . Tapa: ROBERTO GOIRIZ. Asunción-Paraguay. 1998 (187 páginas)

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