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Compilación de Mitos y Leyendas del Paraguay - Bibliografía Recomendada

  YO’NIS Y C’ACJO - ETNOLITERATURA NIVACLÉ - Texto de LENI PANE CHELLI

YO’NIS Y C’ACJO - ETNOLITERATURA NIVACLÉ - Texto de LENI PANE CHELLI

YO’NIS Y C’ACJO

ETNOLITERATURA NIVACLÉ

TEXTO:  LENI PANE CHELLI

 

 

YO’NIS Y C’ACJO

 

            En los campos extendidos a lo largo del río Pilcomayo, poblado de pantanos o de bosquecillos, o de buenas tierras, vivían dos amigos en muy tranquilas relaciones. Sus vidas se deslizaban entre largas conversaciones, juegos, y la búsqueda de agua y comida con que hacer subsistir a sus cuerpos.

            Nada tendría de extraño que esta amistad sea entre pares. Pero estos amigos no lo eran: se trataba de un zorro y su pariente lejano, el armadillo.

            Yo’nis (el zorro) confiaba plenamente en el buen juicio de C'acjo, especialmente en cosas de comer.

            Fue así que despertaron una linda mañana, y tal vez por la placidez del cielo, o la benévola brisa que sentían correr sobre sus cuerpos, hizo que pensaran en la comida, primero, y en una fiesta, después.

            - Vamos a buscar algo que comer -propuso Yo'nis.

            - Y vamos a hacer una fiesta -completó C'acjo.

            - Entonces necesitamos una vaca.

            - Busquémosla.

            Caminaron un rato hasta que divisaron un grupo de ellas.

            - Tenemos aquí las vacas -dijo uno.

            - ¿Quién las va a enlazar? -preguntó el otro.

            - Yo voy a enlazar una -propuso el armadillo.

            A lo que el zorro dijo: Tú vas a enlazarla, y yo te ayudaré con ello.

            - ¿Cómo vas a ayudarme? -preguntó C'acjo.

            - Buscaré una vaca que esté más llena de carne, luego procuraré separarla del grupo, al que dispersaré mostrándoles mis dientes, a los que temen. Yo te avisaré gritándote: ¡ya se van las vacas! ¡ya se van las vacas! En ese momento la que yo seleccioné para nuestro almuerzo estará separada de las demás, y podrás enlazarla.

            - Muy bien -repuso el armadillo-. Intentémoslo.

            Mientras el zorro, despacio y astutamente, se acercaba a las vacas que, ausentes del peligro, pastaban tranquilamente, el armadillo buscó un árbol bien fuerte, y a este ató una de las puntas de una larga cuerda, mientras que con la otra se preparaba a enlazar al animal que les serviría de almuerzo.

            - ¡Ya se van las vacas! ¡Ya se van las vacas! -gritó Yo'nis.

            C'acjo tiro rápidamente de la cuerda por el lado libre y enlazó a la vaca. Esta peleó a la cuerda pero no pudo zafarse de ella.

            - ¡Ya la enlazaste? -preguntó el zorro desde el otro lado del campo.

            - Sí, ya la enlacé. Ven -contestó el armadillo.

            Presentóse el zorro corriendo, y en no más rápidos asaltos juntamente con el armadillo mataron a la vaca, y se pusieron a realizar su fiesta.

            Comieron y comieron. Estuvieron tres días seguidos con sus noches comiendo el animal, y al amanecer del cuarto dijo Yo'nis:

            - ¿Qué vamos a hacer ahora, que se nos ha terminado la carne?

            - Pues busquemos otra vaca, para comámosla -propuso C'acjo.

            - Sí, vámonos a buscar otra -dijo alegremente el zorro. Caminaron hacia el campo conocido, hasta que divisaron el grupo de vacas.

            - ¿Quién va a enlazar ahora?  preguntó Yo'nis.

            - Enlaza tú ahora -le contestó C'aejo.

            - Bueno, yo la voy a enlazar, y tú trata de separar al mejor animal del grupo -recomendó Yo'nis.

            Se separaron. Cada uno se dirigió a su tarea.

            Sigilosamente el armadillo se arrimó a las vacas, en tanto que el zorro, que se había quedado para enlazar al animal elegido, hablaba solo y en alta voz: "¿Qué haré ahora? Por supuesto, si a C'acjo le tocó enlazar la vez anterior, a mí me toca hacerlo ahora. Pero, el caso es que yo no sé enlazar. ¿Por qué se me habría ocurrido preguntarlo? ¿Cómo haría C'aejo para enlazar las vacas? definitivamente no lo sé, pero haré lo que se me ocurra en el momento".

            En estas divagaciones estaba el zorro cuando el armadillo le gritó: ¡Ahí va una! ¡Enlázala, enlázala!

            Enlazóla el zorro, y al rato, oyó el armadillo unos gritos desaforados. Corrió hacia el lugar de donde provenían y lo que vio fue la huella de la vaca arrastrando un bulto. Siguió la huella.

            Anduvo un buen rato hasta que divisó a la vaca, quieta, y jadeante, que llevaba un cabo de la soga enlazada a su cuello, y el otro atado a la cintura de Yo'nis, que estaba en tierra desmayado.

 

Fuente: MITOS INDÍGENAS DEL PARAGUAY. Edición, compilación, traducción de FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH. Editorial EL LECTOR. Director editorial: PABLO LEÓN BURIÁN. Diseño gráfico: RAFAEL VILLALBA, Asunción – Paraguay 2011 (151 páginas).

 

 

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