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JUAN MARÍA CARRÓN

  EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO EN EL PERÍODO 1880-1904 - Por JUAN M. CARRÓN


EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO EN EL PERÍODO 1880-1904 - Por JUAN M. CARRÓN

EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO EN EL PERÍODO 1880-1904

JUAN M. CARRÓN

 

 

 

         LA VENTA DE LAS TIERRAS PÚBLICAS

 

         El año 1880 encuentra al país bajo el gobierno de Cándido Bareiro. El año anterior el presidente Hayes había dado su fallo, restituyendo al Paraguay la soberanía nacional sobre el Chaco. El 4 de septiembre de 1880 muere Bareiro. Aunque en caso de acefalía correspondía que asumiera el poder el vicepresidente Adolfo Saguier, el general Bernardino Caballero organiza un golpe de estado que obliga a Saguier a la renuncia. Reunido de urgencia el Congreso resulta electo por mayoría el general Caballero, como presidente provisorio de la República, el 4 de septiembre de 188088. Un club, fundado el 25 de septiembre de 1881, propone, a propuesta de José Segundo Decoud, la reelección de Caballero, quien es reelegido y gobierna normalmente desde noviembre de 1882 hasta noviembre de 1886. Se suceden varios gobiernos a los que podemos considerar afines a la ideología de lo que después había de ser la Asociación Nacional Republicana, hasta que el 19 de diciembre de 1904 se inicia, con la presidencia de Juan B. Gaona, la era liberal.

         Durante este período ocurrieron varios sucesos que modificaron profundamente la estructura económica del país. Aunque la mayoría de los dirigentes políticos era ideológicamente menos afecta al liberalismo que los de la inmediata posguerra, sin embargo ellos contribuyeron, mucho más que sus predecesores, a desarticular el Estado autoritario mercantilista que existía antes de la guerra. Las principales modificaciones fueron: la venta de tierras del Estado, el traspaso a particulares de la explotación de bosques y yerbales, el inicio del ciclo del tanino y la consolidación como clase desposeída de un campesinado que no era propietario de la tierra que trabajaba.

         Durante el gobierno de los López se estableció, por decreto del 2 de enero de 1846, que todas las plantas de yerba mate y todas las maderas de construcción naval eran de propiedad del Estado independientemente de la propiedad de la tierra. Poco tiempo después, otro decreto fechado el 7 de octubre de 1848 declaró de propiedad del Estado los bienes y tierras de los 21 pueblos de indios ubicados en el territorio del Paraguay, los que fueron así despojados de lo que les había concedido la Corona española como último refugio. Un año después el Estado paraguayo era propietario de casi la totalidad del territorio de la Región Oriental y de trescientas mil cabezas de ganado vacuno, una tercera parte requisadas por Francia de las órdenes religiosas y de sus adversarios políticos y dos tercios que provenían de la expropiación a los pueblos de indios89. Esta estructura de la propiedad agraria continuó hasta finalizada la guerra de la Triple Alianza. Ella había de cambiar radicalmente durante el período 1880-1904.

         Ya antes de 1880 se habían vendido algunas propiedades del Estado, sobre todo predios y edificaciones urbanas. También se había vendido el ferrocarril. Pero la venta masiva de las tierras públicas se inicia con la ley promulgada en octubre de 1883 bajo el gobierno del general Bernardino Caballero. Esta ley autorizaba al Poder Ejecutivo "a vender las tierras públicas por valor de 150.000 pesos fuertes, en bonos de tesorería o en moneda metálica". Con el aliciente de los recursos adicionales obtenidos por las ventas el 16 de julio de 1885 el Ejecutivo promulga la ley sancionada por el Congreso Nacional el 11 del mismo mes que autoriza a enajenar todas las tierras públicas90.

         Gracias a estas leyes se vendieron, sólo entre 1885 y 1890, nada menos que 11.604 leguas de tierras públicas equivalentes a 21.757.500 hectáreas91. En ese tiempo, no estando aún bien definidos los límites en el Chaco, la superficie total bajo efectivo dominio del gobierno paraguayo no llegaba a 250.000 kilómetros cuadrados, o sea 23 millones de hectáreas. Por consiguiente, se vendió más del 80% de la superficie total del país. Bajo el gobierno del general Caballero se vendieron 7.294 leguas cuadradas, equivalentes a 13.676.250 hectáreas. Bajo la presidencia de su sucesor, el General Patricio Escobar, se vendieron otras 4.310 leguas, equivalentes a 8.081.250 hectáreas. Las ventas hechas posteriormente llegaron a enajenar casi la totalidad del territorio nacional. La modalidad de la venta favoreció, en grado sumo, la instalación de enormes latifundios. Sólo durante los años 1885 y 1886 una cantidad ínfima de sólo 60 personas adquirió 6.183 leguas de tierras chaqueñas pagando un precio medio de 148,76 pesos curso legal por cada legua.

         En la Región Oriental del Paraguay las ventas no fueron menos masivas, 11 compradores de más de 100.000 hectáreas adquirieron 5.548.448 hectáreas y otros compradores de extensiones menores, pero de por lo menos una legua cuadrada de superficie, otros 9 millones de hectáreas sin respetar derechos de pobladores ancestrales, ni siquiera las superficies donde estaban enclavados varios pueblos. Pueblos tales como Tacuaras, Villa Florida, Desmochados, San Antonio, Mbuyapey y otros quedaron ubicados en tierras de propiedad privada. Por lo que una gran parte de estas tierras públicas fue vendida en perjuicio de los pobladores paraguayos de las mismas, pequeños agricultores, medianos productores de ganado y pequeños industriales yerbateros y forestales. Los compradores eran en su mayoría extranjeros, representantes del capitalismo internacional o especuladores en tierras y, en algunos casos, políticos locales de alto rango quienes frecuentemente compraban para revender a inversionistas extranjeros92. Los pequeños productores paraguayos no podían competir en la compra con los extranjeros, debido a que las condiciones de pago de la tierra les eran casi absolutamente incumplibles, a pesar de que el precio de venta fue muy inferior al de estimaciones independientes realizadas anteriormente; Wisner de Morgenstern, en un informe al Poder Ejecutivo presentado en el año 1871 estimaba en 4.000 pesos el valor de la legua cuadrada de campos, seis mil pesos la legua cuadrada de bosques y veinte mil pesos la legua cuadrada de yerbatales.

         Estas tierras se dedicaron a la proliferación de las estancias ganaderas y a la explotación yerbatera -forestal, frenando cualquier expansión de la frontera agrícola. Los observadores extranjeros llegados al Paraguay en esos años constataban asombrados que un país tan bien dotado por la naturaleza se caracterizaba por tener uno de los sectores agrícolas más atrasados de Latinoamérica. Como en 1896 dijo Eliseo Reclus: en adelante ningún campesino paraguayo podrá cavar el suelo de su tierra sin pagar renta a los banqueros de Nueva York, Londres o Amsterdam. El impacto de estas medidas sobre la producción agrícola, sobre todo, sobre la producción de alimentos, fue extremadamente nocivo. "En su conjunto, la extensión agrícola cultivada no habría de alcanzar, hasta 1918-20, la superficie lograda antes de la guerra de la Triple Alianza. Más aún, las importaciones de productos agrícolas y alimentos constituyeron uno de los rubros más importantes de las importaciones del Paraguay, con un porcentaje que oscilaba entre el 24% (1902) por lo bajo y el 44% por lo alto (1890) del total del valor de las importaciones oficialmente registradas... Era evidente la existencia de un déficit estructural entre la demanda de alimentos y la capacidad de oferta de la producción agrícola interna. Casi todos los analistas coincidían asimismo en que la totalidad de estos rubros alimenticios, exceptuando para algunos el trigo y algunos otros cereales, eran factibles de ser producidos eficiente y rentablemente en los distritos rurales, en la medida en que se diesen ciertas condiciones"93.

         Con esta modalidad de venta masiva de las tierras públicas los paraguayos no sólo perdieron la posibilidad de proporcionar a cada campesino una parcela de tierra propia y la posibilidad de aumentar a un nivel satisfactorio la producción de alimentos, también perdieron las dos grandes riquezas, de tipo recolector y extractivo, que tenía el país: la yerba mate y las maderas de sus bosques. En el caso de los yerbatales, que eran explotados por particulares pagando un arrendamiento a los municipios donde estaban enclavados, se alegó que el régimen existente provocaba la destrucción de las plantas y sobre todo que "el Estado necesita fondos para cubrir su presupuesto y realizar obras públicas". Incluso se llegó a invocar el peregrino argumento de que así se mejoraría la condición de los obreros, "porque en el día en que sean de propiedad particular la población que en ellos se fije definitivamente ganará en pureza de costumbres con la instalación del hogar doméstico y llevará consigo la escuela, el templo y la agricultura"94.

 

         LA PRIVATIZACIÓN DE LOS YERBALES

 

         La ley del año 1885 derogó finalmente el régimen municipal de explotación de yerbatales que había establecido la reglamentación del 23 de diciembre de 1874. Las municipalidades dejaron de estar a cargo de la administración de los mismos, los que fueron puestos a la venta en remate público, previa tasación y mensura. Fueron vendidos, juntamente con los yerbatales, los bosques y praderas de las zonas yerbateras sin que el Estado hiciera las reservas de tierras y praderas que le facultaba la ley. Cuarenta y seis entidades, en su mayoría de capital extranjero, adquirieron la riqueza yerbatera del Paraguay. Una de ellas, La Industrial Paraguaya, en 1886 compró 855.000 hectáreas de yerbal natural, dentro de un total de 2.647.727 hectáreas de tierras. En 1890 esta sociedad aprueba unos nuevos estatutos. Entre sus fundadores aparece el general Bernardino Caballero. El artículo 11 de esos estatutos establece que el 8% de los beneficios líquidos de la sociedad serán distribuidos entre los 40 socios fundadores. Estos beneficios especiales para los fundadores y sus descendientes recién fueron abolidos en diciembre del año 1960.

         Durante el gobierno de los López el Estado monopolizaba el comercio de la yerba mate, sobre todo el comercio exterior. La producción era realizada por particulares pero todo el comercio mayorista, en manos del Estado, constituía la fuente principal de los ingresos del fisco. El gobierno pagaba a los productores sólo el cuarto del valor de mercado de la plaza de Buenos Aires y retenía por costos de intermediación entre el 35 y el 45%. Por lo tanto ingresaba al país entre el 60 y el 70% del precio mayorista de la yerba vendida en Buenos Aires. Desde 1869 quedó librada a la iniciativa privada tanto la producción como el comercio interior y la exportación de la yerba. Mientras que la producción, el transporte interno y los gastos de despacho estuvieron en manos de paraguayos, todavía quedaba en el país entre un 30 y un 40% del precio pagado en el mercado mayorista argentino, siendo absorbido todo el resto por los costos del transporte fluvial (en manos argentinas) y por las ganancias de los importadores argentinos95. Después de la venta de las tierras públicas la casi totalidad de los yerbatales pasó a ser propiedad de argentinos y de brasileños, así que también los beneficios de la producción generaban capitales que se derivaban al exterior sin reinversión en el país. En el mejor de los casos no más de un 20% del precio pagado en el mercado mayorista de Buenos Aires quedaba en el Paraguay. ¡Así iba el país agotando una de sus mayores riquezas, unos yerbatales no plantados que crecieron sin intervención de la mano del hombre, un regalo de la naturaleza, por una modesta quinta parte de su valor!

         Para mal de males la yerba paraguaya tenía que afrontar una creciente competencia de la yerba brasileña procedente de los territorios de Mato Grosso do Sul que el Brasil había arrebatado al Paraguay luego de la guerra de la Triple Alianza, y otro inconveniente, en el Paraguay no se plantaron yerbales hasta muy tardíamente, mucho después de que esa práctica se inició en la provincia argentina de Misiones. Esto dio como resultado no sólo que el Paraguay perdió su primer lugar en la región como exportador de yerba, sino también que el volumen de su producción primero se estancó y luego fue disminuyendo paulatinamente. En los primeros años de posguerra la exportación anual fue subiendo de 1.800 toneladas en 1870 hasta duplicar esta cifra en 1879 y llegar a una exportación tope de 6.228 toneladas en 1883. Los primeros años después de la ley de venta de tierras de 1883 causan una caída por la que se mantiene alrededor96 de las 4.000 toneladas hasta 1890, año en que se logra una exportación máxima de 6.318 toneladas. A partir de ahí la tendencia es descendente, hasta estabilizarse en una cifra intermedia entre las 3.000 y las 4.400 toneladas entre 1916 y 1920.

 

         LA EXPLOTACIÓN DE LOS BOSQUES        

 

         Algo muy similar aconteció con los bosques del Paraguay. Desde la Colonia la provincia del Paraguay exportaba al Río de la Plata rollizos, maderas aserradas, postes de palma, muebles, etc. Durante el gobierno de los López se estableció un gran aserradero a vapor. Las selvas abarcaban aproximadamente 10 millones de hectáreas. Después de la derrota, capitalistas argentinos se hicieron cargo de los obrajes del país, primero por medio del arrendamiento y luego, después de 1883, por la compra de grandes extensiones de bosques que fueron paulatinamente talados sin el más mínimo atisbo de explotación racional o de programas de reforestación. Hasta 1940 la mayor parte de los bosques de la Región Oriental del Paraguay era de propiedad de capitalistas extranjeros. Se generalizó la exportación de rollizos, o de vigas, sin ulterior elaboración. Todo el proceso de conversión de los rollos a maderas aserradas y otros productos elaborados se realizaba en Corrientes, Santa Fe, Rosario y Buenos Aires. El ingreso de maderas aserradas procedentes del Paraguay era casi imposible debido a los altos aranceles aduaneros argentinos. Debido a estas circunstancias aunque la madera llegó a representar alrededor del 20% del valor de las exportaciones anuales, "El beneficio bruto que la explotación dejaba al país representaba apenas la quinta parte del valor de la madera aserrada vendida al por mayor en el mercado argentino. Es decir, por cada dólar ingresado se había dejado de ganar entre 3 y 4 dólares adicionales"97. Así el Paraguay se ubicaba en un sistema económico en el que la depredación de sus recursos naturales no podía en modo alguno, por razones no meramente coyunturales, sino por imperativos estructurales, generar una vía hacia el desarrollo.

 

         LA SITUACIÓN FINANCIERA

 

         El marco general y el factor que impulsaba a la venta de las tierras públicas fue la dramática situación financiera de los gobiernos durante la década de los años 70. Debido a la insuficiencia de recursos frecuentemente se pagaba a los empleados públicos con vales del tesoro o cédulas hipotecarias. Sin embargo, a partir del año 1877 había comenzado una cierta recuperación de la economía. Como bien señala W. Ashwell, la economía nacional era incapaz para producir autónomamente su recuperación. "El empuje inicial vino del exterior, una experiencia que se repetiría en todas las crisis ulteriores. El nivel de ocupación interno era determinado por las variaciones de la demanda externa de bienes primarios de exportación y no por la sola capacidad o disposición productiva del país"98. La economía mundial había comenzado a recuperarse en 1886, lo que originó una reactivación de la economía argentina y, como efecto en cadena, un aumento de la demanda de productos paraguayos en el mercado argentino. Esto hizo que entre 1878 y 1882 las exportaciones del Paraguay triplicasen su valor, mientras que las importaciones se duplicaron, produciéndose, desde 1879 hasta 1882, repetidos superávits en el comercio exterior del país. Los ingresos fiscales aumentaron significativamente, lo que permitía al gobierno cubrir puntualmente los pagos tanto internos como los de la deuda pública con bancos del exterior.

         Este quinquenio de bonanza había de cesar drásticamente en 1883. La crisis, como de costumbre, vino desde lejos; se inició en Norteamérica y en Europa, pero repercutió en Argentina, donde el comercio exterior tuvo saldos negativos en 1882 y 1883. Esto produjo de inmediato efectos recesivos en el Paraguay. El general Caballero, en su mensaje presidencial al Congreso del año 1883, habla de síntomas de una crisis comercial, de pánico que retrajo la circulación de los capitales y de "un extraordinario abatimiento de los negocios". El único Banco que operaba en la plaza tuvo que suspender sus operaciones, era el Banco del Paraguay, quien cerró el 19 de diciembre de 1883. El gobierno tuvo que propiciar la apertura de un nuevo banco, al que contribuyó con una tercera parte de su capital. La contracción del comercio exterior trajo aparejada la disminución de los ingresos fiscales y con ello la suspensión de varias obras públicas y la proliferación de atrasos en los pagos de Tesorería. Esto de algún modo explica la venta de las tierras públicas. "La venta de tierras, que fue autorizada por ley del 2 de octubre de 1883, era una desesperada acción fiscal, no una medida de política agraria. Apuntaba más al sector ganadero, que se suponía tendría mayor capacidad de compra. Buscaba la venta de grandes extensiones que generasen ingresos importantes, no las de pequeñas parcelas cuyos valores serían mínimos comparados con las urgentes necesidades fiscales. Se prohibió por ello la venta de campos de fracciones menores de una legua. El país tendrá que empezar por ser ganadero antes de ser agricultor, argumentaban equivocadamente sus patrocinadores99". Pero, sin duda, tuvo nefandos efectos sobre cualquier intento de política agraria posterior. Al respecto dijo Manuel Domínguez en un mensaje político: "los gobiernos anteriores han malbaratado las tierras públicas. Al término de la guerra el Estado era poderoso, pues poseía inmensas superficies de tierras que bien distribuidas hubieran realizado el sueño de los sociólogos, pero las vendió a vil precio dejando sin hogar a la mayor parte de nuestros compatriotas100.

 

         EVOLUCIÓN DE LA GANADERÍA

 

         Mejor suerte tuvo la ganadería, gracias a las condiciones favorables del país para su expansión. Las mejores estimaciones cifraban en 2 millones de cabezas de ganado bovino la población ganadera del Paraguay antes del conflicto. Al término de la misma quedaban no más de 15.000 cabezas debido a las necesidades de abastecimiento a las tropas y a los arreos que hicieron los brasileños de ganado paraguayo con destino a Mato Grosso. Pero rápidamente se fue incrementando el stock ganadero del Paraguay. El primer gobierno de posguerra permitió la libre introducción de ganado al país y ofreció además el libre uso de campos de propiedad pública, por un año para invernada y por dos años, para cría. Numerosos ganaderos correntinos aprovecharon estas franquicias101. Para el año 1877 el plantel ganadero se había elevado ya a 200.000 cabezas de ganado vacuno y más de 20.000 de ganado caballar. Las posteriores ventas de tierras públicas a bajo precio incentivaron la explotación ganadera. Así aconteció que en 1886 la cantidad de ganado vacuno ya era de 729.836 cabezas, en 1899 llegaba a 2.625.496 y en 1905 superaba los 4 millones102.

 

         CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN

 

         Mientras tanto también crecía la población del país. Según un contaje o estimación realizado en 1872 sólo quedaban en el Paraguay 242.796 habitantes de los cuales más de 50.000 eran extranjeros. Cifra esta última que fue justificadamente encontrada como exagerada. La predominancia de mujeres y de niños sobre el número de hombres adultos era muy alta. En 1886 se levantó un censo de población, no del todo confiable, debido a las condiciones del país, según el cual el Paraguay contaba con 239.774 habitantes. Aún se daba un desequilibrio entre hombres (100.262) y mujeres (139.512), pero menos acentuado que en 1870. La cantidad de extranjeros, por cuanto ya se habían retirado las fuerzas de ocupación, era de sólo 7.896, predominando los argentinos. Aproximadamente el 10% de la población total residía en Asunción. Según el mismo censo la población económicamente activa era de 105.159 personas, de las cuales 86.935 eran agricultores, 838 trabajaban en la ganadería, 432 en la silvicultura y 1.123, en los yerbales. Todo este conjunto representaba el 85% de la PEA. El restante 15% estaba ocupado en el comercio, en los empleos públicos y en las industrias de producción de alimentos103. Durante los primeros años después de la derrota la emigración de paraguayos al exterior fue alta; por un lado emigración hacia Corrientes y por otro una multitud de mujeres y niños que acompañaron a las fuerzas de ocupación cuando estas se retiraron del Paraguay, hecho que explica la muy baja tasa de crecimiento demográfico entre 1870 y 1886. Recién desde este último año, la población del Paraguay comenzó a crecer sostenidamente, no por causa de la inmigración, que fue relativamente de pequeño volumen, sino por la alta tasa de crecimiento vegetativo, que fue del 2,5 anual acumulativo entre 1886 y 1924104.

         La configuración demográfica del Paraguay en 1886 indica hasta qué punto era importante asegurar una razonablemente buena condición de vida al campesinado parcelario. En efecto, estos pequeños agricultores constituían más del 80% de la población económicamente activa. Estando el comercio casi totalmente en manos a migrantes extranjeros, sólo quedaban para los paraguayos los puestos de trabajo del sector público o de las actividades del sector primario de la economía.

         Para esta población campesina que desde la última década del siglo XIX se duplicaba cada 25 años, para esta mayoría silenciosa, quedaban muy pocas esperanzas después de la venta de las tierras públicas que habían ocupado y explotado por generaciones. Tampoco quedaban muchas oportunidades para el país. Durante los años de venta de tierras los ingresos fiscales se triplicaron, de 990.900 pesos fuertes en 1883 a 3.044.600 pesos fuertes en 1887. Más del 50% de estos ingresos se originó en la venta de tierras públicas105. Pero el mismo general Caballero se preguntaba qué pasaría cuando no hubiera más tierras que vender. La respuesta no se hizo esperar, pronto apareció en el horizonte económico del año 1889 lo que se llamó "la cuestión monetaria".

 

         LA CUESTIÓN MONETARIA

 

         Cuando el dinero que venía del exterior para la compra de tierras públicas dejó de afluir colapso el sistema vigente de bancos privados de emisión. Estos bancos emitían papel moneda, con el compromiso de convertirlo en oro o en monedas extranjeras a petición del cliente. Pudieron hacerlo mientras el oro con que se pagaban las tierras les servía para mantener un buen nivel de encaje. La confianza en el papel moneda se desmoronó cuando este perdió, en sólo dos años, tres cuartas partes de su valor en oro. "Cuando aquel oro se agotó y la venta de tierras perdió su importancia; cuando, en una palabra, el país quedó entregado a sus operaciones ordinarias sin recibir refuerzos extraños, la situación de los bancos se hizo precaria, porque ya empezaban a notarse en el público síntomas alarmantes de desconfianza"106. El gobierno se vio obligado a nacionalizar el Banco Nacional, que hasta ese momento era, en su mayoría, de capital privado y que estaba a punto de cerrar sus puertas. Incluso se llegó el 25 de

agosto de 1890 a la sanción de una ley por la que se suspendía la conversión de los billetes a oro por sesenta días.

         La venta de las tierras públicas no saneó la economía ni originó un desarrollo firme, sólo dio una pasajera sensación de prosperidad que se desvaneció como una pompa de jabón. Según los informes del Ministerio de Hacienda de la época, desde 1889, en que se redujo considerablemente el ingreso de dinero por venta de las tierras públicas, hasta 1892, en que las cantidades recaudadas por este concepto ya fueron de poca monta, los ingresos totales del fisco bajaron de 4.125.000 pesos fuertes en 1889 a 2.731.000 en 1892; los déficits presupuestarios fueron muy altos en 1890, 1891 y 1892, rondando o superando ampliamente el millón de pesos fuertes cada año. Como suele suceder en estos casos, el gobierno siguió gastando como en la época de prosperidad, aunque sus ingresos se habían reducido drásticamente. No parece adecuado atribuir el origen de la crisis a un bajón en la producción del Paraguay o en la demanda de bienes paraguayos de parte de la Argentina, porque las exportaciones paraguayas se mantuvieron altas y hubo importantes superávits en la balanza comercial durante los años 1890 y 1891, con un bajón, probablemente coyuntural por mala cosecha, en 1892. No hubo ni exceso de importaciones, ni disminución de las exportaciones; sí hubo exceso del gasto de un sector público que había crecido más de lo debido a expensas de la venta de tierras. Ciertamente tuvo que ver otro factor, las inversiones argentinas en el Paraguay disminuyeron, hasta casi cesar. Pero las tales inversiones eran casi en su totalidad compra de tierras públicas; cuando no hubo más tierras que comprar, lógicamente, cesaron.

         El mal se había instalado. Cuando comenzó la crisis en 1889 regía una equivalencia de 50 pesos fuertes cada 100 pesos oro. A fines del año 1890 se había llegado a 200 pesos fuertes por cada 100 pesos oro. En el año 1892 se superó la barrera de 600 pesos fuertes por cada 100 pesos oro. Todos los bancos entraron en proceso de liquidación. En mayo de 1892 el país quedo durante algún tiempo sin ningún organismo crediticio. Mientras tanto el gobierno siguió manteniendo un nivel de gastos superior a sus ingresos cubriendo los déficits con títulos de la Deuda Interna, recurriendo en forma reiterada a la emisión monetaria107. Ahora sí el valor de las exportaciones bajó en relación a lo que se había logrado en los picos más altos de 1890 y 1891, cuan habían alcanzado cifras anuales superiores a los 3 millones de pesos oro. Por el contrario, en 1893 se redujo a 1.299.000 pesos oro y en  los años siguientes -1894,1895, 1896, 1897- rondó alrededor de los dos millones pesos oro, sin llegar a los niveles de 1890 y 1891. En todos esos años la balanza comercial fue deficitaria.

         Recién en el año 1898 se observó una cierta recuperación. Los precios de los productos primarios habían aumentado en el mercado mundial. Esto incentivo la demanda de bienes producidos en el Paraguay. Las exportaciones que en el año 1897 habían llegado a 2.203.000 pesos oro, subieron a 2.608.500 pesos oro en 1898 y se mantuvieron alrededor de esa cifra durante los dos años siguientes. Durante estos tres años la balanza comercial del Paraguay tuvo superávits o, por lo menos, durante el último de estos años, se mantuvo equilibrada. Los ingresos fiscales por derechos aduaneros aumentaron siguiendo el ritmo de crecimiento del comercio exterior. Pero esto no bastaba a un gobierno que se había acostumbrado a gastar mucho más de lo que recaudaba. Apenas se insinuó un período de bonanza recomenzó la fiebre de gastos del gobierno central.

 

 

Ingresos y gastos fiscales (en miles de pesos fuertes)

 

Años                   1898           1899           1900           1901           1902

Ingresos              8.976        9.411           9.857        11.412        11.018

Egresos              9.511        9.972         14.504        14.995        15.171

Déficit (% del gasto total)  

                                 5,6             5,6             32              23.9           27,4

 

         Como se ve en las cifras anteriores, tomadas de los informes de los organismos oficiales, los presupuestos de los años 1900, 1901 y 1902 fueron altamente deficitarios. Como agudamente observa un experto en la materia. "El tesoro vivía acosado por la insuficiencia de fondos para atender sus compromisos más perentorios. Las crisis de pago se sucedían rápidamente. Y para hacerles frente, los gobiernos repetían la receta de elevar el límite de emisión y comprometer recursos adicionales para su rescate. Con ello se solucionaba el problema inmediato de los atrasos, pero se evadía la cuestión de fondo de la incapacidad del sistema tributario para solventar adecuadamente los gastos del Estado". En vez de aumentar los impuestos al gran comercio, que era el único sector capaz de soportar una carga impositiva adicional, se recurría a la emisión de papel moneda. "Las emisiones operaban como un impuesto invisible, cuya carga la soportaban los consumidores finales, a través de la erosión continua del poder adquisitivo de sus ingresos y ahorros"108.

         La venta de las tierras públicas, luego de dar una efímera y engañosa sensación de prosperidad, condujo al país a un círculo vicioso en el que el desarrollo de las fuerzas productivas y la formación de capital paraguayo estaban seriamente obstaculizados, en el que los capitalistas extranjeros se beneficiaban con la explotación de las riquezas naturales del país y en que el Estado crecía cada vez más sin contar con recursos genuinos para financiar sus actividades. Los hombres de la generación del novecientos no estuvieron ciegos ante esta situación. El primero de ellos que alza su voz, desde el diario "La Prensa", es Blas Garay, quien solicita una vigorosa intervención del Estado para rectificar rumbos e impulsar positivamente la evolución de la economía del país. Otros hombres del novecientos habían de seguirlo.

 

NOTAS :

88 FREIRE ESTEVES, Gomes. 1983. Historia contemporánea del Paraguay. Ed. Napa, Asunción, p. 176 y ss.

89PASTORE, Carlos. 1972. La lucha por la tierra en el Paraguay. Ed. Antequera. Montevideo, p. 127-129.

90Pastore. Obra citada, p. 213-226.

91Fuente: Anuario Estadístico de la República del Paraguay 1914. Asunción, 1915. Citado por MIRANDA, Aníbal. 1979. Apuntes sobre el desarrollo paraguayo. Cromos, Asunción. p. 121.

92PASTORE, Carlos. Obra citada, p. 219.

93HERKEN, Juan Carlos. 1984. El Paraguay rural entre 1869 y 1913. CEPES. Asunción, p.91-92.

94Editorial del diario La Reforma del 11 de septiembre de 1884. Citado por PASTORE. Obra citada, p. 229.

95ASHWELL, Washington. 1989. Historia económica del Paraguay. Editor Schauman. Asunción. Tomo primero, p.104-107.

96ASHWELL, Washington. Obra citada, tomo primero, p. 110.

97ASHWELL. Obra citada, tomo primero, p. 98-102.

98ASHWELL. Obra citada, tomo primero, p. 172.

99ASHWELL. Obra citada, tomo primero, p. 193.

100Manuel Domínguez. Manifiesto del Vicepresidente de la República. Villeta, 15 de octubre de 1904.

101ASHWELL. Obra citada, tomo primero, p. 115.

102Según al Álbum gráfico de la República del Paraguay, de Arsenio López Decoud. Buenos Aires, 1911. Citado por MIRANDA, Aníbal. 1979. Apuntes sobre el desarrollo paraguayo Universidad Católica. Asunción, p.154.

103Anuario Estadístico del Paraguay. Libro Primero 1886. Citado por PASTORE, p. 247-248.

104MENDOZA, Raúl. 1988. Situación demográfica del Paraguay. Dirección de Estadística y Censos. Asunción, p. 21.

105Memorias del Ministerio de Hacienda de los años 1884 al 1888.

106Memoria del Banco del Paraguay y del Río de la Plata, p. 3. Citado por ASHWELL, p.213.

107ASHWELL. Obra citada, tomo primero, p. 229-230.

108ASHWELL. Obra citada, libro primero, p. 246-247.

 

 

FUENTE (ENLACE INTERNO - HACER CLIC SOBRE IMAGEN):

 

 

 

 

EL RÉGIMEN LIBERAL 1870-1930

SOCIEDAD, ECONOMÍA Y CULTURA

JUAN M. CARRON ;

MARÍA G. MONTE DE LÓPEZ MOREIRA ;

ANSELMO AYALA y

SALVADORA GIMENEZ

 

 

ACLARACIÓN:

El trabajo de investigación que sirvió de base para la siguiente publicación, fue financiado por el Rectorado de la Universidad Nacional de Asunción. Los resultados que se derivan del mismo son propiedad de la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay. Las opiniones que se encuentran vertidas en la publicación son de exclusiva responsabilidad de los autores, y no necesariamente reflejan la posición de la Universidad Nacional de Asunción.

Unidad de investigación de la facultad de filosofía de la UNA.

Con financiación del Rectorado de la Universidad Nacional de Asunción durante el año 2004

Investigador principal:

Dr. JUAN M. CARRÓN

Co-investigadores:

Prof. MARÍA G. MONTE DE LÓPEZ MOREIRA

Prof. ANSELMO AYALA

Prof. SALVADORA GIMÉNEZ

A cargo de la Prof. María Monte de López Moreira estuvo el estudio del contexto histórico de la época estudiada. A cargo de Anselmo Ayala las ideas filosóficas, así como las ideologías dominantes. Las ideas pedagógicas estuvieron a cargo de la Prof. Salvadora Giménez. El Dr. Camón se ocupó de la coordinación general, de analizar el contexto socioeconómico y de elaborar las conclusiones. El Prof. Miguel Ángel Fernández participó en la etapa inicial de preparación del protocolo de investigación y en la discusión de los primeros avances de la misma; no así en la redacción última de los capítulos que conforman la obra.

 

© De esta edición Arandurã Editorial

Tte. Fariña 884

Asunción-Paraguay

Telefax (595 21) 214 295

e-mail: arandura@telesurf.com.py

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Octubre de 2005 (220 páginas)

 

 

 

 

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