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RENÉE FERRER

  HAY SURCOS QUE NO SE LLENAN, 1965 - Poemario de RENÉE FERRER ALFARO


HAY SURCOS QUE NO SE LLENAN, 1965 - Poemario de RENÉE FERRER ALFARO

HAY SURCOS QUE NO SE LLENAN, 1965

Poemario de RENÉE FERRER ALFARO

Edición digital: Alicante :

Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001

N. sobre edición original:

Edición digital basada en la de Asunción (Paraguay),

Editorial El Arte, 1965.

 

 

Enlace al ÍNDICE del poemario HAY SURCOS QUE NO SE LLENAN en la BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES

Divagando/ Quisiera poder decirte.../ Aquella noche/ Barreras/ La espera/ Tu dicha/ El olvido/ Cuando podré decirme/ Ya sé/ Triste/ La búsqueda/ El peregrino/ ¿Recuerdas como te quería?/ La huella/ Mis manos/ El encuentro/ Tú también, a veces.../ Mi llanto/ La pérdida/ Carcelero/ Mi sostén/ No soy como quisiera/ Tu viaje/ La sombra/ Sueño/ El vacío/ Tu recuerdo/ Si tú no me quieres/ Ofrenda/ Plenitud/ La flor/ Soledad/ Resurgiendo/ Fe/ ¿Quién?/ Si una vez tengo que hablarte/ Aspiración/ Puedo decirte tantas cosas hermosas/ Intento/ Sin retorno, tal vez...

 

 

 

 

A ti...

 

que sabes tanto de mí.



 

 

DIVAGANDO

        

 

 

                                   

Qué simple es todo, qué simple,

   

 

 

recuerdo tus ojos bajos,

   
 

recuerdo tus fuertes manos.

   

 

 

Qué simple es todo, recuerdo,

   
 

convincentes tus palabras.

   

 

 

Recuerdo que me decías...,

   
 

cuántas cosas que recuerdo me decías.

   

 

 

Recuerdo simple la tarde,

   
 

aquella tarde tan clara que te fuiste.

   

 

 

Qué simple parece ahora tu recuerdo

   
 

y qué simples tus palabras.

   

 

 

Aquella tarde recuerdo, estaba sola,

   
 

recuerdo tibia una lágrima,

   

 

 

y tu mirada recuerdo, lejana,

   
 

simple recuerdo..., recuerdo.

   

 

 

 

QUISIERA PODER DECIRTE...

 
       
 

Quisiera poder decirte en las azules noches

   
 

que te quiero.

   

 

 
 

En cada estrella que tiembla desde el cielo

   
 

decirte, en cada nido que teje, la oropéndola,

   
 

en cada rosa que florece generosa,

   
 

en cada vibrar de risa cantarina,

   
 

en toda flor silvestre, en cada sombra,

   
 

en cada voz de niño transparente,

   
 

que te quiero.

   

 

 
 

Quisiera poder decirte que te quiero,

   
 

tantas veces como ondas haga el viento,

   
 

como estrellas tenga el cielo,

   
 

como besos, en mis sueños,

   
 

y lágrimas en tu ausencia.

   

 

 
 

Sí, quisiera decirte, por lo bajo

   
 

que te quiero,

   
 

y poder repetirlo muchas veces

   
 

como dulce plegaría muy sencilla

   
 

que dice mi alma cuando está contigo;

   
 

como esos besos temerosos, tiernos,

   
 

que de pronto te doy en la mejilla.

   

 

 
 

Quisiera, después de decirte que te quiero,

   
 

decirte, que te quiero.

   

 

 

 

 

 

AQUELLA NOCHE

 

 

 
 

Ay amor, aquella noche

   
 

que me besaste,

   
 

no pude dormir

   
 

porque te aguardaba,

   
 

callado como una sombra misteriosa,

   
 

entre mis sueños.

   

 

 
 

Cuántas veces te miré

   
 

sin verte, aquella noche;

   
 

... tú no estabas.

   
 

Esos ojos inmensos

   
 

que me miran a veces,

   
 

cuántas veces besé despierta.

   

 

 
 

Aquella noche se ha ido,

   
 

sin embargo, como todas las noches.

   
 

Las estrellas, como todas las noches,

   
 

apagaron sus luces,

   
 

y callaron los árboles con silencio elocuente,

   
 

como todas las noches.

   

 

 
 

Pero, amor, aquella noche

   
 

que te esperaba, no ha pasado;

   
 

nuestra noche callada sigue,

   
 

y yo seguiré soñando siempre,

   
 

porque es infinita.

   

 

 

 

 

 

BARRERAS

 

 

 
 

¿Quieres escucharme un momento?

   
 

Estoy sola... ¿comprendes?

   
 

Nada puede acercarnos,

   
 

estamos solos y ausentes.

   
 

¿Por qué será...? A veces,

   
 

cuando voy hacia ti,

   
 

tú no estás como te espero, y,

   
 

cuando vienes a mi encuentro,

   
 

no me hallas como sueñas.

   
 

Tal vez nuestros primeros besos,

   
 

ya izo existan, tal vez

   
 

todo se ha ido, nada quede...

   
 

¿Es que me olvidas, amor?

   
 

¿es que ya no te recuerdo?

   
 

¿Por qué será...? A veces,

   
 

cuando no estás

   
 

quisiera levantar tu cara

   
 

y decirte silenciosa,

   
 

-estoy sola... ¿comprendes?

   

 

 

 

 

 

LA ESPERA

 

 

 
 

Te aguardo siempre, ¿me oyes...?

   

 

 
 

Mientras tú vienes, te aguardo,

   
 

y también cuando no vienes

   
 

tú sabes que yo te aguardo.

   
 

Te aguardo siempre, tú sabes,

   
 

aún cuando tú no esperas

   
 

que te aguarde.

   

 

 
 

Te aguardo siempre, ¿me oyes...?

   

 

 
 

Aún cuando la tristeza enmudece mis palabras,

   
 

tú sabes que te aguardo silenciosa.

   
 

Cuando hay lágrimas en mis ojos,

   
 

yo te aguardo, pensativa, tú lo sabes.

   
 

Te aguardo triste unas veces,

   
 

callada te espero otras,

   
 

y me siento soñadora

   
 

cuando salen las estrellas

   
 

a caminar por la noche.

   

 

 
 

Te aguardo siempre, tú sabes...

   

 

 
 

En las alegres mañanas

   
 

de verano, te aguardo sonriente,

   
 

y, en las tardes, tardecitas,

   
 

tú sabes que yo te aguardo;

   
 

con los ojos soñadores,

   
 

o la frente pensativa,

   
 

o las manos cariñosas,

   
 

pero te aguardo siempre, tú sabes.

   

 

 

 

 

 

TU DICHA

 

 

 
 

Estás contento,... ¿sí?

   
 

Si estás contento, entonces yo río;

   
 

si estás alegre, no tengo miedo.

   
 

Si tu ríes, no me importa

   
 

llorar a solas, a veces...

   
 

Estás contento... ¿dime?

   
 

porque si lo estás de veras

   
 

no me hace daño la pena.

   
 

No me hiere que me olvides

   
 

si estás contento.

   
 

Si te vas dichoso, vete...

   
 

que sólo quiero que rías

   
 

de alegría, pero

   
 

si no estás contento

   
 

si no ríes, tengo miedo.

   
 

Entonces sí que te irás,

   
 

y sé que te irás por siempre,

   
 

entonces sí tendré pena

   
 

que te vayas,

   
 

entonces sí lloraré

   
 

cuando te alejes.

   
 

Por eso, acércate,

   
 

quiero decirte una cosa,

   
 

si no me quieres no importa,

   
 

no importa si tú me olvidas.

   
 

Si me hieres no lo siento,

   
 

pero hay algo que yo quiero,

   
 

verte contento..., contento.

   

 

 

 

 

 

EL OLVIDO

 

 

 
 

Ya nada existe...,

   
 

no puedo decirte como antes,

   
 

quiero decirte...,

   
 

no puedo ya tomar tus manos

   
 

y adornarlas de besos,

   
 

no puedo

   
 

bajo tus labios soñar el infinito.

   
 

No existe, ¿comprendes?

   
 

No sólo te has ido, sino que

   
 

te has ido vara siempre,

   
 

no sólo lloro tu ausencia

   
 

por ausencia...,

   
 

sipo que lloro tu ausencia

   
 

siempre ausencia.

   
 

No tanto estoy triste que te fueras,

   
 

también aunque no creas,

   
 

estoy triste

   
 

que vinieras.

   
 

No sólo te anhelo en el mirar dé las estrellas

   
 

sino que vierto estrellas

   
 

cuando te añoro

   
 

en la noche silenciosa y ausente.

   
 

Ya nada existe, ¿lo ves?

   
 

Es triste, perder, perder... perderte,

   
 

es triste perder, perder un sueño.

   
 

Te vas, te vas,

   
 

olvidémonos,

   
 

no existe...

   

 

 

 

 

CUANDO PODRÉ DECIRME

 

 

Mi pensamiento desde el hueco de mi sentir

 
 

te preguntaba,

 
 

mis manos desde el torpe silencio de mis labios

 
 

te preguntaban,

 
 

mis ojos con invisibles lágrimas de anochecer

 
 

te preguntaban...

 
 

Me miraste entonces silencioso;

 
 

me tomaste las manos tiernamente,

 
 

me cubriste de besos,

 
 

cerrándome los labios,

 
 

me llevaste a la noche y las estrellas,

 
 

me mostraste de lejos.

 
 

Todo eso ha pasado,

 
 

como pasan las cosas a través de la nada;

 
 

y tus besos no fueron,

 
 

más que besos iguales;

 
 

y tus manos se han ido,

 
 

como todas las manos;

 
 

y tus ojos no miran

 
 

ya mis ojos cansados;

 
 

Cuándo podré decirme,

 
 

decirme que te has ido,

 
 

cuándo diré realmente

 
 

que ya no vuelves,

 
 

cuándo tendré la fuerza

 
 

de mirar la vida,

 
 

esta vida, la mía,

 
 

y decirme que no existes.

 

 

 

 

YA SÉ

 

 

Ya sé,

 
 

ya sé que no estás,

 
 

que aquella tarde fue la última,

 
 

aquella tarde de sol que no pensaba

 
 

llorar y no lloré.

 
 

Ya sé, que no estás,

 
 

ya sé;

 
 

que aquella noche interminable, terminó,

 
 

que aquellos besos tuyos fueron..., fueron

 
 

ya sé.

 
 

Ya sé que estoy sola,

 
 

sola, sola...

 
 

Ya sé todo eso...,

 
 

¿por qué me lo repiten las estrellas

 
 

mirándome fijas?

 
 

Si ya sé,

 
 

¿por qué me lo dicen los árboles

 
 

sobriamente quietos?

 
 

Ya lo sé,

 
 

¿por qué me miran todos

 
 

para decirme, decirme que se fue,

 
 

y me hablan todas juntas las cosas

 
 

que sus manos tocaron una vez?

 
 

¿por qué me preguntan en su ausencia,

 
 

por qué...?

 
 

Estoy sola, muy sola,

 
 

no me lo digan,

 
 

ya sé.

 

 

 

 

TRISTE

 

 

Triste,

 
 

triste... cuando miro tu rostro

 
 

en la lejanía azul del firmamento,

 
 

triste...

 
 

cuando te veo inalcanzable

 
 

en la línea sin fin del infinito.

 
 

Triste... cuando miro mis manos,

 
 

sin tus manos,

 
 

cuando beso tus labios,

 
 

sin tus labios.

 
 

Triste... cuando escucho,

 
 

húmeda mi voz,

 
 

aquella voz soñadora

 
 

que me llamaba.

 
 

Triste...

 
 

con la profundidad de los que piensan

 
 

y con la simplicidad de los que aman.

 
 

Triste... cuando en los días

 
 

que son noches siento,

 
 

y en las noches

 
 

que son días velo.

 
 

Triste desde aquel día

 
 

sin risa que te fuiste,

 
 

desde aquel momento...

 
 

aquel, recuerdas...

 
 

interminablemente triste.

 

 

 

 

LA BÚSQUEDA

 

 

Si vuelves ahora, no me encontrarás,

 
 

si ahora te vuelves en el camino

 
 

para buscarme... se perderá tu mirada

 
 

en la larga distancia de lo inconmensurable.

 
 

Si ahora quieres encontrarme,

 
 

me buscarás... y no estaré.

 
 

Tenderás tus manos y en la noche,

 
 

tus ansias te dejarán exhausto,

 
 

y tu voz me llamará como antes,

 
 

con esa dulzura sólo tuya...

 
 

y no estaré...

 
 

Pero si me encuentras,

 
 

Si buscando me encuentras, no seré yo,

 
 

no seré la misma tuya.

 
 

De antes no hallarás nada

 
 

nada que te recuerde a mí,

 
 

nada de lo que esperas,

 
 

nada de lo que sueñas,

 
 

nada...

 
 

porque ahora soy un simple

 
 

hacedor de estrellas.

 

 

 

 

EL PEREGRINO

 

 

Te volviste una vez,

 
 

y te estaba mirando.

 
 

Te volviste de lejos, y tal vez,

 
 

no te volviste; pero yo,

 
 

te estaba mirando.

 
 

Te veía ir, y mis ojos

 
 

pensaban en la nada;

 
 

invisibles mis manos

 
 

te rozaron los labios,

 
 

con muda torpeza,

 
 

y te volviste, ¿recuerdas?

 
 

y te estaba mirando.

 
 

No pensabas volverte,

 
 

porque hace tiempo

 
 

que has querido perderme.

 
 

Me dejaste ir sola, aquel día

 
 

que ya no me quisiste,

 
 

y ahora sé

 
 

que me has olvidado;

 
 

porque yo no fui más

 
 

que la estrella fugaz,

 
 

que cruza

 
 

la obscura noche del peregrino;

 
 

la noche ha pasado,

 
 

soñado camarada de faena,

 
 

... las estrellas se esconden.

 
 

Pero, recuerdo que te volviste

 
 

y te estaba mirando.

 

 

 

 

¿RECUERDAS COMO TE QUERÍA?

 

 

¿Recuerdas cómo te quería?

 
 

tú no sabes.

 
 

No sabes que te he amado

 
 

con dulzura infinita

 
 

que no he sabido mostrarte.

 
 

No sabes,

 
 

que la fría caricia de mis labios

 
 

escondía un arcano de ternura,

 
 

y detrás de mis ojos distantes

 
 

yo guardaba mis sueños.

 
 

Te he querido mucho, mucho,

 
 

tú no sabes.

 
 

No sabes que te amaba, incontenible,

 
 

aún cuando me hacías daño,

 
 

y que te quería por sobre todo,

 
 

rebelde y bravo siempre.

 
 

No sabes que te he amado

 
 

porque antes que nada

 
 

eras tú mismo,

 
 

y que estoy contenta

 
 

de haberte perdido,

 
 

porque así sigues siendo

 
 

el hombre aquel,

 
 

soñado que conocí.

 
 

Yo no quiero que vuelvas,

 
 

porque en mis sueños

 
 

tu imagen se quebraría

 
 

como el cristal golpeado.

 
 

No quiero que me quieras,

 
 

porque te quiero, así,

 
 

sin que me quieras.

 
 

No quiero que te doblegues

 
 

porque no serías tú

 
 

y ya no te amaría.

 

 

 

 

LA HUELLA

 

 

A veces, cuando siento la suave quietud

 
 

en la transparente caricia de la noche,

 
 

y miro, irresistible, el brillo de los luceros

 
 

hacer su danza sonámbula,

 
 

pienso en ti.

 
 

Cuando de lejos, veo la faja diluida del infinito,

 
 

oprimir la cintura de la tierra con pródiga ternura,

 
 

y llegan imperceptibles los sombríos

 
 

ecos de mi canción interna a recordarme,

 
 

tus dulces, tus dulces besos..., entonces,

 
 

pienso en ti.

 
 

No creas en la dicha prematura que asoma de mis ojos,

 
 

ni en la alegría locuaz que desparramo,

 
 

porque si cayese sobre tus manos,

 
 

la sentirías tristemente callada.

 
 

No creas en la risa que te muestro,

 
 

porque si acercaras tu boca para aprisionarla,

 
 

temblaría en tus labios y ese beso tendría,

 
 

el sabor salobre de mis lágrimas.

 
 

No creas, en fin, que todo esto existe,

 
 

porque en el momento que tendieras tus brazos

 
 

para retenerlo, huiría fugaz como un suspiro

 
 

a las inaccesibles zonas de la nada.

 
 

No creas en mi olvido, amor,

 
 

en mis risas y mis palabras, no creas;

 
 

sólo piensa que has dejado sobre mis labios,

 
 

una huella que no se llenará nunca,

 
 

porque está hecha para los tuyos.

 

 

 

 

MIS MANOS

 

 

Toma mis manos, amor.

 
 

Si necesitas en la sombría noche de tus penas

 
 

una caricia para tus lágrimas,

 
 

toma mis manos.

 
 

Si en la ruda lucha te encuentras de pronto cansando

 
 

y quieres con supremo esfuerzo sostenerte,

 
 

busca mis manos...

 
 

ellas estarán donde tú vayas.

 
 

Cuando después de haber soñado la dicha suprema,

 
 

te encuentres solo y las manos que te ayudan

 
 

estén sordas a tu voz,

 
 

habla a las mías...

 
 

te estarán escuchando.

 
 

Y cuando ya pasado el tiempo, escuches

 
 

las crueles voces del odio y el desacuerdo,

 
 

busca mis manos

 
 

para acallar esas voces que te mutilan.

 
 

Si vuelves vencido de batallar por la vida,

 
 

y tienes ansias infinitas de ternura,

 
 

extiende tus manos

 
 

y te las llenaré de besos.

 
 

Cuando no tengas fe, ni esperanza,

 
 

y llores tu impotencia, solo, solo,

 
 

toma, entonces mis manos

 
 

y las sentirás mojadas de mis lágrimas.

 
 

Más tarde, cuando encuentres las verdaderas manos

 
 

que enjugarán tu llanto,

 
 

busca mis manos, amor,

 
 

para decirles adiós.

 

 

 

 

EL ENCUENTRO

 

 

Aquel encuentro fue lejano

 
 

... tu venías, yo venía.

 
 

No nos encontramos,

 
 

pero nos vimos ir

 
 

silenciosos, cada cual

 
 

por su camino.

 
 

Fue un encuentro distante,

 
 

y sin embargo al verte

 
 

tuve la cálida impresión

 
 

de que tu alma, venía tímidamente

 
 

a jugar con la mía.

 
 

Recuerdo que de lejos,

 
 

nuestras miradas querían

 
 

con desesperado anhelo, sumergirse

 
 

en el insondable hueco

 
 

de nuestra ternura,

 
 

y de cerca, buscaban de huirse

 
 

para no ver quebrada la ensoñación

 
 

del beso de nuestros ojos.

 
 

Fue el encuentro aquel,

 
 

como una larga búsqueda terminada,

 
 

en el que sentiste la presencia ausente

 
 

de nuestro amor ido,

 
 

y mis ojos soñaron una lluvia blanca

 
 

de jazmines perfumados.

 

 

 

 

TÚ TAMBIÉN, A VECES...

 

 

Así como yo estoy sola, tú también

 
 

habrá noches que sentirás

 
 

mi presencia distante,

 
 

y estarás solo;

 
 

sentirás que ya no existo

 
 

y el vacío te pondrá triste,

 
 

y en la callada soledad de las estrellas,

 
 

pensarás en mí.

 
 

Pensarás en mis labios

 
 

apretados de plegaria,

 
 

y en mis ojos soñadores,

 
 

que te gustaban;

 
 

pensarás que estoy lejana,

 
 

y lo estoy;

 
 

pensarás que estoy ausente,

 
 

y mi ausencia pondrá...

 
 

soledad en tu pensamiento;

 
 

sentirás que te he olvidado,

 
 

y a veces pienso que lentamente,

 
 

como tú, te voy olvidando.

 
 

Y sin embargo, te engañas,

 
 

como antes solías engañarte

 
 

sobre tantas cosas.

 
 

Te engañas, cuando te sientes salo

 
 

bajo la seria luz de tu lámpara noctámbula,

 
 

y tratas de encontrarme,

 
 

enfermo de soledad sobre tu lecho.

 
 

Tú no estás solo,

 
 

estoy en todas tus cosas contigo;

 
 

para besarte todas las noches voy a tu encuentro,

 
 

y te sostengo las manos hasta que te duermes;

 
 

tú no estás solo, amor,

 
 

es que no has sabido encontrarme.

 

 

 

 

MI LLANTO

 

 

Si me ves llorando alguna vez,

 
 

si algún día ves que de mis ojos

 
 

brotan lágrimas,

 
 

no pienses que lloro;

 
 

piensa que de mí mana

 
 

un manantial inagotable

 
 

de ternura, que se desborda

 
 

sobre mis labios

 
 

y me deja serena.

 
 

Si me ves llorando, no pienses

 
 

que estoy triste,

 
 

porque cuando mis ojos están húmedos,

 
 

me siento transportada a los lugares misteriosos

 
 

donde la paz es infinita,

 
 

y se está cerca de la perfección desconocida.

 
 

Si me ves llorando, no estés triste,

 
 

porque esas lágrimas dejan en mi amor

 
 

el jugo denso de las frutas maduras.

 
 

Yo quiero que estés contento,

 
 

si me ves llorando,

 
 

porque con tus labios has modelado

 
 

en mi boca una sonrisa inextinguible;

 
 

porque estás ahondando con tus manos

 
 

el pozo de comprensión que encontraste cerrado;

 
 

porque con tus palabras, estás levantando para mí,

 
 

un nuevo horizonte de pensar sublime,

 
 

haciéndome poco a poco,

 
 

a semejanza de aquella mujer soñada

 
 

que quisiste encontrar y no encontraste.

 
 

Quiero, que si me ves llorando,

 
 

tu dicha sea plena y pienses que eres

 
 

el arquitecto mas noble para mis ojos,

 
 

porque me has hecho a mí

 
 

con tus cimientos.

 

 

 

 

LA PÉRDIDA

 

 

Estoy tan sola sin ti, tan sola,

 
 

estoy tan lejos de ti, tan lejos;

 
 

sin tus ojos inmensos

 
 

las estrellas azules dejan

 
 

dolor en mi pensamiento.

 
 

Estoy tan sola sin ti, que

 
 

quisiera, ebria de soledad,

 
 

correr por el espacio constelado,

 
 

hacia un lugar inexistente

 
 

donde pueda,

 
 

llorar a solas

 
 

y borrar tus besos.

 
 

Estás tan lejos, amor, pero

 
 

quisiera esconderme de ti,

 
 

de tu recuerdo,

 
 

de tus manos

 
 

que vienen a mi encuentro,

 
 

de tus labios que oprimo

 
 

y que despierto.

 
 

Estoy tan sola sin ti,

 
 

que lo que quiero,

 
 

es que se acabe

 
 

este soñar sin sueños,

 
 

que no existan mis ojos

 
 

y mis manos,

 
 

para que no te busquen.

 
 

Quisiera dormir tu olvido

 
 

en el corazón blando

 
 

de una rosa sonámbula,

 
 

y llorar, llorar tu encuentro

 
 

bajo el perfume sereno

 
 

de formas blancas.

 
 

Tender mis manos quisiera

 
 

a deshacerse pequeñas

 
 

sobre tu pensamiento

 
 

y poner mis labios secos,

 
 

a recostarse dormidos

 
 

bajo el molde viril de mis ensueños,

 
 

una vez más, la última,

 
 

no importa;

 
 

una vez más, la última,

 
 

y perderte.

 

 

 

 

CARCELERO

 

 

Tú dirás que te olvido

 
 

y es cierto,

 
 

yo diré que te olvido

 
 

y es cierto,

 
 

pero mi amor

 
 

cuando te estoy olvidando,

 
 

se despierta.

 
 

Yo quisiera olvidarte, créeme.

 
 

Bésame y trataré

 
 

de decirte que quiero

 
 

que te vayas.

 
 

Tócame las manos

 
 

y verás que tengo fuerzas

 
 

para dejarlas cerradas.

 
 

Mírame a los ojos

 
 

y te mostraré que

 
 

pueden ver que te alejas.

 
 

Yo quisiera olvidarte,

 
 

quisiera no sentirte,

 
 

cuando de noche

 
 

mis sueños se despeinan,

 
 

quisiera no encontrarte

 
 

en los caminos de mi vagar,

 
 

-imagen esperada-

 
 

Es mi amor el que te guarda,

 
 

mi amor el que obstinado

 
 

no quiere que te deje,

 
 

el que rememora, azul,

 
 

la dicha que me diste;

 
 

el que se acerca para decirme

 
 

las cosas aquellas

 
 

que tú me decías.

 
 

Es mi amor, créeme,

 
 

yo quisiera olvidarte.

 

 

 

 

MI SOSTÉN

 

 

¿Sabes una cosa?

 
 

mi vida es un himno

 
 

potente que se levanta,

 
 

sobre dos pilares rígidos

 
 

que me sostienen.

 
 

Mi voz es un canto

 
 

enérgico que derrama

 
 

las palabras aquellas

 
 

que me enseñaste,

 
 

primer maestro de mi constancia.

 
 

Mis manos, aquellas que conociste,

 
 

ya no son aquellas,

 
 

ahora están fuertes

 
 

por el largo vagar de mi desvelo;

 
 

y simplemente serenas,

 
 

por el lento correr de mi torrente.

 
 

Ya ves, amor, no soy la misma,

 
 

no importa que no sepas,

 
 

no importa que lo ignores,

 
 

no importa que me pierdas;

 
 

tus brazos me sostienen,

 
 

pilares gigantescos;

 
 

tus manos me despiertan.

 
 

Tu voz, tu grave voz que me decía,

 
 

las estrellas nos miran,

 
 

ahora me levanta.

 
 

No importa que te olvide,

 
 

no importa que me aleje,

 
 

no importa que te pierda,

 
 

tú me hablas amor,

 
 

y ese lenguaje

 
 

me transforma en sueño.

 

 

 

 

NO SOY COMO QUISIERA

 

 

Cuando miro mis manos las encuentro diminutas para ti,

 
 

pienso que no alcanzarán a llenar el hueco,

 
 

que deje tu llanto;

 
 

cuando abro los ojos me parece

 
 

que lo inconmensurable empequeñece

 
 

y no miran siquiera, sólo se visten de fijeza.

 
 

Cuando mi boca sueña un beso interminable,

 
 

la encuentro vacía bajo la tuya

 
 

y recuerdo que tus labios estaban cargados

 
 

de sabor perfumado.

 
 

Cuando veo mis pies los encuentro deformes

 
 

para tus caricias

 
 

e inseguros para sostenerme a tu lado en la contienda.

 
 

Y mis piernas me recuerdan dos caminos sin sombra

 
 

que se retuercen sedientos.

 
 

Cuando toco mi frente me parece pequeña para tus besos

 
 

y apagada de pensamiento,

 
 

y mi talle se me hace interminable

 
 

hasta tocar mi cintura

 
 

esa cintura que tú apretaste tantas veces con firmeza.

 
 

Ya ves, amor, escultor sin nombre,

 
 

no soy como quisiera

 
 

la esfinge erguida de mirar sereno;

 
 

todo en mi cuerpo es deforme,

 
 

todo en mi ser incompleto.

 
 

Es que quiero la perfección para tus manos,

 
 

y sueño la belleza máxima para tus ojos;

 
 

quiero que cuando vuelvas cansado

 
 

encuentres el sabor más expresivo para tus labios

 
 

y en la nostalgia anochecida del retorno, percibas,

 
 

la paz infinita del sabio pensamiento.

 
 

Busca, amor, busca a la bella

 
 

que con su policromía te dará la dicha,

 
 

busca a la sencilla de ideales sublimes,

 
 

busca a la perfecta, búscala,

 
 

mientras mis manos sueñan.

 

 

 

 

TU VIAJE

 

 

Mi esqueleto es duro,

 
 

duro como la piedra del camino,

 
 

como la tierra sin lluvia,

 
 

como tus manos a veces,

 
 

y si tú lo necesitas seguirá duro

 
 

para construir la torre de tus ensueños.

 
 

Mis huesos son pequeños,

 
 

pequeños como el trigo diminuto,

 
 

como las arenas resecas y pequeñas;

 
 

pero si te hacen falta sabrán agrandarse

 
 

para darte cabida.

 
 

A medida que acercas tus manos,

 
 

mis pómulos firmes se agigantan

 
 

bajo la cálida presión que los sostiene,

 
 

extendiendo bajo tus palmas ahuecadas

 
 

el lecho tibio del descanso;

 
 

y, mientras tus manos recorren

 
 

sabias, las aletas de mi nariz,

 
 

mi respiración se vigoriza

 
 

para calentarlas,

 
 

haciendo de ellas dos candentes palomas.

 
 

Luego bajan a mi boca

 
 

a chocar con mis dientes secos;

 
 

mis labios sedientos

 
 

se desintegran para beberlas

 
 

-trago de agua deseado-

 
 

Después, cuando tus manos suben

 
 

hasta la cavidad cóncava de mis ojos,

 
 

cerrándolos con delicada ternura

 
 

se empapan desde el fondo

 
 

quieto de mis pupilas,

 
 

comprensivas autoras de mis lágrimas.

 
 

Al concluir tu viaje,

 
 

tenue, exquisito, tierno,

 
 

como un ademán adormecido

 
 

o un revolear de pájaros amándose,

 
 

tú sabes que yo te quiero,

 
 

porque has palpado el cariño.

 

 

 

 

LA SOMBRA

 

 

Adonde tú vayas, iré contigo;

 
 

adonde tú vayas, amor, te seguiré

 
 

para que mis manos al sostenerse

 
 

fortalezcan tus hombros.

 
 

Adonde tú vayas, allí estaré

 
 

para que te sumerjas en mis honduras

 
 

y sigas luego, sereno tu camino.

 
 

Ahí donde tú estés, estaré esperándote,

 
 

estarán mis manos extendidas

 
 

para beber tus besos.

 
 

Ahí donde tú estés, las estrellas

 
 

se acercarán para que tú sueñes.

 
 

Donde tú te detengas, se detendrán mis pasos,

 
 

y mientras tú camines mi fatiga

 
 

acallará sus quejas.

 
 

No importa que camines, que camines la tierra,

 
 

que camines los surcos de todos los arados,

 
 

que camines opuestas las sendas

 
 

y te pierdas; caminaré contigo.

 
 

No importa que las voces se vuelvan en tu contra,

 
 

yo seguiré contigo.

 
 

Y sí algún día..., algún, ya no me quieres,

 
 

si algún día piensas que ya no soy

 
 

aquella mujer que fabricaste,

 
 

no te detengas; déjame en un recodo,

 
 

piérdeme por los campos,

 
 

reparte mis pedazos entre todos los árboles;

 
 

y si quieres dejarme,

 
 

no te detengas, yo sabré darte alcance.

 
 

Y cuando sientas solos tus besos de mis labios,

 
 

cuando quieras cercanos, mis ojos dilatados;

 
 

entonces, date vuelta, mira atrás a los campos,

 
 

mira atrás la desnuda rectitud del camino,

 
 

la soledad inmensa de pensar taciturno...

 
 

Ven y llora en mis labios, ven y duerme en mis manos,

 
 

ven y sueña conmigo los sueños de mi llanto,

 
 

que mis labios sonríen bajo la húmeda espera

 
 

y mis manos caminan empujando el cansancio.

 

 

 

 

SUEÑO

 

 

Azul quiero que sea desde los altos pedestales de sombra

 
 

la dirección de los pasos que te mueven.

 

 

 

Azul sueño tu desvelado meditar

 
 

en las noches con sabor a madrugada.

 

 

 

Azul modelo la obra que despierte de tus manos

 
 

para que seas un constructor de formas con existir azul,

 
 

limpio trigo de estrellas.

 

 

 

Azul quiero que tengan el sentido tus palabras,

 
 

para que ames mujeres azules de risa blanda

 
 

y los bordes de tu despertar sean pedazos de infinito.

 

 

 

Azules quiero ponerte los labios de cielo y agua

 
 

y llenar con tenues besos la curva de tus ojos soñadores.

 

 

 

Quiero azul y transparente la voz

 
 

que a tus silencios dormidos los transforme

 
 

y los vista de plegaria;

 

 

 

y azules quiero las manos fabricadas con noches de ternura

 
 

para sosegar tus ansias.

 

 

 

Así te quiero encontrar olvidando el olvido,

 
 

para poner en el fondo diluido de tu mirada

 
 

todo el azul contenido de mi tristeza.

 

 

 

 

EL VACÍO

 

 

Todo te he dicho ya, todo,

 
 

no quedan en los rebuscados rincones de mi mente

 
 

palabras que tú no sepas.

 
 

Me conoces íntegra, como si realmente hubiese sido tuya;

 
 

como si en tus brazos

 
 

hubiese dejado derramadas mis lágrimas,

 
 

como si después de todo

 
 

hubiese sido yo la que tú amabas.

 

 

 

Ya no quedan palabras no dichas

 
 

para repetirte en las noches azuladas

 
 

y no existe tras el gotear de árbol

 
 

más que la nada cubierta de existencia.

 
 

Te lo he dicho todo,

 
 

con tropezadas palabras que tú no comprendiste,

 
 

con invisibles lágrimas de risa,

 
 

y meditar de felicidad soñada.

 

 

 

Ya no hay, comprendes,

 
 

el desgarrar de sueños que te seguía

 
 

como los ecos de mi mismo llanto.

 
 

No se acercará más la grave voz de mi denso pesar,

 
 

porque estás tan lejano

 
 

que caminaría ausente hacia la soledad suprema.

 

 

 

A veces busco entre todas, la palabra inexistente

 
 

que te diga toda junta mi silenciosa tristeza.

 
 

A veces sueño que estoy dentro de ti y sin hablar

 
 

llega mi meditación a golpearse contra tus raíces.

 

 

 

Lo ves, nada puedo decir ya que te conmueva,

 
 

nada repetir que tú no sepas,

 
 

porque de mí lo sabes todo.

 
 

Que te he querido, sin fin, para mis manos;

 
 

soñándote para mis labios, infinito.

 
 

Que aquellos besos de entonces sólo han sido

 
 

pequeños esqueletos;

 
 

y yo, aquella mujer desconocida,

 
 

nada más que una construcción inconclusa.

 

 

 

 

TU RECUERDO

 

 

Qué tristeza siento de estar sin tus besos,

 
 

de tender mis manos tocando el recuerdo,

 
 

teniendo los labios mojados y hambrientos.

 

 

 

Cómo se refleja tu mirada ausente

 
 

dejándome sola tendida en el viento,

 
 

de sentirme sola, qué sola me siento.

 

 

 

Qué soñar sin cielo, ni estrellas, ni acento,

 
 

tragando vacíos de locos posibles,

 
 

qué soñar de ensueños mis manos dormidas.

 

 

 

Qué dolor levanta el desgarramiento,

 
 

de tus ojos llenos de ternura equívoca,

 
 

al ver que se alejan dejando el momento.

 

 

 

Porque fue un momento, entonces, recuerdas,

 
 

no quiero decirlo, porque fue un momento,

 
 

y te quise años en ese momento.

 

 

 

No quiero, que sólo pensarlo me causa

 
 

un goce insensible de angustia impotente,

 
 

un sentir mojado de risa desierto.

 

 

 

No importa que llore, escucha, no importa,

 
 

mi risa no importa que quedó suspensa

 
 

detrás de las ramas de un tronco sin tiempo.

 

 

 

Detrás de las lágrimas, detrás del silencio,

 
 

bajo aquellas noches cansadas de aliento

 
 

detrás de tus ojos golpeados de viento,

 
 

detrás de tus ecos de voz diluida,

 
 

detrás de ti mismo, está tu recuerdo.

 

 

 

 

SI TÚ NO ME QUIERES

 

 

Si tú no me quieres,

 

 

 

qué vacío insondable de tristeza tan honda,

 
 

de mi boca entreabierta indecisa de pena;

 

 

 

qué mirar hacia el cielo apagado de sol,

 
 

una estrella caída de su altar promisor.

 

 

 

Qué completo silencio de sentencia oprimida,

 
 

qué abundancia de ausencia de rosas sin color.

 

 

 

Qué lágrima suspensa de los huecos heridos,

 
 

qué risa detenida con gesto de dolor.

 

 

 

El momento fatídico en que tú no me quieras,

 
 

qué golpe de velamen, qué giro de timón,

 
 

qué fuerza de un atleta sosteniendo la tierra,

 
 

qué bravura salvaje, qué ruido de cañón.

 

 

 

Y después de saberlo, cuando ya no me quieras,

 
 

qué intención sin palabras, qué seca de cristal,

 
 

mirándote a los ojos de palpitar dormido,

 
 

qué ternura infinita por haberte perdido

 
 

qué arranque de girones mi idílico ideal.

 

 

 

Estático crepúsculo en tu ausencia inmediata,

 
 

luciérnaga apagada con dirección de olvido,

 
 

con sus rígidos labios movidos sin sentido,

 
 

vaga, desubicada, huyendo hacia un erial.

 

 

 

Qué sencillez de piedra en la visión profética

 
 

con vértigo violento negada del edén,

 

 

 

y en la última lágrima sentida de sus párpados

 
 

qué expresión reprimida, difusa, sola, fue.

 

 

 

 

OFRENDA

 

 

Quiero hacerte un poema.

 
 

Muchas veces no te puedo decir lo que pienso.

 

 

 

Buscaré en los árboles sabios

 
 

que derechos ascienden al cielo,

 
 

esa llama inconclusa que arde

 
 

cuando sueñan despiertos sus sueños.

 

 

 

Dejaré mi estructura corpórea, y

 
 

en la sola amplitud del silencio,

 
 

llegaré a encontrar una fuente

 
 

que contenga el sabor que yo pienso

 
 

cuando pongo en tus labios mi boca,

 
 

en la cuna febril de mi ensueño.

 

 

 

Tomaré en mis manos el polvo

 
 

de cristal diminuto del tiempo,

 
 

y te haré una mujer que sea toda

 
 

de ilusión, espuma, y pensamiento.

 

 

 

Que te ponga en la frente una estela,

 
 

se te beba la risa de un beso;

 
 

cuyo cuerpo sereno a tu lado

 
 

se desnude a la brisa del viento,

 
 

desdoblando sobre tu deseo

 
 

una diáfana cinta de estrellas.

 

 

 

 

PLENITUD

 

 

Me encanta reír en el hueco de tus ojos

 
 

la imagen clara.

 

 

 

Empapándome las manos de realidad

 
 

en la línea nítida de tu existir

 
 

entregarme a la luz,

 
 

y pensar...

 
 

no sonar por un momento

 
 

para vivirte íntegro

 
 

y yo, a tu lado

 
 

intacta.

 

 

 

Quisiera correr a la cumbre

 
 

a sembrarle margaritas en el alma;

 
 

romperán la simiente borrándonos el llanto

 
 

hasta hacernos una flor de carne y sangre.

 

 

 

Deja que me mire con azul distante de estrellas

 
 

tu voz

 
 

largamente engendrarán mis ojos

 
 

dos grandes lágrimas;

 

 

 

y esa voz tuya

 
 

se pondrá húmeda;

 
 

húmeda de mí,

 
 

de tierra, de esperanza.

 
 

 

 

 

LA FLOR

 

 

Somos la vida

 
 

contemplando una flor.

 

 

 

Tu risa tiene color de agua

 
 

cuando se escurre entre mis labios,

 
 

mientras, en la altura vertical

 
 

el cielo se desdobla en estrellas,

 
 

y tú, me tragas insaciable,

 
 

la ternura de las manos.

 

 

 

¿Lo sientes?

 
 

Es la luz.

 

 

 

Para pensar la auténtica palabra

 
 

necesito dormir un sueño azul,

 
 

donde todo lo vital;

 
 

agua, amor, colores,

 
 

se proyecte en infinito

 
 

a la hermosura.

 

 

 

Nuestra flor tímidamente,

 
 

se nos ha recostado en el pensamiento.

 

 

 

Escribirte un poema me llevaría

 
 

a emprender un viaje interminable

 
 

rumbo al jardín eidético

 
 

donde pueda encontrar,

 
 

dos rosas hechas de belleza

 
 

para construir tus ojos.

 

 

 

¿Sabes amor?

 
 

Nosotros somos la flor.

 

 

 

 

SOLEDAD

 

 

Detrás de una barrera incomprensible

 
 

hay un pozo de sol;

 
 

queriéndose alargar están mis manos

 
 

ausentes de tu amor,

 
 

y dentro de mi cárcel angustiosa

 
 

te busco en derredor.

 

 

 

No me hace ya recuerdo en la pradera

 
 

el canto de una flor,

 
 

ni caen a mis ojos las estrellas

 
 

con brillo soñador;

 
 

la cálida caricia de tus labios

 
 

doliente se quebró.

 

 

 

Desierto se me ha puesto el pensamiento

 
 

al claro despertar;

 
 

venido de mi onírico reposo

 
 

de mi seno el calor,

 
 

se desprendió en frágil mariposa

 
 

el sueño de tu voz.

 

 

 

 

RESURGIENDO

 

 

Qué importa de los ojos una lágrima

 
 

caída de dolor,

 
 

si suben cariatidos los árboles

 
 

de la tierra hasta el sol,

 
 

si suena todavía en los oídos

 
 

el eco de una voz,

 
 

y sabes que a la puerta de la vida

 
 

nos contempla el Señor.

 

 

 

El mundo se desploma y de la herida

 
 

parece sollozar,

 
 

un lento pensamiento vagabundo

 
 

de ronca soledad;

 
 

si miras a lo lejos todavía

 
 

se revienta una flor,

 
 

dejando que se beba sus colores

 
 

un pájaro cantor.

 

 

 

La tierra nos doblega hasta que el llanto

 
 

la pueda humedecer,

 
 

soñando la esperanza que en el tiempo,

 
 

hay un cielo después.

 
 

No sientas, en tu cuerpo profanado

 
 

de la vida el altar,

 
 

que un árbol se hizo estrella y se hizo agua

 
 

para volver a amar.

 

 

 

 

FE

 

 

Dónde estás Señor en la claridad del día

 
 

y en el devenir del pensar nocturno...

 
 

dónde tus ojos bondadosos miran

 
 

y reparten tus manos generosas

 
 

la dádiva de amor que yo te pido.

 

 

 

Dónde estás Señor que ahí donde tu digas

 
 

dejaré de ser yo para ser tuya;

 
 

cuánta pena me has dado, cuán siniestra

 
 

tu voluntad implacable me derrumba.

 

 

 

¿Quién es Dios? A veces ni en Ti creo;

 
 

tantas lágrimas dejaron en mi pecho

 
 

un corazón de mármol que se inunda,

 
 

a pesar del ardor con que me hieres,

 
 

de fe y piedad y convicción rotunda.

 

 

 

Así como te das yo te recibo.

 
 

Como me mande tu divina orden,

 
 

sufrir dos vidas para conseguir mi cielo,

 
 

así las sufriré en la agonía de quedarme tan sola,

 
 

sin las manos. aquellas que me hicieron.

 

 

 

Que aunque no crea en mí,

 
 

y en Ti volcarse deba

 
 

la desesperación de mi impotencia,

 
 

seguiré en el camino que me diste;

 

 

 

que el dolor no es eterno,

 
 

y en el tiempo sin fin de la Existencia,

 
 

tras el muro sutil que se traspasa citando muere la vida,

 
 

no hay árboles sin nidos, ni flores sin rocío,

 
 

ni verdad sin testigos.

 

 

 

 

¿QUIÉN?

 

 

¿Quién podrá llenar el hueco de tus ojos

 
 

con la ternura que yo puedo;

 
 

construir del vacío desengaño

 
 

la catedral de la fe,

 
 

en el lecho de carne de tus manos

 
 

hacer dormir un sueño,

 
 

convirtiendo la lágrima en lucero,

 
 

para ti, quién?

 

 

 

¿Quién modelará sobre tus labios

 
 

callada plegaria poniéndole sabor a amanecer;

 
 

escuchando el silencio de tus párpados bajos,

 
 

quién hará de las piedras que lastimen tus pasos

 
 

una alfombra de flores, un nocturno, un regazo,

 
 

quién?

 

 

 

Cuando llegue la noche recostada del día,

 
 

¿quién hará tus pupilas sedientas de las mías

 
 

encontrar el calor,

 
 

quién plasmar la mirada, aquella que nacía,

 
 

para ver de tus ojos la ternura y moría,

 
 

debatida en los besos de tu cálido amor?

 

 

 

Una vez del ensueño difuso

 
 

levantada tu húmeda voz,

 
 

¿quién con brusco mirar angustioso,

 
 

sembrará sus heridos despojos,

 
 

para darte de carne y sollozo

 
 

un naciente capullo de sol?

 

 

 

 

SI UNA VEZ TENGO QUE HABLARTE

 

 

Escucha, mírame, levanta los ojos cálidos,

 
 

quiero hablarte con suave dulzura, pero hablarte

 
 

aunque te duelan las lágrimas en el fondo de la carne,

 
 

aún si lloran tus ojos de angustia, dolor y ansias,

 
 

y se te nuble la idea de la luz dentro del alma.

 
 

Óyeme, porque ya eres un hombre y no lo crees,

 
 

y te pareces a un niño;

 
 

te arrebatas, pero en la hora noctámbula,

 
 

sé que piensas y se te hiela en los labios

 
 

ante mi ser la palabra.

 

 

 

Has tenido siempre alguien que te baje las estrellas,

 
 

le robe el murmullo al agua,

 
 

detenga el viento en las hojas con el rumor de los árboles.

 

 

 

Por eso, no sabes que el amor es un latido, una voz,

 
 

una plegaria, que se aleja

 
 

cuando siente detenida la caricia

 
 

sobre la frente del alba.

 

 

 

No quisiera hacerte daño, sin embargo voy a hacértelo,

 
 

hasta que moje el recóndito hueco de tus entrañas

 
 

una lluvia silenciosa,

 
 

y se te llene de agua todo el cuerpo

 
 

con el ardor de mis lágrimas.

 

 

 

Así puede que comprendas

 
 

que el amor es como el rocío en las hojas

 
 

que se desliza sonámbulo,

 
 

como la fruta en la rama, transparente,

 
 

como un niño, como un árbol.

 

 

 

Y si después desdoblando tu amargura

 
 

vuelve a acunarse en tus manos la ternura,

 
 

te acordarás que has llorado;

 
 

cual un ave acercándola a tu pecho despacito,

 
 

sentirás que se te bebe las heridas con su roce exquisito;

 

 

 

entonces amarás como ama un hombre

 
 

con profundidad ronca de intensidad.

 
 

En la noche hondamente azul,

 
 

integrado a sus pupilas simplemente fijas,

 
 

harás un lecho con tus manos

 
 

para cubrirle el alma con el sabor blando de tu dulzura.

 

 

 

 

ASPIRACIÓN

 

 

Quiero abrir una cajita de música

 
 

sonoras las notas desgranarse en el viento,

 
 

subiendo la escalera de los sueños,

 
 

mecerme en la blandura del recuerdo.

 

 

 

Ser yo, ser yo libre, toda de agua y luz,

 
 

junco y cerezas maduras,

 
 

tronco de pino, hablar de casuarinas con la noche,

 
 

sin llanto, infantil, con risa nueva;

 
 

líquida, llevándome el quejido

 
 

cadencioso de los cantos rodados;

 

 

 

atorarme de sol en una tarde llena,

 
 

sobre un campo de olor a tierra grávida;

 
 

tropezar de tanta dicha la boca contra el suelo,

 
 

reírme de los árboles tragándome tostadas margaritas,

 
 

dibujando en el aire la respiración de un álamo

 
 

con torpes manecitas;

 
 

reír, llorar hasta volverme loca,

 
 

y después, ser una mujer que se levanta

 
 

con los ojos claros para mirar la vida.

 

 

 

 

PUEDO DECIRTE TANTAS COSAS HERMOSAS

 

 

Puedo decirte tantas cosas hermosas,

 
 

enseñarte del pétalo el rocío en la ternura mañanera,

 
 

levantarme contigo tibiamente pegada mirada y cuerpo a ti

 
 

en un eidético deshilvanar de pensamientos.

 

 

 

Puedo decirte tantas cosas,

 
 

,recostarme en tu pecho tragándome un racimo de uvas soñadoras,

 
 

tu carne misma con forma olorosa de eucaliptos;

 
 

ya que a tu lado la realidad entera pierde su contorno,

 
 

y tú mismo eres un pedazo de sueño.

 

 

 

Pero ahora no, ya no soy tuya,

 
 

no puedo fabricar para ti ánforas llenas;

 
 

no tendrás de mis besos la impresión plena de dulzura,

 
 

ni el acento humedecido de mi voz;

 
 

de mis manos la caricia distinta buscarás desesperado

 
 

entre mil manos sin la cálida curva de las mías,

 
 

y llorarás de impotencia por beber una vez más

 
 

en mis ojos el agua clara del cariño.

 

 

 

Yo también lloraré, pero te irás,

 
 

solo por un camino recto sin árboles ni estrellas,

 
 

con otras manos y otra voz, pero no yo,

 
 

la dulce tuya de ojos redondos y senos pequeños.

 

 

 

Tiene que ser así porque nos estamos destruyendo,

 
 

dejémonos llorar a solas en el tiempo,

 
 

hasta que volvamos a ser humanos,

 
 

encontrándole sentido a una palabra...

 
 

esa palabra que nos dijimos tantas veces con exquisita ternura.

 

 

 

Aunque nos duela amor,

 
 

aunque no puedan consolarte todas las manos que existen

 
 

y me ames,

 
 

sola, única, toda,

 
 

aunque me sangre el corazón de no quererte

 
 

no te voy a querer.

 

 

 

 

INTENTO

 

 

Soy tú, soy tú, soy tú,

 
 

si te faltara un pedazo, si algo te hiriera,

 
 

no sé...

 
 

y sin embargo, yo te he herido,

 
 

es que tú también me has herido,

5

 

dejando en el sendero una espina parada

 
 

con la punta roja de sangre,

 
 

y yo ahí, conteniendo el vacío.

 
 

Quiero que te detengas con los ojos cerrados

 
 

y lo pienses,

 
 

soy tú, soy tú mismo

 
 

con figura de mujer y otra vida,

 
 

pero en el fondo, somos de lo mismo, ambos

 
 

el uno sin el otro, incompletos.

 
 

¿Por qué, entonces? No sé.

 
 

Yo también fui dura,

 
 

dejé en tu corazón un minuto de tristeza,

 
 

la noche fría sin mí debe haberte helado

 
 

mi imagen en los ojos ausentes de ternura.

 
 

Ahora lo único que quiero es volver a ti,

 
 

partir una rosa y bebérnosla,

 
 

la mitad tú, la mitad yo;

 
 

ser un hombre y una mujer comiéndonos siempre

 
 

la mitad de todo;

 
 

debemos integrarnos, no dejar de ser;

 
 

busquemos de amarnos como dos seres humanos,

 
 

con caridad,

 
 

olvidando que somos nosotros.

 

 

 

 
 

 


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