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Josefina (Abel de la Cruz) Plá (+)

  PRESENCIA Y AUSENCIA DE LA ESPAÑOLA DE AMÉRICA. JOSEFINA PLÁ Y LA CERÁMICA (I) - Por MARÍA BLANCO CONDE - Domingo, 08 de Enero de 2023


PRESENCIA Y AUSENCIA DE LA ESPAÑOLA DE AMÉRICA. JOSEFINA PLÁ Y LA CERÁMICA (I) - Por MARÍA BLANCO CONDE - Domingo, 08 de Enero de 2023

 

PRESENCIA Y AUSENCIA DE LA ESPAÑOLA DE AMÉRICA.

JOSEFINA PLÁ Y LA CERÁMICA (I)

 

Por MARÍA BLANCO CONDE

 

Desde Madrid

 

Dentro de unos días, el 11 de enero, se cumplirá un nuevo aniversario del fallecimiento de Josefina Plá.   Aqui la recordamos con un artículo sobre su producción cerámica y la labor que desarrolló en torno a esta disciplicina.

 

Josefina Pla en su taller de cerámica. Cortesía

 

 

En la búsqueda de lo exótico y lo maravilloso, Josefina Plá [1] generó a lo largo de su vida una colección de cerámica que muestra, en conjunto, una síntesis del arte americano, fruto del encuentro con los principales actores del panorama de su época y de la observación de culturas anteriores.

Pionera en Paraguay en varias actividades culturales –periodista, grabadora, ceramista, locutora, investigadora de la historia social, crítica del arte–, Josefina había volcado todo su interés en recuperar ciertos temas olvidados por el resto: las mujeres, los esclavos, las artesanas, el arte popular… cuestiones que fueron rescatadas por ella a través de importantes  estudios en éstas y otras materias que se fueron publicando en libros, diarios y revistas como Alcor, en la cual colaboró, e incluso dirigió secciones culturales de la prensa asuncena.

Su faceta como ceramista procede del trabajo con Andrés Campos Cervera/Julián de la Herrería primero, y más adelante se mantuvo latente con la decoración de “potiches y cacharros” [2] hasta mediados de la década de los 60.

Sus diseños provienen de su gran capacidad de observación y experiencia a través de libros, visitas a museos –como el Museo de La Plata–, y otras exposiciones. Al principio en compañía de su esposo y, más adelante, en solitario para seguir interpretando las diferentes culturas americanas precolombinas.

Josefina Plá, instalada en Asunción de manera permanente desde 1938, retomó la actividad cerámica diez años después, dotando a los objetos de loza cotidianos de un valor estético singular y, desde mediados de la década de los cincuenta del pasado siglo, les imprimió modernidad, al igual que lo habían hecho en equipo Ruskin y Morris en Inglaterra (Art & Crafts).


 

 

Josefina Plá. Cacharritos máscara, ca. 1955-1960. Colección Hrisuk. Cortesía Adriana Hrisuk

 

 

A través de su obra artística toma fuerza la figura del ceramista independiente desde una visión contemporánea en Paraguay. Sin embargo, muchas piezas también fueron fruto de colaboraciones con otros autores con los que compartió compromisos culturales, logrando la ruptura con lo tradicional y creando un nuevo lenguaje artístico.

Desde 1945 a 1960 varios países sudamericanos, como Venezuela, Brasil y Argentina, comenzaron a desarrollar con fuerza el arte abstracto geométrico con la presencia de numerosos artistas exiliados españoles que, como Josefina, habían abandonado el país a causa de la guerra civil. Algo similar también estaba sucediendo en España, donde el arte moderno y vanguardista comenzó a asomar tímidamente. Luis González Robles [3] organizó en 1951 la Primera Bienal Hispanoamericana de Arte desde el Instituto de Cultura Hispánica, y mantuvo contacto con Josefina y la invitó a dar conferencias en Madrid años más tarde.

Josefina, a pesar de dejar un gran número de piezas en depósito en Valencia cuando regresó a Paraguay, ya viuda, siguió promocionando el arte de su esposo; a la hora de firmar las piezas (no todas están firmadas), se limitó a poner simplemente sus iniciales, JP, como lo hizo su esposo al final (JH). Apenas se planteó –salvo una breve temporada en la década de los 50– investigar nuevos caminos; nos estamos refiriendo a una breve producción abstracta que suscitó gran interés en el exterior, pintada con engobes polícromos o con reflejos metálicos y que, en parte, es fruto de sus viajes por el extranjero, tanto por lo que pudo ver en las bienales de arte en Brasil como en España, donde llegó a exponer en 1956 cuando obtuvo una beca concedida por el Instituto de Cultura Hispánica y viajó en compañía de su hijo Ariel.

Los antecedentes del Museo Julián de la Herrería como museo privado –ella misma se encargó de que apareciera en el listado de la UNESCO– y posteriormente como museo público, gracias a su donación al Estado español, podemos encontrarlos en Paraguay en un único ejemplo: en 1909, Juan Silvano Godoy fundó un museo (hoy Museo Nacional de Bellas Artes) [4] con piezas europeas del siglo XIX que él había reunido con fondos propios y algunas obras donadas por Andrés Campos Cervera [5] quien, durante un breve tiempo, trabajó en él. Salvadas las diferencias de dimensiones y concepción, el Museo Julián de la Herrería debería ser considerado como la continuación de éste en el tiempo pues contiene, además de la producción de Josefina y la de su marido, una selección de obras pictóricas de la segunda mitad del siglo XX que engloba a los autores más importantes del panorama contemporáneo paraguayo, piezas regaladas a Josefina en agradecimiento y por amistad a lo largo de su vida.

En el actual espacio museográfico, la sala intermedia de la Colección Museo Julián de la Herrería [6] está dedicada a la producción cerámica de Josefina. Se pueden ver en ella piezas de la serie payaguá con originales decoraciones que manifiestan la búsqueda de la cultura popular interpretada de una manera moderna y evocadora, una visión del entorno paraguayo de 1930, como ella misma tituló una de sus serigrafías editadas en 1990 y realizadas en colaboración con el artista Osvaldo Salerno (Asunción, 1952) y que resultan ser de lo mejor de su producción gráfica.

Josefina se inició en el mundo de las bellas artes con el grabado entre 1926 y 1929. –Xilografías y linograbados firmados con su pseudónimo, Abel de la Cruz, fueron publicados en el diario El País, de Asunción, donde ella trabajó como redactora en esta primera época asuncena [7].

Rubén Capdevila señaló que “el diario El Orden registra una serie de grabados de ambos (Josefina Plá y Julián de la Herrería) de una calidad indiscutible, convirtiéndose así en la primera grabadora en la historia del arte paraguayo y la primera en asumir, junto con Campos Cervera, los lenguajes artísticos modernos” [8].  


 

Josefina Plá, s/t. Colección privada © María Blanco Conde

 

 

Otra referencia relacionada con la cerámica es un cuento, La mano en la tierra (1952), que permite, a través del barro, conocer la producción singular de esta mujer imprescindible para la literatura paraguaya [9].

El entusiasmo por la cultura guaraní y el arte incaico, sobre todo, motivó a que desarrollara a lo largo de su vida una investigación profunda sobre distintas materias artísticas y artesanales que fue publicando en diversos manuales [10].

Esa íntima colaboración en sus comienzos como ceramista también se materializó sobre una pieza importante de la colección del museo: el reverso de uno de los platos más importantes y de mayor tamaño de una serie dedicada a los mitos guaraníes y que se presentó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (1931), titulado Mbae Verá Guazú, que presenta en el reverso del tondo, manuscrito en reflejo metálico, todo un canto hacia el hombre guaraní, firmado por Josefina el día de la proclamación de la Segunda República en España, 14 de abril de 1931 [11], y realizado –como el resto de esta serie– en Manises, donde vivió y trabajó el matrimonio desde el 31 de diciembre de 1929 hasta su primer regreso juntos a Asunción en 1932.


 

 Reverso del plato Mbae Vera Guazú, 1931, firmado por Julián y Josefina. Cortesía CCEJS

 

 

Conviene indicar que, de nuevo, la biografía de Julián de la Herrería nos sirvió también para trazar sus primeros pasos con el barro. Para ello hay que situarse en Villa Aurelia [12] en pleno verano de 1926, en los terrenos y la casa familiar en la que vivieron hasta finales de 1928. Su esposo, Andrés, se encuentra trabajando aquí desde finales de 1925, analizando tierras y construyendo hornos en los terrenos de la quinta. De hecho, en cuadernos personales que se conservan, encontramos anotaciones de su puño y letra sobre los gastos en la fábrica de cerámica de Villa Aurelia y, en otros, escritos por Josefina, las traducciones de los volúmenes alemanes que sirven de inspiración para los motivos precolombinos y malayos.

Pero el interés por la escritura es tan vital para Josefina que, por esta misma época, consiguió un puesto como redactora primero en El Orden y más adelante en La Nación [13], decisión que, por las distancias y por los roces familiares, precipitó su mudanza al que fue siempre su hogar, una casa que era propiedad de la familia en la calle Estados Unidos esquina República de Colombia y donde el artista, al poco tiempo de instalarse, siguió acondicionando y construyó el último horno de leña (el séptimo). Josefina, a su vuelta, ya viuda, lo utilizó para cocer cientos de piezas hasta 1973 [14], también las producidas en las clases de cerámica que ella dirigió de 1946 a 1952 [15].

Viviendo en su nuevo y auténtico primer hogar en Asunción, en 1928 se celebró una exposición en el salón de Alegre, en la calle Palma, en la que aparece su apellido, Plá, en primer lugar, en la invitación, seguido del pseudónimo, De la Herrería, ideado por la esposa y tomado del segundo apellido de la madre, que enseguida agradó al artista.

Lo más probable es que sus piezas fuesen sobre todo paneles cerámicos, posiblemente su primera producción. Este panel formado por tres azulejos con “burreras”, firmado en 1928, formase probablemente parte de aquella muestra.


 

 Josefina Plá, panel de azulejos, 1928. Cortesía Casa Mayor, Asunción

 

 

Quizá acudió a algunas clases de la Escuela Práctica de Cerámica en Manises, en el periodo de 1930-1932, como lo habían hecho su marido y otros, como Vicente Speranza (Uruguay), Carmen Saco (Perú)…


 

 Josefina Plá. Platos. Motivo malayo y Motivo papúa, 1930. Colección privada © María Blanco Conde

 

 

Las piezas de su marido que conservó las expuso en repetidas ocasiones por distintos motivos e impulsos. Aferrada a conservarlas, quiso compaginar esta tarea con otras múltiples que llevó a cabo: literarias, radiofónicas, docentes y periodísticas en las que trabajó como una asceta y sin descanso hasta el final de sus días. Llama la atención que el último artículo que se publicó de manera póstuma fuera precisamente sobre la cerámica.

Por ejemplo, en las clases que dirigió gracias al patrocinio del Centro Cultural Paraguayo Americano [16] es seguro que las cerámicas de Julián de la Herrería le sirvieron de apoyo para sus enseñanzas sobre la técnica de la cuerda seca y el reflejo metálico.

Fue, precisamente, tras una ponencia de Josefina sobre la cerámica, en 1946, que el entonces director del Centro Cultural Paraguayo Americano, el hispanista norteamericano Donald F. Fogelquist, decidió encomendarle la docencia de unas clases. A raíz de los resultados también se encargó de organizar una exposición al año siguiente (en julio) en la que mostró los trabajos de sus alumnos e, incluso, se pudieron ver algunas pequeñas piezas con motivos indígenas decoradas por ella, sin faltar como ejemplo varias obras de Julián de Herrería, principal referencia para sus estudiantes en dichas aulas.


 

 José Laterza Parodi. Cuenco con rostro de Ao Ao, ca. 1958. Barro cocido esmaltado y cuerda seca. Colección Museo Julián de la Herrería. Cortesía CCEJS

 

 

Destacaron José Laterza Parodi (Asunción,1915-1981) y su primo Pancho (Francisco) Laterza, que pronto se convirtieron en asiduos visitantes de su vivienda para cocer sus piezas cerámicas [17], participar en tertulias, etc.

La fotografía que aparece a continuación supone una valiosa fuente documental gráfica, en la que no solo se presentan piezas de Josefina, sino también de Laterza Parodi y los demás alumnos. Un anaquel en el que se dispone sobre cuatro baldas un conjunto de más de 80 lozas. Las piezas más pequeñas que aparecen son las de Josefina.


 

 Exposición de los alumnos de la primera promoción del CCPA, 1947. Gelatina de plata. Laboratorio de Adolfo Friedrich. Colección Museo Julián de la Herrería. Donación Ariel Plá.

 

 

Tienen en común estas lozas su técnica: la cuerda seca. La temática es costumbrista y prima la exaltación de lo nacional, sobresaliendo por encima de todas ellas, en el centro y sobre una columna, el busto de Ceibo Poty, de Julián de la Herrería (loza esmaltada y policromada en cuerda seca), quien ha sido la referencia fundamental para la elaboración de estas piezas a través de las enseñanzas de su viuda. La imagen aún nos devela más detalles: sobre el mueble arrimado a la pared hay varios cuadros y, a la izquierda, un cartel con el nombre de la grabadora Clara Kokas de Matolay. Al dorso, presenta un sello estampillado del laboratorio donde se reveló, el de Adolfo Friedrich (Viena,1897-Asunción,1987), quien había llegado a Asunción en 1930 y tenía su establecimiento en el número 678 de la calle Cerro Corá, casi Pai Pérez [18].

Notas

[1] El poeta y crítico Hugo Rodríguez-Alcalá sentía una gran admiración por ella. Escribió en Cuadernos Americanos sobre la poesía de Josefina Plá: “Josefina Plá, española de América” (1968).

[2] Clasificación empleada por la propia Josefina a la hora de describir sus lozas en las diferentes muestras expositivas. Utiliza frecuentemente el término potiche, palabra que procede del francés y cuyo significado, según la RAE, es “recipiente o vasija grande de cerámica o cristal, generalmente con tapa y finamente decorado”.

[3] Figura clave en la internacionalización del arte español durante la segunda mitad del siglo XX por su labor como de comisario en la Dirección General de Relaciones Culturales del ICH, hoy cuenta con su propio museo de arte contemporáneo en Alcalá de Henares gracias a la donación de su colección a la universidad de dicha ciudad, en el año 2000.

[4] El 28 de marzo de 1909 se inaugura el Museo Nacional de Bellas Artes, creado por J. Silvano Godoy, suegro de Viriato Pérez Díaz emparentado con los Campos Cervera, importante intelectual español que siempre promovió el estudio y la conservación del patrimonio artístico paraguayo y difundió en el Paraguay el patrimonio artístico europeo e hispano.

[5] Plá, J. (1970). Historia y Catálogo del Museo Nacional de Bellas Artes de Asunción.

[6] Inaugurado el 4 de noviembre de 2021 por la reina Doña Letizia con motivo de su viaje de cooperación a Paraguay, ideamos un discurso narrativo en el que tras la primera sala dedicada a la figura de Andrés Campos Cervera/Julián de la Herrería, el espacio intermedio estaba dedicado a mostrar la producción de la serie payaguá de Josefina, ya que fue la que sirvió de fuente de inspiración para la serie del Folklore paraguayo, última producción de su marido (1934-1937).

[7] “Josefina Plá y el periodismo paraguayo”, entrevista de Ubaldo Centurión (1996).

[8] Capdevila, R. (2016) “Julián y Josefina: de la indagación americanista al descubrimiento del arte popular paraguayo” en Josefina. Cuadernos Salazar num.4, p. 31, Asunción.

[9] Cota, D. (2018). “Josefina Plá e o barro como lugar de arquivo”, Travessias, p. 23. https://e-revista.unioeste.br/index.php/travessias/article/view/19219/12617

[10] Plá, J. (1975). El Barroco Hispano-Guaraní. Asunción: Ed. Del Centenario.

[11] Catálogo Julián de la Herrería. Su Obra (2020). Colección Museo Julián de la Herrería. Asunción: AECID.

[12] Hoy es un lujoso barrio de la ciudad, que entonces se encontraba en las afueras, en el que hay incluso una calle dedicada a Andrés Campos Cervera. Es la cuarta paralela al Sur de la avenida Mariscal López, conocida antiguamente como calle “Del Gallinero”, con origen en los límites del cementerio de la Recoleta, en la calle Mc Arthur, y se prolonga al este hasta la avenida Guido Boggiani. Es paralela a la calle Dr. Emilio Hassler al Norte, y a la calle Manuel del Castillo.

[13] Josefina crea una sección bibliográfica en la que publica reseñas de libros y escribe su primera pieza teatral, Víctima propiciatoria, estrenada en agosto de 1927 en el Teatro Granados de Asunción. Todas estas actividades profesionales se desarrollan antes de irse a vivir a la casa que obtiene el artista por su parte por la venta de Villa Aurelia.

[14] En el catálogo sobre la obra de Julián de la Herrería se explica que se utilizaba como combustible la madera de ybyrayú. Una quema que se prolongaba durante más de 12 horas. Ver catálogo Julián de la Herrería. Su obra. Op. cit., p. 38.

[15] Ibídem, p. 118.

[16] Fundado el 13 de febrero de 1942, hoy es una de las entidades más antiguas.

[17] En entrevista, su hijo Ariel, recuerda que en su infancia estuvo encargado muchas veces de mantener el calor del horno, construido por Julián de la Herrería y que se mantuvo activo hasta 1973.

[18] ABC color (12-03-2006). “Adolfo M. Friedrich. El gran desconocido”. Asunción.

* María Blanco Conde es curadora de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID, Madrid) y profesora de tasación y catalogación de obras de arte (Universidad Antonio de Nebrija, Madrid). Es autora de la museografía de la Colección Museo Julián de la Herrería, Centro Cultural de España Juan de Salazar, Asunción.



 

Fuente: www.elnacional.com.py

Sección CULTURA

Domingo, 08 de Enero de 2023

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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